Todxs se quieren subir. Todxs quieren ser lxs primerxs. Saben muy bien que lo importante en este momento, más allá de una propuesta sólida para satisfacer las necesidades de una sociedad en continua y veloz transformación, es colocar sus nombres en escena.
Primero, lo primero: aparecer aquí y allá, como esporádicamente. Sonreír, hacerse pasar por unx de nosotrxs: alguien que sólo busca ganarse el pan y sacar adelante a su familia. Luego viene demostrar que siempre han estado preocupados: que han estado silenciosamente ahí cuando su influencia ha sido necesaria: en las tragedias, en las adversidades. Van a querer demostrarnos que lo que hay detrás de sus ambiciones es pura vocación: nos espera un bombardeo de la pureza de sus credenciales académicas y morales, y una repetición de las narrativas que, según ellxs o sus asesorxs, lxs han puesto en el lugar exacto para satisfacer sus intereses: servicio, trabajo, esfuerzo, pueblo y otros recursos retóricos: el progreso, la dignidad, la honestidad y el culminar un proyecto que no se puede definir al cien por ciento, pero que sin duda es el correcto.
Nos esperan dos frentes: la denostación del pasado y su transformación a modo para configurar un discurso que glorifica el presente y lo que representa para un futuro soñado; y la denostación del presente y su interpretación a modo para plantear un futuro que, más o menos, se parezca un poco al pasado, pero sin su desfachatez característica.
Nos espera su desesperación haciéndose pasar por meditativa calma. Y ya luego la denostación de sus adversarixs, las campañas épicas para sobresalir gracias a lo podrido que resultan lxs otrxs. Habrá que disfrutar la calma antes de la aburrida tormenta que se avecina.
Alfonso Valencia
@eljalf
