Los tiempos de la sucesión reactivan modos naturales de hacer política a la mexicana, rompimientos de antiguos camaradas en disputa del siguiente escalón, vicios propios de la idiosincrasia de las élites que gobiernan y algunas estampas icónicas que, sin responder al axioma de que la historia no se repite, exhiben que sí hay una memoria que tiende a manifestarse.
La debacle del PRI como partido y forma de vida, es decir, más allá de la silla de Palacio Nacional, puede tener fechas de origen con igual sustento y válidas, sea desde la represión de estudiantes de 1968 o el robo de la elección veinte años después, sea desde la matanza del Jueves de Corpus hasta la negativa a democratizarse en los años ochenta.
Habrá quien vaya más atrás en la búsqueda de ese origen del derrumbe con la traición de los postulados de la Revolución y los desencuentros de los generales o más adelante con la guerra sucia de los setenta.
Pero algunos ritos propios de esa escuela no cambian. Ernesto Zedillo eligió un mal candidato, en tiempos en que ya no era suficiente con tener la bendición presidencial, y debió entregar la banda a la oposición después de setenta y un años de gobierno priista al hilo. Se adelantó a su partido y felicitó al ganador Vicente Fox.
En una oposición que no acababa de creérsela, unos vieron en Zedillo a un demócrata y otros se abstuvieron de opinar por un comprensible recelo. En su partido, echado del poder máximo después de siete décadas, llovieron las acusaciones de traición, sobre todo desde los reductos de salinismo.
Cuando Alfredo del Mazo salió a reconocer el triunfo de una candidata no priista por vez primera en el Estado de México el domingo pasado, bastión histórico del tricolor, ya el líder de su moribundo partido había salido a acusarlo de traidor la víspera. Sí, esa película ya la vimos. Tocó a Zedillo rendir la Presidencia y a Del Mazo III el Edomex con todo y Atlacomulco.
Hay modos que son propios de una idiosincrasia. ¿No recordó usted a Manuel Camacho Solís agitando la vida pública con sus amagos de lanzarse por la libre, desplazado ya por Luis Donaldo Colosio en aquel 1994 funesto, ahora que su pupilo Marcelo Ebrard convocó a los suyos para anunciar la renuncia a la SRE?