Esta semana, legisladores locales que integran las comisiones de “Gobernación y Puntos Constitucionales”, así como de “Procuración de justicia”, del PT, PRD, Morena e incluso del PRI, acordaron elaborar un dictamen para aprobar el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.
En paralelo, en el congreso local se quiere dejar pendiente el tema de las “adopciones” para estas uniones, ya que ameritaría “un mayor análisis, e incluso contar con especialistas en el tema”, según lo expresado por algunos legisladores.
Desde mi perspectiva, la aprobación de la propuesta en el pleno de la Cámara de Diputados mexiquense no representaría ningún “avance” como podría promoverse, y por el contrario, implicaría un riesgo para el bienestar social. De inicio me parece que es importante diferenciar dos conceptos que suelen presentarse como sinónimos: Equidad, e igualdad.
La palabra “equidad” se define básicamente como, “cualidad que mueve a dar a cada uno lo que merece, sin exceder o disminuir”. En otras palabras, se trata de otorgar trato digno para ambos sexos.
Por ejemplo, “equidad” es una palabra que se utiliza para pedir que se acabe con las diferencias de ingresos recibidos entre hombres y mujeres que se desenvuelven en iguales condiciones laborales. ¿Por qué una directora de una empresa debe ganar menos que su par masculino; o una deportista, o artista, debe obtener menos ingresos que un varón? Esto es un asunto de “equidad”. Sin embargo, hablar de “igualdad”, para en el caso específico del matrimonio entre personas del mismo sexo, es un absurdo.
Lo es porque básicamente el “matrimonio igualitario” pretende equipararse al que se lleva a cabo entre un hombre y una mujer; es decir, entre dos seres que poseen una composición física, genética, hormonal, natural y biológica completamente distintas. En otras palabras, se pretende “hacer igual” lo que de origen no lo es.
La “equidad” en materia de género tiene sentido en distintas vertientes, no así la “igualdad” de género por las mismas razones anteriormente expuestas. Estoy en contra de todo tipo de agresión, violencia, maltrato, o menosprecio hacia cualquier persona que se considere LGBT+.
También estoy en contra de la eventual aprobación del “matrimonio igualitario”, porque simplemente no lo es.