Espectáculos

Crítica a los Premios Oscar 2025

Decepcionado. Me siento profundamente decepcionado de la Academia de Artes y Ciencia Cinematográficas de Estados Unidos, de los influencers y de la prensa nacional.

De la Academia, porque sus miembros se sometieron a la visión de Donald Trump y nos ofrecieron una ceremonia de entrega del Oscar particularmente cobarde, peligrosa.

De los influencers y de la prensa nacional por su asquerosa ausencia de compromiso social, por promover el odio, por seguirle el juego al algoritmo. ¿Le sigo?

Vamos a decirnos la verdad: el mundo se la está pasando mal y Estados Unidos, peor.

A lo largo de la temporada de premios, hemos visto violentísimas críticas hacia el gobierno de Trump.

Considerando que el Oscar es la cúspide del poder suave, había grandes expectativas sobre las denuncias que se iban a hacer ahí.

¿Y qué pasó? Nada. El conductor jamás hizo el más mínimo comentario crítico. Los presentadores (salvo Daryl Hannah), tampoco.

Si por ahí se colaron los temas de los afrodescendientes, Palestina y los migrantes dominicanos (más no latinos en general), fue porque los ganadores los pusieron sobre la mesa, no porque se hubiera propiciado un clima para eso.

Si hiciéramos un análisis punto por punto de todo lo que sucedió a lo largo de esa aburridísima fiesta, nos iríamos de espaldas de la vergüenza que fue aquello.

¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por el preocupante silencio sobre el tema trans? ¿Por el escandaloso edadismo del que fue víctima Demi Moore?

¿O por el hecho de que una película que cuenta la historia de amor entre una trabajadora sexual y un mafioso si pudo brillar en un contexto como ése porque coincide con los peores estereotipos patriarcales?

¿Por qué nadie se dio cuenta del castigo que le dieron a “Cónclave” por meterse con algo tan conservador como la Iglesia Católica?

Claro, porque las multitudes estaban demasiado distraídas deseándole el peor de los fracasos a “Emilia Pérez”.

¿Sí se da cuenta de lo que sucedió la noche del 2 de marzo? México se unió, pero se unió en odio.

Brasil, en cambio, se unió en amor. Siento la más grande de las envidias de lo que pasó en mi amado Brasil ese domingo porque su industria cinematográfica no sólo fue capaz de generar una obra maestra y ganar el Oscar.

Su pueblo entero se unió para apoyar ese filme, para celebrar ese triunfo, para encumbrar a su protagonista.

¿Cuándo, en toda la historia de las nominaciones mexicanas, las multitudes de este país han hecho algo parecido?

¿Cuándo vimos camisetas con la cara de Adriana Barraza? ¿Cuándo vendieron muñecos de Demián Bichir? ¿Cuándo se hicieron máscaras de Salma Hayek? ¡Nunca!

¡Ah, pero no fuera “La casa de los famosos” porque entonces sí hubiéramos tenido fiestas y eventos callejeros más o menos parecidos a los que Brasil tuvo con “Aún estoy aquí”!

Ése es el México que tenemos. Ésas son nuestras prioridades. Por eso “Emilia Pérez” enoja como enoja. Por eso duele.

Y es aquí donde tengo que hablar, aunque sólo sea un poco, de la mayoría de los influencers y de los periodistas que cubrieron esto.

Si en verdad aman tanto a este país al que supuestamente “Emilia Pérez” ha ofendido de una manera tan brutal, ¿por qué jamás criticaron así, como lo hacen, con gritos, groserías y aspavientos, que no hubo ni una sola mexicana, ni un solo mexicano, representándonos en el Oscar?

¿Por qué, si son tan buenos para confrontar a Zoe Saldaña repitiéndole hasta el cansancio que aquí estamos ofendidos con “Emilia Pérez”, jamás se han sentido ofendidos porque La Academia se sigue negando a nominar el cine que están haciendo nuestras nuevas generaciones?

¿Por qué no hablaron de “Sujo”, de “Tótem” ni de todos los desprecios que nos han hecho en los últimos años?

¿Saben por qué no? Porque no les interesa. Porque su amor por México sólo existe cuando les va a generar “views”, “likes” y “rating”. Porque su amor por México es en realidad un ejercicio de rencor, de vanidad, de ventas.

La bronca, como siempre, es que esto educa. En consecuencia, ahora, en lugar de tener más y mejores audiencias, tenemos una camada de cibernautas más Hollywood, más rencorosa, más vanidosa y, lo más triste de todo, más pobre porque el algoritmo no es democrático.

¿Ya le quedó claro por qué le digo que me siento decepcionado? Todos perdimos aunque el odio nos haga creer lo contrario.


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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