Política

Fallar al blanco

  • En Corto
  • Fallar al blanco
  • Alejandro Maldonado

Recuerdo que de niño un día me sentí “Robin Hood”. La razón fue aquel arco verde de fibra de vidrio, con el que lancé algunas flechas contra un largo poste ubicado a corta distancia. A veces arriba; otras abajo, pero logré un par de veces dar al blanco.

Quizá por eso, cuando recién me invitaron a un evento en que habría “tiro con arco”, gustoso acepté creyendo que todos quedarían asombrados con mi destreza. Después de todo el reto era minúsculo: disparar 10 flechas a una enorme y cercana diana.

Se armaron los equipos, y yo, fingiendo humildad, quise ser el último en participar. Llegado mi turno, y mientras suponía que las multitudes me miraban, tensé el arco con gallardía; apunté con ojo de águila; sostuve firmemente la flecha por unos segundos, y ¡fum!, solté el tiro que…, fue a perderse entre los arbustos. Al final de la jornada tuve uno de los puntajes más bajos de mi equipo, y la única “revelación” del día fue mi pobre desempeño.

Lo anterior me lleva a reflexionar sobre el pecado; que no es otra cosa que “fallar al blanco” de las normas divinas. ¡Vamos! ¡Son solo 10 mandamientos! He aquí el primero: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente”. No sé tú, pero en mi caso he fallado miserablemente, y ni hablemos de los demás.

“¡Pero he cumplido algunos!” dirás. El Apóstol Santiago asegura: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”, Santiago 2.10. Nadie en su sano juicio puede afirmar que ha cumplido con todos los mandamientos. Pablo nos dice: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”, Gálatas 3.10.

Esa es nuestra verdadera condición, “malditos” a causa del pecado, y lo puedes ver alrededor del mundo. Sin embargo, Pablo también asegura que Jesucristo tomó nuestros pecados sobre sí mismo y fue “hecho por nosotros maldición”, Gálatas 3.13 con el propósito de salvarnos.

En la cruz Jesús, quien nunca pecó; quien nunca falló a las normas divinas pues era Dios encarnado; pagó por puro amor el precio de nuestra salvación. Dile a Jesús: “Señor. Gracias por amarme y tomar mi lugar en la cruz. Perdona mis pecados y ven a morar a mi corazón. Te recibo como mí Señor y Salvador. Mi vida es tuya”.


Alejandro Maldonado

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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