Antier esa fue una de las notas principales de los medios de comunicación a nivel internacional. Probablemente el apellido te resulte familiar. Estás en lo correcto, se trata del famoso antivirus creado justamente por John McAfee allá por 1987.
El brillante genio de la tecnología británico-estadounidense estableció una compañía, “McAfee Associates”, que controlaba la mayor parte del mercado. En los 90´s decidió vender su empresa para embarcarse en una vida de excentricidades que rayaban en lo delictivo. De acuerdo con reportes de prensa, a lo largo de los años John McAfee acumuló 21 detenciones en 11 países por delitos relacionados con la portación de armas, tráfico de drogas, evasión fiscal, fraude, e incluso sospechas de homicidio.
Finalmente fue detenido en Barcelona y encarcelado desde octubre del 2020 con fines de extradición a los Estados Unidos. Horas después de que un tribunal español dictaminara que la extradición era procedente, McAfee fue encontrado muerto en su celda. Los primeros reportes indican que se suicidó. Tenía 75 años. Sin duda, es una noticia por demás triste.
Un hombre considerado como leyenda de la tecnología no pudo lidiar con “los virus” que afectaron su mente, cuerpo y alma. Y es que no importa lo brillante, famoso, encumbrado, poderoso, influyente, o rico se pueda llegar a ser; todos estamos infectados con el virus mortal del pecado y nada de lo anterior nos puede librar de su poder y trágicas consecuencias.
Ignorar o negar el pecado no alterará su mortal efecto sobre nosotros. Así que el primer paso es reconocer que “estamos infectados” y que necesitamos con urgencia del “antivirus” que nos limpie y libere. Sabernos pecadores nos hará conscientes de nuestra necesidad de un Salvador. No importa qué tan “dañado está nuestro disco duro”, Dios nos ama tanto que ha dado a su Hijo Único, Jesucristo, para que, mediante la fe en Él recibamos gratuitamente perdón completo y vida nueva.
Jesús fue crucificado a causa de nuestro pecado. Él ya pagó con su vida el precio de nuestro rescate, “el justo por los injustos para llevarnos a Dios”. La sangre de Cristo fue derramada para limpiar nuestra vida. Invoca al Cristo viviente. Pídele que te perdone. Recíbelo en tu corazón. Pídele que te salve, y Él lo hará.
Alejandro Maldonado