El FCE ha publicado en el contexto del centenario luctuoso de Doroteo Arango una obra fundamental, Seis años con el general Francisco Villa, firmada por José María Jaurrieta, quien se unió a la División del Norte en 1916 y fue secretario del Centauro del Norte hasta 2020, por lo que fue testigo de primera línea de algunos de los episodios clave de ese periodo.
No es la primera vez que se publica la obra, pero sí es la más acabada, con una investigación adicional sobre los orígenes del propio autor, que abusó de la modestia y apenas si menciona algún detalle propio a lo largo de estos diarios. En el prólogo, Jesús Vargas Valdez nos cuenta que una modesta primera versión apareció en 1935 y una segunda en 1987 con el sello Conaculta.
Renunciante al Colegio Militar de Chapultepec, Jaurrieta conoció a Villa en un campamento en Chihuahua, donde se recuperaba de una herida y andaba con muletas. “¿Qué anda haciendo aquí, chamaquito? ¿Qué no sabe que en esta vida he visto llorar y rajarse a los hombres?”, fueron las primeras palabras que le dirigió el revolucionario.
En el capítulo “Ángeles y Villa” relata: “El 11 de diciembre de 1918 cruzó la frontera internándose en territorio mexicano el señor general Felipe Ángeles (…) caminaba sonriente y tranquilo de la aventura que se iniciaba. Montaba un brioso caballo color moro del que hizo constantes elogios durante la noche, premiando al corcel otro día con bautizarlo, llamándolo en lo sucesivo John Brown.
“El equipo del general consistía en dos pistolas calibre 38 especial, suspendidas al cinto a la usanza del ejército federal; un rifle 8 milímetros Springfield con su dotación de cartuchos y montura del ejército americano, que fue lo más parecido al albardón que encontramos, pues nunca había montado silla vaquera mexicana o americana, manifestándonos que no le agradaban. En una de las alforjas de su montura llevaba una Historia de los Estados Unidos, escrita en inglés, la que leía y releía en los altos que hacíamos”.
