Emanado de las filas militares, el General Lázaro Cárdenas, durante su periodo presidencial de 1934 a 1940, no perdió el sentido social y la cercanía a los ideales que acompañaron a la época revolucionaria y postrevolucionaria. La búsqueda de mejoramiento de vida de las clases populares, marginadas y en pobreza siempre estuvo en su agenda política. Como parte de este proyecto, la educación tuvo un lugar preponderante y se caracterizó por una mirada integral de lo que significaba educar. En este contexto, se recuperó la reforma constitucional del Artículo Tercero de 1934 que establecía que la educación que impartiera el Estado sería socialista, en el sentido de que excluiría toda doctrina religiosa de sus contenidos y buscaría combatir el fanatismo presentando a los estudiantes un concepto racional, exacto y científico del universo y la sociedad.
La educación socialista causó debates e incomidades en algunos sectores de la población, particularmente enfrentó la oposición de la Iglesia católica que consideraba que se radicalizaría el criterio de laicidad y se corrompería la moral, la fe y las buenas costumbres. Estas ideas las divulgaron de tal forma que la labor de los maestros se veía coartada por ello. Los caciques locales tambien vieron amenazados sus intereses e instrumentaron estrategias para evitarlo, cobrando la vida de muchos maestros que en su afan de concretar los ideales del bien común extendieron su misión fuera del aula y escuela.
Gricelda Hernández (2011) nos narra que “a pesar de todos los riesgos que enfrentaban los maestros, especialmente los de las zonas rurales, Cárdenas insistió en que su papel era de líder y defensor de la revolución socialista: La misión del maestro no ha de concentrarse al recinto de la escuela; esa misión, en el orden social, exige su colaboración para el cumplimiento integral del programa de la revolución. El maestro rural es el guía del campesino y del niño, y debe interesarse por el mejoramiento de los pueblos. El maestro ha de auxiliar al campesino en su lucha por la tierra, y al pueblo en la obtención de los salarios que fija la ley para cada región (El Universal, 19 de nov. 1935:1, en Lerna, 1998). (pag. 25)
En el marco de esta filosofía política, la tarea del maestro se constituía como “agencia” en el sentido de “movilizar lo social”. Su función no se limitaba al aula ni al desarrollo de los contenidos pedagógicos, sino se constituía como dispositivo de cambio social al ser el portador de conciencia de clase y cercano a las preocupaciones de las clases populares. En ese tiempo, una cuestión relevante era dar certidumbre e impulso a la reforma agraria, y los maestros fueron artífices para ello. Julia Salazar (2023) nos refiere que Cárdenas le confirió a la educación un papel decisivo en el cumplimiento de su política gubernamental y asignó a los maestros y a la “escuela socialista” importantes funciones en la transformación de la sociedad mexicana. En el proyecto socialista los maestros debían ser agentes del cambio y guías de las organizaciones populares en la lucha contra las fuerzas conservadoras y en favor de una sociedad con “justicia social”. Así, el “maes- tro revolucionario debe ser líder social, consejero, orientador, no solo debe enseñar a leer y a escribir, sino mostrar también al proletariado la manera de convivir mejor, de crear una existencia más humana y más justa”. (SEP, 2023, pag.135)
El papel del maestro socialista se movilizó en el terreno de la acción política-revolucionaria y no sólo escolar-pedagógica. Esta conjugación tuvo reconocimiento por parte de Cárdenas al aumentarles el salario de manera sustantiva, además de otros beneficios. La articulación de la tarea escolar con el proyecto comunitario-social es lo que alimentaba el posicionamiento político-pedagógico de los maestros. El sentido social de la tarea docente cobraba relevancia, los maestros eran los líderes de la comunidad, dejando a la distancia la imagen del maestro apóstol de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Su presencia como un sujeto intelectual, moral y político daba sentido a la búsqueda de transformación social.
Hoy en día, en el marco de la Nueva Escuela Mexicana, el papel del docente se plantea desde el currículum, con algunas de los sentidos y significados ligados a una docencia de carácter social que estrecha la relación escuela-comunidad y que funda su labor en la colectividad y búsqueda del bien común. El tránsito hacia una transformación social y educativa entonces, requiere de fortalecer el papel y las condiciones de trabajo de las maestras y maestros. Las narrativas que quedan sólo en el discurso no lo lograran, se necesita de estrategias y acciones concretas: mejores salarios, mejor formación, mejores condiciones y mejores políticas.