Un par de videos exhibe un suceso ocurrido anoche en Buenos Aires. Son apenas 10 segundos. En el primero, con formato vertical, la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, va llegando a casa, se escucha algún alboroto de sus seguidores, uno grita “¡te amo, Cristina!”, y desde el ángulo del providencial camarógrafo aparece un sujeto que apunta con una pistola negra al rostro de la mujer, que viene de frente, y se escucha lo que puede ser el jalón de gatillo. Ella se agacha cuando ve el arma frente a su rostro. Gente corriendo. El segundo documento visual, horizontal, tomado desde atrás de la funcionaria, muestra la misma escena con un auto blanco de por medio y el alboroto. La toma es más lejana y no se puede inferir si el hombre accionó su arma, que al final no dejó salir bala alguna.
Salvo la posibilidad de que el ruido del primer video sea o no del gatillo, el resto no tiene discusión. Hay un hombre que pone un arma en la cara de Cristina K, no sale disparo y es detenido en el lugar. De acuerdo con información de las autoridades, el sujeto resulta ser un brasileño con antecedentes penales, la pistola es real y estaba cargada con cinco proyectiles. El presidente Alberto Fernández dice en un mensaje que se trató de “un atentado contra la vida” de la vicepresidenta y confirma que el agresor “gatilló”, pero por una razón desconocida el arma no respondió.
En medio como está la mujer de un escándalo por acusaciones de corrupción y la amenaza de ir a juicio, a grado tal que ya son días los que lleva la verbena de seguidores afuera de su casa, no faltaron las expresiones de sus opositores poniendo en duda el hecho. La polarización que genera no podía pasar inadvertida ahora y pese al cierre de filas de liderazgos latinoamericanos, la extrema derecha no vaciló en que se trata de una “victimización” apenas minutos después de conocerse los videos.
Evidentemente el caso devino político, acaso cuando el detenido todavía no llegaba a la cárcel. En menos de una hora y sin más información que ambos videos, los aliados de Cristina K veían un “atentado”, un “intento de magnicidio” y un “ataque”, mientras que los detractores no tenían dudas de “un montaje”, “una obra de teatro” y “una pantomima”.
@acvilleda