Es 2021 y el agua cotiza en la bolsa y el oxígeno se roba a mano armada. Y el lado más ruin de nuestra especie sale a flote. Desde que se anunciaron las primeras muertes por covid en México, tardaron menos en aparecer los “emprendedores” que estafaron a miles, que el gobierno en salir a decir: todo está controlado.
A algunos la pandemia les cayó como anillo al dedo. Una empresa que distribuye cosméticos de una youtuber, por ejemplo, abrió su filial de protección sanitaria y ofertó, en un sitio muy profesional, conchas para aserrín como mascarillas kn95.
Afortunadamente, Paypal protegió mi compra y me regresó el dinero. Guardo uno de esos inútiles barbijos para recordarme la ruindad del emprendimiento despiadado… y mi estupidez, sí. ¿Cuánto dinero habrán ganado los estafadores?
Los grandes y los pequeños, esos que anunciaban material de protección en FB y desaparecían luego de realizados los depósitos. Los emprendedores que revendieron cubrebocas en más de 200 pesos, ¿reinvirtieron su ganancia en celulares chinos y ahora manejan un Audi?, ¿le compraron ropa nueva a sus bebés o una lavadora a sus mamás? Ahora vemos los anuncios más ruines en las redes sociales: “Concentrador de oxígeno, la joya de la corona, sólo para gente de lana”, y noticias terribles en las que algún innombrable le vendió helio en lugar de oxígeno a alguien que intentaba salvarle la vida a un familiar.
Los imagino justificándose ante sus santos, pidiendo más trabajo, arrepintiéndose, poniendo una limosna y qué hacerle, el que no se pone vivo no come. Y parece que el repentino baño de pureza de las redes no alcanza para frenarlos. Nomás que no pongan que la vacuna trae un chip porque ahí sí les cierran el negocio.
@eljalf
