Pocos escritores acuden a sus compromisos con la prensa con más ánimo y buen talante como el cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955). Viste una playera Lacoste naranja, pantalones caqui y zapatos negros. Cubreboca indispensable. Después de participar en el programa televisivo que preparamos Héctor Zamarrón y un servidor con motivo del arranque de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el fin de semana pasado, el autor charla con el fusilero fuera de cámaras.
–¿Novela negra o novela histórica, maestro? ¿Cuál es su predilecta? –pregunto después de comentar su reciente visita a Coahuila, donde lo entrevistó mi colega Marcela Moreno para la señal de Multimedios.
La pregunta se deriva de los géneros cultivados por este multipremiado narrador y libretista de cine, quien ha creado un universo personal de la trama policiaca con su tetralogía Las cuatro estaciones, saga publicada entre 1991 y 1998, protagonizada por su personaje Mario Conde y que vio la luz primera precisamente por una edición de la Universidad de Guadalajara, pero que también ha echado mano del subgénero histórico, como es el caso de su obra El hombre que amaba a los perros (Tusquets, 2009), sobre los últimos días de Ramón Mercader, el asesino de Trotski, en la capital cubana.
–Fíjese usted –responde, animado por el tema– que yo soy autor de falsas novelas negras y de falsas novelas históricas, porque en realidad siempre escribo del presente. Todo lo que publico tiene que ver con nuestro tiempo.
Con la certeza de que el oficio periodístico le abrió la puerta a la literatura, no solo por la escritura sino por el encuentro con personajes reales que moldearon los de la ficción narrativa, sus tramas suelen remitir a Cuba y recuerda en esta charla cómo en algunos textos de juventud hacía conversar a un escritor principiante con un viejo gobernante, que no eran otros que el propio Padura y Fidel Castro.
El autor presentó su libro Como polvo en el viento y recibió la medalla Carlos Fuentes en la FIL.
Alfredo Campos Villeda
@acvilleda