Acá en Dallas, Texas, desde donde escribo esta colaboración, empresas, comercios y gobiernos, tienen derecho a saber todo sobre ti. Cuando solicitas un trabajo o quieres rentar un departamento, das tu consentimiento para que accedan a tus registros. Por ejemplo, saben cuándo y con qué compañía te retrasaste en algún pago; y se sabe cuántas infracciones de tránsito has cometido y por qué causas; se sabe también si has tenido problemas con la justicia.
Apenas leí el expediente de una persona que rentó una casa. Su récord crediticio era intachable, pero en los registros constaba que de adolescente fue detenido por comprar alcohol haciéndose pasar por un adulto. También los registros daban cuenta de que hace 10 años tuvo una infracción por conducir intoxicado con alcohol.
Me quedé impresionado de que esos dos acontecimientos resaltaran en la vida de un hombre que tiene alrededor de 40 años, y me pregunté de qué manera esto podía afectar su vida. Al mismo tiempo pensé en el amor que Dios tiene para con nosotros.
Quizá conoces la frase, “te perdono, pero no olvido”. Con ella hacemos saber a otros que la ofensa “permanecerá siempre en el registro”. Es algo muy común entre nosotros, pero Dios actúa en otro plano.
En primer lugar, Él nos ama a pesar de saber todo lo que hemos dicho, hecho y pensado. El apóstol Juan dice: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. El apóstol Pablo lo expresa así: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”, Romanos 5.8
En términos espirituales nuestro “expediente” está lleno de faltas. Por eso la importancia de la palabra “propiciación” que expresa la gracia de Dios, al permitir que mediante el sacrificio de Jesús nuestros pecados sean perdonados y olvidados. “Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”, Miqueas 7.19
La Navidad es el recordatorio del profundo amor de Dios por ti. No importa lo bajo que hayas caído, Dios está dispuesto a perdonarte y restaurarte. Jesús viene en tu búsqueda y rescate. Cree en Él; pídele que venga a morar en tu corazón y te salve, y Él lo hará.
Alejandro Maldonado