
Cada vez falta menos para el estreno legal, en México, exclusivamente en salas cinematográficas, de “Emilia Pérez”, uno de los más grandes escándalos mediáticos de los últimos tiempos.
Es mi obligación, como crítico profesional, explicarte lo que está pasando aquí para que, más allá de todo lo que has oído, aprecies esta obra maestra de Jacques Audiard.
No es casualidad que se la pase ganando premios en todas partes. No es un accidente del destino que tenga a tantas personas tan molestas en tantísimos países.
Esto es lo que siempre ha pasado con las mejores piezas del arte universal y “Emilia Pérez” es eso: arte.
Si los grandes maestros del cine de autor como Federico Fellini y Luis Buñuel estuvieran vivos, éste es el tipo de películas que harían.
El “hate” que “Emilia Pérez” está recibiendo es exactamente el mismo “hate” que recibieron las grandes joyas del cine del siglo XX como “La dolce vita” y “Los olvidados”.
¿A ti ya se te olvidó todo lo que estos títulos, que hoy elogiamos con euforia, padecieron cuando salieron al mercado? ¿Alguna vez te contaron cómo les fue con la prensa y, lo peor de todo, con la censura?
Si tú pensabas que el mundo había cambiado mucho desde entonces, te tengo noticias: estamos igual o peor.
Me parece verdaderamente prodigioso que a estas alturas de la historia de la humanidad tengamos genios, como el maestro Audiard, confirmando que el cine sigue siendo capaz de sacudir al mundo, capaz de escandalizar a las multitudes, capaz de ponerlas a discutir, a crecer, a evolucionar.
Prepárate para lo mejor. Yo no sé cuánto tiempo vaya a pasar, pero tarde o temprano vamos a ver esto, en ópera, en Bellas Artes porque “Emilia Pérez”, contrariamente a todas las etiquetas que le han puesto, no es una película como cualquier otra. Ni siquiera es un musical. Es una ópera.
Si tú vas a la ópera y dices que los cantantes son malos porque “gritan” cuando cantan, que las estrellas protagónicas son pésimas porque se les nota el acento o que la historia es una porquería porque así no son las cosas, perdón, pero te vas a ver muy ignorante.
Muchos de los más grandes méritos de esta manifestación artística que sigue extasiando a millones de personas en todo el planeta, tienen que ver con esos “gritos”, con los acentos de las figuras internacionales y con la irrealidad del melodrama.
“Emilia Pérez” no es la historia de un narcotraficante, es la ópera de una santa, de una santa mexicana del siglo XXI.
¿Sabes tú lo que puede provocar esto en el sistema nervioso de “las buenas conciencias”?
Pero espérate, se pone mejor. “Emilia Pérez”, como “Sujo”, forma parte de una muy peculiar tendencia del cine de hoy: habla de personas que quieren cambiar de vida.
A veces se puede. A veces, no. A veces se toma el camino correcto. A veces, no. ¿Y qué es lo que queda al final? Como dice Amandititita: “el amor que das”.
Por eso “Emilia Pérez” es tan fuerte. Lo que te choca, te checa.
Por si todo esto que te estoy diciendo no fuera suficiente, “Emilia Pérez” es una película fusión.
Te lo voy a explicar con un ejemplo. Antes, tú ibas a un restaurant y te comías o una torta o unos chilaquiles, o una birria o un ramen.
Ahora comes tortas de chilaquiles, birria con ramen. Esto que pasa en la gastronomía es lo mismo que pasa con el resto de las manifestaciones artísticas como la música, la literatura y, por supuesto, el cine.
Antes, tú ibas al cine a ver una comedia y reías, una película de acción y te emocionabas, una película de amor y suspirabas, una película de denuncia y reflexionabas.
Ahora vas y comienzas riendo, luego te asustas, más al rato suspiras, reflexionas, te carcajeas. ¡Es una locura! Como la vida misma. Como la vida hoy.
Cuando vayas a ver “Emilia Pérez” prepárate para esto y más.
Así como de repente vas a la ópera a Bellas Artes a darte chance de conocer algo tan contundente, así como de repente vas a ese restaurant a probar una manteconcha, date la oportunidad de conocer “Emilia Pérez”.
Serás parte de la historia como cuando tus abuelos fueron a ver “Viridiana”, “La fórmula secreta”, “Santa sangre” y tantas otras piezas fundamentales en la historia del cine mexicano, en la historia del cine universal.
Y no, no se vale que te quejes de que es una película sobre México hecha por extranjeros porque, volvemos a lo mismo, en los últimos años nuestro país se ha beneficiado, como ningún otro, de las visiones internacionales de los grandes estudios como EON y Disney.
¿O qué, me vas a decir que nuestro “tradicional” desfile de Día de Muertos no nació con una película de Jame Bond? ¿Te vas a quejar porque “Coco” es un atentado cultural?
¿Entonces? ¿Cuál es el problema? ¿Por qué tendría que haber un problema aquí?
Al contrario, utiliza “Emilia Pérez” como punta de lanza para discutir cosas que no se han discutido a esos niveles. Cuélgate de este filme para inventar otro desfile, otra tradición, otro acto de justicia. ¡Ahora o nunca!
Nos vemos el 23 de enero en las salas cinematográficas de todo el país. ¡Gracias!