Mañana miércoles 6 de agosto va a ser uno de los días más movidos de todo el año en materia de medición de audiencias, tendencias y todas esas cuestiones.
¿Por qué? Porque se va a estrenar el volumen uno de la segunda temporada de “Merlina”, un clásico, un referente, uno de los mayores éxitos, uno de los más grandes logros de toda la historia de Netflix.
¿Se da cuenta de lo que le estoy diciendo? Netflix le ha hecho aportaciones fundamentales al imaginario colectivo de la humanidad entera.
Desde “El juego del calamar” hasta “Stranger Things” pasando por “House of Cards”, “The Crown”, “Adolescencia”, “Narcos”, “La casa de papel” y “Bridgerton”, entre muchas otras maravillas.
No estamos ante un estreno más del montón. Ni siquiera estamos ante un estreno fundamental. Estamos ante un acontecimiento.
Y se lo estoy avisando desde hoy para que, en el muy remoto caso de que usted no haya visto la primera temporada, de que no la haya acabado o de que ya no se acuerde, deje de hacer cualquier cosa que esté haciendo y mate por maratonear esto ya, ya, pero ya.
¿Cuál es la nota? Merlina. El personaje de Charles Addams.
No vamos a jugar a competir sobre quién sabe más de “Los Locos Addams”. Que si el comic, que si la serie, que si las caricaturas, que si las películas ni nada de eso.
Aquí hay algo mil veces más relevante: Merlina no era “Los Locos Addams”. Era sólo un personaje de “Los Locos Addams”. Una parte.
Fíjese usted qué visión la de los escritores Alfred Gough y Miles Millar y la del productor y director Tim Burton: detectaron la grandeza de Merlina.
Y hay un asunto que amo todavía más: que las cabezas de Netflix, en lugar de cambiarle el nombre a este personaje a Wednesday, que es el nombre original en inglés, tal y como dicen las reglas de las marcas en la actualidad, hayan respetado el nombre de Merlina que fue el que la integró a la cultura de toda Hispanoamérica.
¿A qué me refiero cuando hablo de la grandeza de Merlina? Seré breve porque esto da para una tesis universitaria:
“Los Locos Addams” era una tira cómica que se burlaba de “Las buenas conciencias” en Estados Unidos, de la gente “bien”, de las personas “normales”.
Merlina era, objetivamente, muchas cosas muy malas. Era mujer. Era niña. Era brillante. Era valiente. Era autosuficiente. Era insensible. Era antisocial.
En resumen, era un peligro, una bruja del siglo XX. ¿Por qué trascendió? Porque “Los Locos Addams” era comedia. Porque en comedia esa nena era soportable.
Si la hubieran hecho en drama, la hubieran internado en uno de los legendarios hospitales psiquiátricos de aquel entonces. Discriminación total.
Hoy, cuando todos aquellos defectos se convirtieron en virtudes, Merlina es una creación que se adelantó a su época, una heroína del siglo XXI, una figura aspiracional.
Y la serie de Netflix la potencia a un nivel que ya hubiera querido “Harry Potter” en 1997. Con la ventaja de que ella, además, e insisto en este punto, es mujer.
Merlina no es “Sabrina, la bruja adolescente” ni como las brujas que atascaron el cine y la televisión de los años 90. Merlina viene de la oscuridad.
Ella no nació estelar. Su ascensión dentro de la industria del espectáculo manda mensajes. Es la ascensión de millones de adolescentes. Es la inclusión convertida en entretenimiento.
Por si esto no fuera suficiente, Merlina, esta Merlina, la de la serie “Merlina”, ya no es comedia. Es todo: drama, terror, acción, conspiraciones, peleas.
Y no deja de ser bellísimo que todos los valores a los que se oponía el personaje en su diseño original sean los que lo sostengan hoy con tantísimo vigor.
Ahí está, por ejemplo, el valor de la amistad. ¡Quién se iba a imaginar, cuando la serie en blanco y negro de 1964, que Merlina se iba a convertir en uno de los más hermosos sinónimos del valor de la amistad! ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!
En casos como el de “Merlina”, la serie, cualquier elogio vinculado al nivel de las actuaciones o a los valores de producción, sale sobrando.
Estamos ante un clásico, un referente, uno de los mayores éxitos, uno de los más grandes logros de toda la historia de Netflix.
Luche con todas sus fuerzas por ver el volumen uno de la temporada dos de “Merlina” a partir de mañana. Le va a gustar. De veras que sí.