Digamos que es un virus estacional que aparece cada tres años. Así como ahora la influenza se presenta en época invernal, de igual forma antes de un proceso electoral “brotan” los destapes de aquellos quienes aspiran al gobierno del estado.
Al momento se tienen contabilizados al menos veinte personajes, pero de estos, quienes verdaderamente tienen posibilidades son apenas cuatro.
Morena es el partido que más aspirantes tiene, llegando a un total de doce (sí, como los apóstoles), pero apenas dos son los más serios: Alejandro Armenta e Ignacio Mier.
En el PAN hay dos mujeres y un hombre, pero el que tiene más posibilidades es el edil capitalino Eduardo Rivera.
Por su parte el PRI cuenta a Néstor Camarillo, el PRD a Carlos Martínez Amador, el PT a Lizeth Sánchez y Movimiento Ciudadano a Fernando Morales; sumando a ellos esta Nancy de la Sierra como perfil independiente.
En la mayoría de os casos, solo lanzan la declaración para volverse mediáticos, encontrar reflectores y así negociar una posición de menor nivel, ya sea una senaduría, diputación federal o incluso la alcaldía capitalina.
Pero en medio de tanto destapado, también debemos revisar qué esta pasando con las dirigencias de los partidos.
En el caso de Morena, su presidenta Olga Lucía Romero es calificada como un personaje de muy bajo perfil que fue impuesta por el ex gobernador Miguel Barbosa y ya dentro de la militancia están considerando pedir su renuncia pues, aseguran, carece de liderazgo y capacidad para poner orden al momento de la rebatinga por las posiciones.
En el PT, la dirigencia quedó acéfala tras la muerte de Mariano Hernández y se habla de la llegada de Antonio López. En el PVEM da igual, ni estorba ni es útil; es como un mueble de ornato en medio de una sala minimalista.
En cuanto a la oposición, en el PAN preocupa la guerra intestina que protagonizan la actual dirigente, Augusta Díaz de Rivera, con su antecesora, la diputada federal Genoveva Huerta. Esta situación debilita la fuerza del partido en Puebla. En el PRI, la dirigencia de Néstor Camarillo se prolongará hasta después de las elecciones como sucede con la dirigencia nacional; y en el PRD, sucede el mismo efecto que con el Verde.
La definición de quién será el candidato o candidata para suceder al actual gobernador sustituto va en una doble vía paralela y ambas son importantes: elegir al mejor perfil por un lado, pero por el otro, que las dirigencias tengan la capacidad de aplacar los demonios que se comienzan a desatar.