Una ciudad cuyo patrono es San Francisco de Asís no debería celebrar corridas de toros. La tradición dice que San Francisco sentía una profunda devoción por los animales: durante sus días de meditación y oración se rodeaba de ellos y éstos entendían sus palabras… incluso aseguran que podía hacer que las aves formaran una cruz en el cielo..
Giotto, en un par de ocasiones, representó la famosa escena del santo ofreciendo un sermón a un grupo de aves congregado a sus pies. Y más famosa es la anécdota de Francisco con el lobo de Gubbio, pueblo de Perugia que alrededor de 1220 vivió aterrorizado por un lobo que devoraba personas. Francisco salió a su encuentro, el lobo se lanzó contra él con las fauces abiertas, pero el santo hizo la señal de la cruz y el lobo inclinó la cabeza y se sometió a Francisco, completamente a su merced. Le ordenó no hacer más daño. Pero el santo sabía que el hambre era lo que movía al lobo a hacer tanto mal, entonces comprometió al pueblo a alimentarlo; le dijo al lobo: “serás alimentado todos los días por los habitantes de esta tierra: ya no sufrirás hambre… pero debes prometer nunca más atacar a cualquier animal o ser humano. ¿Haces tú esta promesa?”. El lobo le contestó que sí y vivió dos años en Gubbio, yendo amistosamente de puerta en puerta buscando su alimento.
En su último texto, “El cántico de las criaturas”, Francisco escribe: “Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas”, pues consideraba a los animales sus hermanos. En 1979, Juan Pablo II lo proclamó patrono de la ecología y popularmente es el santo protector de los animales.
Torturar toros en su nombre es una más de las atroces incongruencias del catolicismo. Las corridas de toros deben desaparecer.
Alfonso Valencia
@eljalf