El Fondo Monetario Internacional, que encabeza Christine Lagarde, era la representación del diablo.
No vaya usted a creer, amable e informado lector, que la satanización estaba ligada al escándalo del otrora director del organismo, Dominique Strauss-Khan, detenido en el aeropuerto JFK de Nueva York acusado de intento de violación a una camarera guineana en mayo de 2011.
El francés renunció entonces al FMI, se declaró inocente, pagó una fianza de un millón de dólares y fue sometido a arresto domiciliario, pero la suerte estaba echada, y aunque libró los cargos tres meses después, una segunda denuncia, de una periodista francesa, acabó por hundir a quien creyó en un momento que podía ser candidato presidencial.
Su caso llegó incluso como capítulo de la serie televisiva La ley y el orden: víctimas especiales.
Pero el FMI no era ese tipo de diablo.
Su giro maléfico era otro.
Había “solapado la corrupción” mexicana; había ordenado la privatización, porque “es el que manda, impone agenda y el orden del día”; había recetado medidas promotoras de la “desigualdad” mediante pupilos que han hecho un triste papel en la economía con “planes fallidos”. En resumen, el organismo había sido “cómplice” del cáncer mayor del país: la corrupción. Además de ser “responsable de la inseguridad y violencia”.
Hasta anteayer.
Porque hasta anteayer esas eran las palabras que Andrés Manuel López Obrador había dedicado al Fondo sin importar si estaba al frente el cazador de mujeres o la señora en funciones, quien visitó a su persistente crítico en Palacio Nacional hace un par de días… y lo llenó de elogios.
Cosas de protocolo, puede ser, pero quizá también es posible que la señora no fuera informada de que las reformas de Enrique Peña no son el legado más popular, por lo que fue cómico que hablara maravillas de las políticas de México desde 2014, combinando el espaldarazo al plan de gobierno de López Obrador.
En su único tuit del jueves, el Presidente subió una foto en la que sonríe a la visitante. En la mañanera de ayer, dijo no recordar haberle lanzado agravio alguno, nunca. Todo cool. Nada más alejado que el diablo y sus avernos. Otro falso ídolo del mal que se derrumba.
@acvilleda