Qué tan maravillosa no será la película “Alien, el octavo pasajero” que 46 años después se siguen haciendo contenidos sobre ella y ninguno, absolutamente ninguno, le llega a los talones.
Sí, yo sé que de repente alguien puede sentir cariño por algún título como “Aliens: el regreso” o, como yo, adorar propuestas como la de “Alien: Romulus”.
Pero, tal y como ha sucedido con todos los grandes clásicos del cine de los años 70 desde “El padrino” hasta “El exorcista”, nada se compara con la experiencia original de aquel título.
Tenemos mucho qué reflexionar sobre lo que pasaba con el cine, la música, el teatro, la televisión y, en general, con las industrias culturales de aquel entonces que, por un lado, eran tan buenas, tan potentes.
Y, por el otro, dejaron una huella tan profunda que existe una marcada obsesión por regresar a ellas justo ahora que tenemos mil veces más libertades y mil veces más recursos para contar historias.
¿Por qué le estoy diciendo esto? Porque ayer martes 12 de agosto a las 17:00 horas se estrenó “Alien: Earth” en Disney+.
Como usted y todo el mundo sabe, es la primera serie de “Alien”, de esto que comenzó como una arriesgada película de terror espacial y que terminó por convertirse en un universo como el de “Star Wars”, “Marvel” y “Harry Potter”.
¿Entonces la serie de “Alien” es mala? No. Para nada. Es magnífica.
El “pequeño” detalle es que cuando uno la pone espera sentir lo mismo que sintieron las multitudes que, como yo, tuvieron el privilegio de ver la primera película, en el cine, en aquellos años.
Y no. Es diferente. No es mala pero tampoco es el título que comentaremos con nuestra familia y con nuestros amigos durante años.
Las películas de “Alien” siempre han tenido una peculiaridad: adaptan al monstruo al momento histórico de su producción.
Si la preocupación social es el VIH, nos dan “Alien 3”. Si llegamos a la clonación, nos dan “Alien: Resurrection”.
Hoy el gran tema es la inteligencia artificial. Adivine por dónde va “Alien: Earth”. ¡Exacto! Ahora todo lo del monstruo gira alrededor de la inteligencia artificial.
Yo me pregunto: ¿Eso es “Alien”? Y sufro porque si hay un título incapaz de moverse en estos tiempos de corrección política es éste.
“Alien, el octavo pasajero” de 1979 es una película de violencia sexual. Es la historia de un monstruo diseñado por un genio del arte biomecánico donde todo era sexo.
El monstruo era sexo: el monstruo violaba, el monstruo embarazaba. Y no le sigo por respeto a “las buenas conciencias”.
La verdad, cuando veo que “Alien: Earth” está llevando esto al terreno de “Peter Pan” no puedo evitar pensar en algo parecido a la inclusión forzada, que va por el lado de la represión, o, peor tantito, en la sexualización de “Peter Pan”.
Dudo que J. M. Barry, cuando escribió “Peter Pan”, haya pensado en algo como lo que pensó H. R. Giger cuando diseñó a los ovomorfos.
Me parece muy sintomático que así como en tiempos de alta censura los escritores de “Superman” se inventaron al perro Krypto, en esta época tan peculiar (donde también tenemos al perro Krypto) “Alien” se esté yendo por el lado de la infantilización.
No estoy atacando la serie como en su momento no ataqué propuestas tan disparatadas como “Alien vs. Depredador”. Mi obligación es decirle: fíjese lo que va a ver cuando vea esta superproducción de la casa FX.
“Alien: Earth” es una serie que se desarrolla en un futuro no muy lejano, entre “Prometeus” y “Alien, el octavo pasajero”, donde pasan las cosas que siempre pasan en los contenidos de “Alien” incluyendo la reflexión sobre temas profundos.
En este caso, muy “Avatar”, en cómo la inteligencia artificial nos puede ofrecer soluciones a la enfermedad (y a la muerte) y en cómo la guerra de corporaciones está acabando con nuestro planeta.
Narrativamente es espléndida porque convierte al universo “Alien” en algo así como un videojuego donde las audiencias todo el tiempo están participando, sintiendo, peleando.
Pero lo mejor son los valores de producción. Es admirable el cuidado en todos y cada uno de los detalles. Cuando no son los efectos especiales son las coreografías de los combates. Cuando no es el maquillaje es el vestuario.
¿Vale la pena ver esto? Por supuesto que sí, especialmente si usted, como yo, es fan de este universo y ama imaginar cómo embonan las películas.
Lo único que le suplico es que al final vuelva a ver la primera película. Eso sí nunca cambia. Eso sí es eterno. ¿A poco no?