Por lo que vi el jueves en Atlanta, Georgia, en el primero de dos debates agendados entre el actual presidente Joe Biden y el ex mandatario Donald Trump, el rival más fuerte a vencer para el republicano es el propio Trump.
Las dificultades de Biden evidenciaron que la edad (81 años) ya le pesa. Tuvo problemas para responder, se equivocó en varias ocasiones, no hiló muchas de sus ideas y, lo más importante, le fue imposible responder cada sandez emitida por su adversario.
La fortaleza, elocuencia y popularidad de Trump, percibida al menos por la mitad de los votantes estadunidenses que lo respalda, lo dejaron en un escenario bastante optimista rumbo a la elección del 5 de noviembre. Sin embargo, su comportamiento y declaraciones antes, durante y después del primer debate dejan claro que él es su verdadero contrincante.
Trump mintió sobre la irrupción al Capitolio del 6 de enero de 2021, al decir que los manifestantes estaban “protestando pacíficamente”. En la mente de millones de estadunidenses lo ocurrido aquel día representó un desafío y peligro para la democracia. Es racista al referirse a “empleos afroamericanos”, cuando asegura que en su administración “teníamos más trabajos negros que cualquier otro presidente”. Además es misógino y ha sido acusado de conductas sexuales inapropiadas por parte de 26 mujeres. Y sobre él pesan 34 cargos criminales.
En redes sociales, entrevistas y en sus mítines de campaña, Trump ha insinuado que podría aferrarse al cargo más de los 4 años que le corresponderían en caso de ganar la presidencia. Ha asegurado que se vengará de sus adversarios políticos. Y ha manifestado la posibilidad de perdonar a todo aquel que esté siendo juzgado por la irrupción al Capitolio.
Este lunes la Corte Suprema de Estados Unidos le dio carta abierta para hacer eso y más, al darle parcialmente la razón y reconocer su inmunidad presidencial para todo acto oficial, complicando el proceso en su contra sobre acciones como el intento por revertir los resultados de la elección presidencial de 2020.
Biden y su equipo de asesores aseguran que no se retirará de la contienda. Tampoco mejorará su desempeño físico y mental. Su capacidad para gobernar está probada y bajo esas condiciones insistirá en buscar la reelección.
Queda claro que el rival más fuerte frente a Trump es él mismo. Y solo si la mayoría de los estadunidenses reconoce los riesgos volverá a perder.
