Apenas tres años antes de su muerte (1911-1995), E. M. Cioran ensayó una especie de testamento en una charla con Branka Bogavac publicada en una revista literaria de Belgrado, contenida en Conversaciones (Tusquets Editores, 2012), en la que, apenas saliendo de la guerra fría después de la caída del Muro de Berlín, lanza su visión sobre el porvenir de Occidente, de Rusia y de los Balcanes, siempre tendiendo puentes hacia la literatura.
Cioran consideraba a Rusia “un país del futuro” que sobrevivirá al desgaste de Occidente, un fracaso inevitable de civilizaciones, una fatiga no pasajera de la que acaso, dice, también sobrevivirá Alemania. Nótese que el autor augura éxito a una nación que acababa de renacer después del colapso de la Unión Soviética y a otra que, dividida desde 1945, iba a consolidarse como una sola pese a la sentencia de Günter Grass sobre “la unificación insensata”.
Dostoievski, apunta,abordó con mayor profundidad el mal como esencia del hombre
Sobre los Balcanes, entonces en una serie de conflictos que acabó de atomizar Yugoslavia a lo largo de una década, incluidos episodios horrorosos de limpieza étnica que llegaron a juicio en La Haya, Cioran decía que tenían un destino mediocre por ser pueblos que pasan de fracaso a fracaso y ese es su progreso, su vitalidad, dan la ilusión de futuro, pero su problema capital es el de la lengua.
Se explica: “Es la clave de todo, porque hay pueblos inteligentes, pero cuya lengua permanece en la sombra. Es una cuestión fatal. Hay lenguas que no persisten, que no se imponen. Siguen siendo lenguas provincianas”.
A propósito de misticismo y religión, abjura del ateísmo y asegura que la propia vida tiene algo de demoniaco y, por tanto, es fatal que el hombre sea así. De ahí hace un puente inevitable a Dostoievski, “el escritor que fue más lejos en el examen del hombre”, aún más que Shakespeare, porque abordó con mayor profundidad el mal como esencia del hombre. Su vida, remata, fue un infierno.
Sobre Rousseau y el hombre que nace bueno, ni hablar: “Es completamente falso. Mire los niños, ¡lo malvados que son!”. _
Alfredo Campos Villeda
@acvilleda