Nada menos que 27 personajes de la política poblana se inscribieron en el proceso interno de Morena para ser la o el coordinador de los Comités de Defensa de la 4T en el estado.
Son 27 almas generosas que, por amor al prójimo buscan sacrificar seis años de su vida para servir a Puebla y los poblanos.
No crea que es para enriquecerse y emborracharse de poder, como lo hemos visto con los últimos mandatarios en el país y en el estado.
No crea que es para beneficiarse a sí mismos, a su parentela, a sus amigos y a su burbuja.
Los 27 registros van desde aquellos que tienen serias posibilidades de lograr ser los precandidatos (que son entre tres y cinco) y del resto, algunos son producto de la ocurrencia, otros creen que van a recibir un premio de consolación y otros pretenden negociar impunidad aplicando el Método Gatell.
¿A qué me refiero?
A que solo buscarán el fuero que les dé un cargo de representación popular para no terminar en la cárcel.
Hugo López Gatell sabe que mucha gente murió por sus malas decisiones en el manejo de la pandemia. Entiende que muchos perdimos un ser querido porque no se solicitaron vacunas a tiempo, porque alentó el no uso del cubrebocas y porque siempre minimizó los efectos mortales del covid.
Ahora lo más sencillo es buscar la jefatura de gobierno de la CdMx sabedor que no tiene posibilidades de ganar.
A lo que le apuesta es que, en una mesa de negociación, lo hagan diputado federal o incluso senador de la República por la vía plurinominal, sin necesidad de hacer campaña. De esta forma lo blindarán con una coraza de impunidad, porque su grupo sabe que si eventualmente López Gatell enfrenta un juicio político, puede trasladar la responsabilidad al hoy titular del poder ejecutivo o destapar la cloaca entorno a las malas decisiones que haya tomado.
Lo mismo ocurre con algunos de los 27 que se registraron en Puebla. Muchos solo buscan el fuero constitucional que les ayude a evadir la responsabilidad de rendir cuentas, a quienes en el pasado reciente manejaron recursos públicos y se enriquecieron a manos llenas, ya sea en el gabinete estatal o en una alcaldía.
No tienen la mínima posibilidad, pero por lo menos pueden negociar que el premio de consolación les blinde de la justicia.
Otros solo necesitan amor, porque ni en su casa los pelan.