Conscientes del hastío que la sociedad experimenta por su historia y presente, reducidos hoy a minorías en el espectro político en curso, priistas y perredistas han acudido al librito para afrontar su lucha por la sobrevivencia con una carta obligada: hacer a un lado a los dirigentes de siempre, esos que propiciaron la debacle, con adscripción específica, y apostar a que nombres menos expuestos más algunos nuevos, combinados con personajes externos al círculo rojo, puedan decirle algo diferente al electorado en junio próximo.
El pragmatismo se ha impuesto a linajes y cacicazgos antiguos. Alejandro Moreno ha comenzado a zafarse en el discurso y ahora en las listas de candidaturas plurinominales de personajes de la alcurnia priista que solían no dejar de figurar en puestos de elección popular desde los años 80, pero a menudo desde la comodidad de la representación proporcional. Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa y César Camacho son algunos ausentes notables, si bien los hoy privilegiados no acarrean mayor popularidad que ellos y hasta pueden etiquetarse como reciclados: Rubén Moreira, Carolina Viggiano, Ismael Hernández Deras...
La estrategia fue dejar fuera a todo aquel cuya alusión remitiera a dos periodos, salinismo y peñismo, el primero por ser la antítesis por lo menos discursiva con el grupo que hoy detenta el poder (aunque sobrevivan ahí personajes como Manuel Bartlett), el segundo por la inequívoca historia de corrupción que lo define y se ilustra en la decena de ex gobernadores, aliados de Enrique Peña, presos o en líos con la justicia, además de los escándalos Casa Blanca y Lozoya.
El caso del PRD es diferente porque estructurado desde su fundación como un hábitat de distintas especies regidas por una sola voz, primero la de Cuauhtémoc Cárdenas y después la de Andrés Manuel López Obrador, el rompimiento tras la creación de Morena lo dejó en ruinas y el Presidente se encargó, desde la campaña para apuntalar su nuevo partido, de desprestigiarlo más. La ausencia de líderes de las tribus sobrevivientes en sus listas plurinominales implica, decía antes, que se procede con el librito, mientras que el PAN, pragmático a su modo, apostó por el contrario a reconciliarse con Felipe Calderón y a postular a los mismos de siempre.
@acvilleda