
Hace poco empecé a practicar tenis y, para mi sorpresa, este deporte me ha enseñado mucho más de lo que imaginaba. No tanto sobre técnica, sino sobre mentalidad. Los tenistas profesionales poseen una habilidad admirable: mantenerse completamente presentes. No se castigan por el último error ni se glorifican por la jugada anterior. Porque la siguiente pelota no perdona: es nueva, distinta, y exige atención plena.
Esa filosofía me recordó de inmediato el concepto de mentalidad de crecimiento que la psicóloga Carol S. Dweck plantea en su libro Mindset. En él, describe dos formas de ver la vida: con una mentalidad fija o con una mentalidad de crecimiento.
Quienes viven con una mentalidad fija creen que sus capacidades, su inteligencia y su forma de ser no pueden cambiar. “Así soy yo”, repiten, y con esa frase se condenan, muchas veces sin saberlo, a quedarse estancados. En cambio, una mentalidad de crecimiento abraza la idea de que siempre podemos mejorar. Que aprender, adaptarnos y evolucionar no solo es posible, sino profundamente necesario. Y cuando aplicamos esto a nuestra salud, todo cambia.
Tener una mentalidad de crecimiento en salud significa creer firmemente en tu capacidad de cambiar y mejorar. Es confiar en que, sin importar lo que haya pasado ayer, cada día es una nueva oportunidad para tomar decisiones más conscientes, más alineadas con tu bienestar.
Esta perspectiva te permite:
Aprender de los errores sin juzgarte con dureza.
Mantener la motivación incluso después de los tropiezos.
Celebrar los avances graduales, no solo los resultados perfectos.
Ser flexible, adaptarte y probar nuevas estrategias de cuidado personal.
Por el contrario, una mentalidad fija puede sabotear tu bienestar de formas sutiles, pero profundas. Seguro te suenan estos ejemplos:
El perfeccionismo alimentario. Comes algo poco nutritivo y decides que “ya arruinaste” la semana, así que abandonas tus hábitos saludables hasta el lunes siguiente.
El abandono del ejercicio. Faltas al gimnasio un día y concluyes que “ya no tiene sentido” ir el resto de la semana.
Las etiquetas limitantes. Te defines como “desvelado” y asumes que nunca podrás cambiar tu rutina de sueño. O dices “así soy yo” ante problemas personales, cerrándote a la posibilidad de crecer. Y sin darte cuenta, te conviertes en tu propio obstáculo.
En consulta he conocido personas que han transformado radicalmente su salud gracias a un cambio de mentalidad. Pacientes que, tras recibir diagnósticos complejos, en lugar de rendirse, asumieron el control de lo que sí estaba en sus manos: su actitud, sus hábitos, su voluntad.
Porque, aunque no podemos elegir nuestros genes ni las circunstancias que a veces rodean nuestra vida, sí podemos decidir cómo cuidamos nuestro cuerpo, cómo enfrentamos el estrés, cómo respondemos cada día.
Al igual que en el tenis, cada jornada es un punto nuevo. Una pelota distinta. ¿Te equivocas? Aprendes. ¿Acertaste? Disfrutas, pero no te detienes. Porque el partido continúa.
Nuestra salud también se juega así: punto por punto, decisión tras decisión.
La clave está en dejar de pelear con tu cuerpo y empezar a trabajar en equipo con él. Cada día trae una nueva oportunidad. Que hayas fallado o acertado ayer, no debe definir cómo actúas hoy.
Si buscas inspiración para seguir entrenando tu estilo de vida, y quieres conocer tu genética para tomar decisiones más acertadas en salud, sígueme en Instagram: @aleponce.healthyagingmx.