Una de las cuestiones que seguramente acompañará la instrumentación de un nuevo marco curricular en la educación básica, será la atención al rol que desempeñan los gestores en educación.
El contexto actual (pandemia-pospandemia) plantea el desafío de cambiar la escuela. Pensar en otra escuela desde los ámbitos en donde se toman las decisiones para ella y desde el interior con sus actores principales: maestros, alumnos, padres de familia y directivos.
La escuela necesita pensarse en un ámbito mayor de autonomía que le permita decidir sobre temas importantes sobre su organización, funcionamiento y acción pedagógica que desarrolla.
Para ello, es pertinente pensarla como espacio de gestión compartida entre los miembros de la comunidad escolar que permita la construcción de un clima institucional que favorezca la enseñanza y el aprendizaje. Se constituye así una escuela como un espacio de socialización, democrático y participativo, donde existen compromisos comunes enfocados a mejorar los aprendizajes.
La gestión la reconozco como la capacidad de articulación de recursos para el logro de objetivos comunes. En este sentido, la acción desde de la gestión escolar solo cobra relevancia y sentido si apunta hacia el logro de aprendizajes.
Es importante el proceso pero también los resultados. Las políticas locales de una escuela deben ser claras y compartidas por todos y atender de manera equilibrada cada una de las cuestiones implicadas: formación profesional, infraestructura, condiciones de operación, equipamiento, relaciones humanas, vinculación con la comunidad, participación de los actores internos, entre otras.
Un cambio de orientación hacia este enfoque de gestión exige de personal debidamente formado y capacitado, en el rol de gestores que desempeñaran, tanto en el nivel de escuela como en otras posiciones del sistema educativo.
En el ámbito del rol de gestores educacionales, aquellos que con sus decisiones determinan en mucho la vida de las escuelas, deben ser personas que estén involucradas en el conocimiento de la cotidianidad escolar, en sus problemas y necesidades, en la particularidad de sus condiciones. Ello les permitirá establecer políticas más empáticas y congruentes, claras y precisas; que atienden la diversidad y no procuren la estandarización como la vía única de mejoramiento.
De esta manera, desde las instancias responsables del apoyo a las escuelas, el cumplimiento normativo queda sustituido por la orientación contextualizada y particularizada.
En el caso de las escuelas, como mencionamos anteriormente, es preciso fortalecer la autonomía de sus gestores (director y maestros). Los colectivos escolares deben asumir el rol pedagógico como central en sus funciones. Analizar el currículum obligatorio para identificar lo común necesario y construir espacios curriculares específicos y contextualizados a sus necesidades. Esta acción de autonomía pedagógica es central para sentar las bases de transformación escolar.
En la misma dirección, la gestión en la escuela debe procurar abrir espacios de participación y de colectividad en la discusión y análisis de los procesos pedagógicos, así como espacios y estrategias de evaluación que permitan identificar las debilidades y posibilidades de cambio y mejora. La acción evaluativa incluye el papel que desempeñan los actores involucrados y los resultados que han ofrecido.
Como podemos advertir, el sistema educativo en sus instancias de comunicación y vinculación directa con las escuelas deben transitar hacia practicas gestivas más coherentes con las necesidades actuales y una exigencia es un giro hacia enfoques más democráticos, incluyentes y participativos.
De igual manera, la escuela requiere de repensarse en sus procesos y prácticas para romper con las viejas estructuras que han sido sedimentadas en su vida y han establecido rutinas en sus prácticas que hoy son obsoletas. Deben ser organizaciones más flexibles y pertinentes a su entorno social.
El desafío de los gestores responsables en los distintos niveles está planteado, y las políticas que se diseñen e implementen en lo sucesivo deben considerarlos si es que se piensa en innovación y transformación.
Alfonso Torres Hernández