La religiosidad y devoción del pueblo de México no pasa de moda y las peregrinaciones guadalupanas se mantienen como un acto de fe que rompe con todos los paradigmas sociales que conocemos.
De acuerdo con la Conferencia del Episcopado Mexicano, encomendarse, prometer y cumplir una manda es una tradición que no se pierde entre los mexicanos, al contrario, se arraiga y fomenta.
En torno a la figura de la Virgen Morena, confluyen todos por igual sin importar si son ricos o pobres, hombres o mujeres, de Morena o del PAN, si le van al América o a las Chivas, si viven en el norte o en el sur; se trata de la única divinidad en la que coinciden todos: los buenos y hasta los malos.
En las capturas de los grandes lideres criminales, por lo regular se observa un altar dedicado a la Virgen del Tepeyac.
Es alrededor de la Guadalupana donde todos encontramos una casa común.
Paradójicamente, en México que es un país machista, nuestra devoción está volcada a una mujer como el centro de nuestras plegarias, espiritualidad y devoción.
Muchos han dejado de ser católicos, no van a misa ni reciben sacramentos, no profesan credo alguno, pero son guadalupanos.
Existe una afinidad profunda a la Guadalupana ya que su aparición fue el primer acto de pertenencia del pueblo mexicano, después de vivir la conquista de los españoles y su revelación en el ayate de Juan Diego, permitió apropiarnos de la figura de la madre de Cristo a través de rasgos indigenas, que ya no europeos, convirtiéndose en Patrona de México y Reina de América.
La Virgen de Guadalupe se ha utilizado en momentos relevantes de la historia del país, siendo estandarte de la lucha de Independencia y de la Revolución.
A conveniencia, también se utilizó como estrategia de posicionamiento, como aquel primero de diciembre, cuando Vicente Fox acudió a la Basílica de Guadalupe para encomendar su gobierno a la Virgen, rompiendo el principio del Estado laico.
Muchos Sumos Pontífices se han encomendado también a la Virgen Morena; fui testigo de cómo el Papa Francisco vino a México en 2015 con el principal objetivo de orar frente a la imagen.
Alrededor del mundo grandes basílicas y catedrales dedican un espacio a la Guadalupana, como Notre Dame que tiene una capilla especial.
Y que decir de las numerosas visitas de los Jefes de Estado, algunas publicas, otras privadas.
Por eso, los mexicanos podremos tener muchas diferencias, pero siempre vamos a coincidir en que todos somos guadalupanos.