Política

El nuevo fariseísmo

Estamos viviendo la Semana Santa y con ello un periodo de reflexión y de descanso.

Son fechas en las que se nos recuerda el paso de Jesucristo por su pasión, muerte y resurrección, un hecho importante del catolicisimo y que representa el centro de la fe cristiana.

En los últimos años se ha vuelto común que las autoridades civiles se quieran incluir en las actividades litúrgicas de tipo piadosas; esto ha provocado un profundo debate.

Debemos partir que todos tenemos derecho y libertad de profesar la religión que se nos venga en gana: podemos ser católicos, cristianos, evangélicos, judíos, ortodoxos, budistas, islamistas o simplemente ateos.

Sin embargo, en México la división Iglesia-Estado se promulgó en tiempos de Benito Juárez con Las Leyes de Reforma, poniendo fin a muchos de los privilegios de que gozaban los prelados, entre ellos el fuero, así como la adquisición y administración de bienes inmuebles.

Para el presidente Juárez -que además es icono de los gobiernos de izquierda en México como los de la autodenominada 4T-, la separación de la Iglesia con el estado representó un proyecto que buscaba minar los privilegios desmedidos que poseía un sector limitado de la población en detrimento de uno más grande, al tiempo de hacer valer la autonomía del Estado, el cual velaba por intereses particulares resguardados por la Iglesia.

Los políticos, como cualquiera de nosotros tiene derecho a profesar un credo religioso, pero de eso a mostrar su inclinación en eventos públicos puede tratarse o bien de oportunismo político o de falta de tacto, porque no deben olvidar que gobiernan para todas las personas y no solamente para las que comparten su credo.

Recuerdo aun cuando se criticó con severidad al panista Vicente Fox apenas el primer día en que asumió la presidencia de México y que como primera acción decidió acudir a la Basílica de Guadalupe. En otro momento se arrodilló frente al Papa Benedicto XVI aun cuando la visita del pontífice se dio en calidad de jefe del Estado Vaticano.

Apenas el año pasado el ex gobernador Miguel Barbosa se vio al lado del Arzobispo de Puebla participando de la procesión de Viernes Santo. Quienes siguen este ejemplo podría considerarse como una ruta fácil para ganar simpatías.

¿Por qué lo anuncian? ¿Buscan el aplauso y la reverencia? ¿Esperan ser ellos quienes dicten la homilía? ¿Quieren mostrarse al nivel del crucificado?

No estoy diciendo que no deban o no puedan ejercer su fe en cualquiera de sus manifestaciones, lo que se critica es por qué hacerlo de forma publica, cuando puede ser una participación desde la intimidad de su propia comunidad, porque el catolicismo y el cristianismo debe ser ajeno a posiciones de poder, sobre todo cuando se habla de igualdad y fraternidad.

Los políticos de todos los partidos y de todos los gobiernos deberían adoptar lo que señala el evangelio, cuando se refiere el “que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda” o bien, “que no sean como los fariseos que buscaban mostrar su sufrimiento de la penitencia para llamar la atención de los demás”.

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Alberto Rueda
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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