Johan Heinrich Pestalozzi nació en 1746 en Zurich, Suiza. Ha sido reconocido como el “padre de la pedagogía moderna” por sus grandes aportaciones a la educación. Fue un referente importante en el pensamiento y trabajos de Fröbel y Herbart además de los movimientos educativos del siglo XIX. A su vez, Pestalozzi tuvo cierta influencia del pensamiento de J.J. Rousseau a través de una de sus grandes obras el Emilio.Desde su juventud, Pestalozzi tuvo un acercamiento con la población vulnerable y fortaleció su espíritu de libertad siempre en busca de un nuevo orden social, para ello mantuvo comunicación constante con jóvenes activistas y círculos estudiantiles donde se debatía sobre los verdaderos problemas de la ciudad. Esto fue lo que caracterizó su“lucha por educar a las clases sociales menos favorecidas, en favor de su libertad y de su autonomía, a partir de lo que son y de lo que aspiran a ser” (García Izaquita, 2012) Esto fue la base de su pensamiento educativo.
Cuando abandona Zurich en 1768, Pestalozzi funda una escuela de producción con la idea de apoyar a los niños pobres. El nombre de la institución fue Neuhof (Granja Nueva), la cual, en 1780, quebró por incosteable. “La empresa del Neuhof estuvo impulsada por el gran sueño de rehacer una humanidad autónoma, lejos de la civilización urbana y de las discusiones estériles de los jóvenes aristócratas. Pestalozzi se convirtió en un pobre entre los pobres y se ocupó de hacerles descubrir en su propia condición los instrumentos de su liberación” (Soëtard, 1994) La filosofía en esta institución es el impulso a la relación entre pedagogía e industria basada en el trabajo social y concebida como el instrumento decisivo de desalineación del proceso educativo: al financiar su propia formación con el producto de su labor, los niños no deberán nada a nadie.
En su madurez, Pestalozzi “ya no será ni el duro empresario ni el buen padre del pueblo sino un educador, situándose a distancia a la vez de las exigencias sociales como del deseo de los interesados y obrará para lograr el acercamiento de los dos polos en el sentido de constituir en cada uno de ellos la libertad autónoma, una libertad comprometida a la vez con el mundo social gracias a la adquisición del oficio, y esforzándose por encontrar en esa realización el desarrollo pleno de sí mismo. La acción educativa permite de este modo superar la paradoja de Rousseau que establecía la imposibilidad de formar al mismo tiempo al hombre y al ciudadano”. (Soëtard, 1994).
El método de Pestalozzi se funda en el espíritu de reconocer al niño como un ser humano en su actitud frente a la vida. Pondera la posibilidad de crearle condiciones favorables para su desarrollo y dar eficacia a su capacidad de acción a partir de articular tres elementos: cabeza, corazón y mano. Para Pestalozzi, “el poder del hombre está representado en la cabeza, pero gracias a la facultad humana de reflexionar, esto es, de separarse y tomar distancia del mundo y de las percepciones que depara, le es posible al hombre, construir conceptos e ideas. Pero como individuo, el ser humano no está aislado, su vínculo con el mundo y con sus semejantes se establece mediante un proceso interactivo y dialéctico, que le provee experiencias sensitivas y afectivas para mancomunarse con el otro en la conquista de su entorno, esta es la dimensión del corazón. El hombre, provocado de este modo por lo que es y requerido por lo que debe ser, no tiene otra solución en ese conflicto, siempre abierto y plenamente asumido, que hacer una obra consigo mismo: esa es la dimensión de la mano”. (García Izaquita, 2012).
Pestalozzi falleció en Brugg, Suiza en 1827, sus aportes son amplios y ricos en contenido, nos ayuda a repensar, no solamente la reconfiguración de la práctica pedagógica que desarrollan los docentes, sino también pensar en la reestructuración de los sistemas educativos en el entendido de procurar las condiciones para el ejercicio docente en un clima de libertad autónoma y responsable. En este sentido, cada uno de los elementos del sistema educativo deben centrarse en el proyecto que sintetiza la acción pedagógica de las maestras y maestros y que hoy en día se caracteriza por la apropiación de un nuevo enfoque, el humanista, cuya esencia se encuentra en la relación pedagógica. Bajo esta concepción, los docentes deben orientarse bajo la filosofía de que la educación sienta las bases para conducirse con libertad y autonomía intelectual y moral.
Alfonso Torres