Estoy por cumplir 60 años, así que quizá ni siquiera hayas oído de él. Me refiero al “Enmascarado de Plata”, el que en las películas blanco y negro luchaba contra “las momias de Guanajuato”. Pues resulta que en mi infancia “El Santo” era nuestro héroe. “Él es tu tío”, me dijo alguna vez mi papá. Yo lo creí a pie juntillas y así lo aseguraba a mis compañeros. Cuando alguien se atrevía a decirme que eso no era cierto, yo estaba dispuesto a liarme a golpes por defender tal parentesco.
Luego de un tiempo supe que “El Santo” no era mi tío. De igual manera que descubrí que lo que algunos de mis compañeros decían de Santa Claus y de los Reyes Magos era verdad; que no existían y que eran los papás los que dejaban los regalos en el árbol.
Al paso de los años abracé mentiras más peligrosas, como aquella que dice: “Dios es el mismo en todas las religiones; solo cambia el nombre”. Creí por conveniencia que todos los caminos conducen a Roma, ya que eso me permitía mantener mi perjudicial estilo de vida.
Pero no se puede vivir independiente del único y verdadero Dios sin que lleguen las consecuencias. Lo increíble es que, al vernos perdidos, -y a pesar de que contra Él hemos pecado-, Dios en su amor por nosotros va a nuestro encuentro. ¿Y cómo lo hace?, a través de su unigénito hijo Jesucristo.
Jesús no dejó lugar para el engaño cuando dijo y demostró ser Dios hecho hombre. Su poder y autoridad sobre todo lo creado fue evidente: Caminó sobre las aguas, calmó tempestades, multiplicó panes y peces, dio vista a ciegos, sanó leprosos, hizo andar a paralíticos, liberó a los poseídos por demonios y resucitó muertos.
“Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí… Yo soy la luz del mundo… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre… Yo y el Padre uno somos… El que cree en mí tiene vida eterna”, asegura Jesucristo.
Muchos no tenemos algún familiar famoso o encumbrado. Para otros, aunque lo tengan, no les sirve de nada. ¿Sabes? Dios nos ofrece algo infinitamente más valioso: “Más a los que recibieron a Jesús, a los que creen en su nombre, Dios les da potestad de ser adoptados hijos suyos”.
¿Te animas? “El que a mí viene, no le echo fuera”, dice Jesús. Pídele que perdone tus pecados y que venga a morar a tu corazón, y Él lo hará.
Alejandro Maldonado