La división del mundo en dos frentes irreconciliables nos ha costado mucho críticamente. Movimiento de manual del populismo y la manipulación mediática, el reducir la compleja realidad a dos polos, el convertir el campo de la opinión pública en una batalla digital de posturas inamovibles, en el que se entiende como un ataque cualquier intento de mediación crítica, nos ha convertido en seres que han elevado al estatus de verdad las opiniones más o menos informadas que publicamos en redes, y que han convertido el diálogo o en un mecanismo de violenta defensa o en un ejercicio en el que solo se intercambian reafirmaciones de eso que creemos son certezas que impactan el mundo.
Nadie quiere ya leer entre líneas o, peor, leer dos veces; ni escuchar lo que se dice desde el otro “extremo” de nuestra postura, ni ceder un ápice del terreno que creemos conquistado por haber leído un par de infografías, visto un TikTok de algún filósofo enojado y comprendido dos o tres memes antiimperialistas. Imposible mantener la cabeza fría.
Es más importante convencernos de que tenemos la razón que hacer una revisión crítica de los procesos que mueven al mundo y que concluyen en un grupo de radicales irrumpiendo en una fiesta para asesinar a jóvenes que sólo buscaban divertirse y en el bombardeo histórico de un pueblo desplazado en su propia tierra. Supongo que es imposible pensar en lo absurdo tanto de la justificación del ataque como de la agresiva contraofensiva que es, en realidad, la consecuencia de décadas de opresión a un pueblo que, al parecer, ha sido condenado a rumiar su rabia y ha encontrado el modo de su venganza.
Supongo que en un mundo hiperpolitizado promovido por la participación pasiva desde las redes sociales y en el que se nos exige una postura ante las atrocidades y la tragedia, es complicado emitir opiniones sin justificar la barbarie o condenar a estirpes enteras al sufrimiento. Supongo que, a la distancia, es fácil saciar nuestra sed de justicia aunque eso implique ponernos, al menos durante un momento, del lado de los victimarios.