La expresión “nueva normalidad” generó polémica por un aparente contrasentido, pero se impuso. Hoy sabemos que la sana distancia, el uso de cubrebocas, el lavado de manos continuo, la vacunación anual y el comercio electrónico, entre otras actividades, son las constantes de nuestra época después de la pandemia de covid-19. Nadie sabe cuánto durará esta fase, que es global.
Nosotros, en material electoral, vivimos décadas con una normalidad que apenas si llegaba a tener alguna variante que la distinguía de un sexenio a otro. La reforma electoral en época de Jesús Reyes Heroles, la sacudida del Frente Democrático Nacional de 1988, los asesinatos políticos de los años 90, la ciudadanización de la autoridad comicial y el fin de la hegemonía priista con el triunfo de Vicente Fox.
La alternancia no significó desmantelamiento del antiguo régimen ni de los privilegios de fuerzas políticas influyentes, como los sindicatos de militancia priista, que supieron navegar en los doce años de panismo para reencontrarse en el poder con la vuelta de su partido de la mano de Enrique Peña Nieto, salvo Elba Esther Gordillo, quien reacia a la reforma educativa, una de las llamadas estructurales que impulsó aquel sexenio, acabó en la cárcel.
En esa normalidad política de décadas, las prácticas electorales representaban una baraja de chapucerías, sobre todo del PRI, pero que pronto fueron adoptadas por los partidos opositores en cuanto comenzaban a extenderse en algunos territorios. Ardides con nombres propios de la picardía mexicana como “carrusel” y “ratón loco” hasta defraudación más sofisticada como campañas sucias en medios y uso de recursos de dudosa procedencia eran la constante, la normalidad cuando se hablaba de trampas en los comicios.
Sin embargo, la “nueva normalidad” alcanzó también el terreno electoral y no precisamente con el uso de cubrebocas o gel antibacterial: llegó a punta de pistola. Si hay una característica a evocar de este proceso será la violencia, la intervención del crimen organizado, emitiendo un voto anticipado por la boca de fusiles que hacen ver como juego de niños prácticas como “mapachería” o “alquimia”.
Hay gobernabilidad y buen clima para salir a votar, ha dicho el Presidente. Seguro.
Alfredo Campos Villeda
@acvilleda