Cultura

Filas

Fui a comprar boletos para un evento. Al llegar noté que había dos filas para acceder a las cajas: la A y la B. La primera estaba saturada y la segunda... ¡vacía! Con todo y que el letrero luminoso encima de las cajas marcaba que ambas estaban abiertas y operando, la fila B estaba desierta. Lo que hice entonces fue irme directo a la caja vacía. Compré mis boletos y ya para irme le pregunté a la cajera: –Oiga, ¿sabe por qué nadie viene a esta caja? –No sé–, respondió y continuó chateando en su celular.

Me deja pensando. Tal vez nadie se ha dado cuenta que hay otra caja. Luego pienso que la gente, al ver la caja vacía, piensa que está cerrada. La tercera opción es que al ver la caja sin fila se genera desconfianza, producto de un temor irracional, profundo.

Algo parecido a la fila de autos en una avenida. Si se fija, muchas veces va uno en la fila del lado derecho y ésta siempre va a vuelta de rueda. Y si te pasas a la fila izquierda, donde se supone que uno puede ir más rápido, te encuentras con que la situación no mejora. Hay dos razones que explican este comportamiento. El primer argumento es el mismo que el de las filas para comprar boletos, es decir, la gente va en la fila lenta porque algo en su subconsciente le da miedo o se sienten seguros en esa fila. El otro motivo, creo, es que nos gusta ir detrás de un pendejo que va ralentizando las cosas. Aceptamos tácitamente la lentitud, los enredos de la vida cotidiana sujeta a la burocracia y a la ineptitud. No termino de entender el porqué de todo esto y me frustra muchísimo porque, viendo otras sociedades cómo avanzan y cómo asumen la solución de sus problemas, no puedo más que sentirme impotente al ver que aquí a nadie le importa fijarse bien en cómo están las cosas y en cambiarlas para bien de todos.

Hay una extraña fuerza que nos impide tomar la iniciativa, salir a arrojarnos, tomar riesgos. El ludópata se obsesiona con lo random del juego, y aunque su problema viene de una ansiedad profunda y de alguna manera sabe que no debe caer en la trampa del juego, lo hace porque presiente que será recompensado y toma el riesgo. También hay un esquema contrario –y contradictorio–: el estar frente a una situación que podría recompensar, pero no se asume tal riesgo por miedo. O nos aventamos a lo pendejo sin medir consecuencias o de plano nos echamos para atrás. No hay puntos medios. Y lo peor es que presentamos esta tendencia a satanizar a ambos, tanto a quien se arroja de manera desmesurada y atrabancada como al que no hace nada. Ah, pero si uno de éstos le pega a lo grande, lo criticamos, porque tampoco toleramos el éxito individual. Nadie por encima de nadie. ¡Mediocres!

No todos van a tomar la iniciativa, por eso tenemos una variedad de caracteres y de formas de ser, lo que no admito son esos que intervienen negativamente en los procesos que nos llevan a salir de nuestros problemas y que nos impulsan hacia adelante. Estos acomplejados, con sus taras y limitaciones, quieren vernos a todos en esa situación: les conviene el fracaso colectivo para verse proyectados allí y justificar sus derrotas personales. Esas personas son patéticas y perniciosas, y debemos tener cuidado con ellas. Yo los hago a un lado. Mire, esto me pasa seguido; cuando llego con alguien y le expreso que quiero hacer tal o cual cosa, la primera reacción es reveladora y dice mucho del carácter y las intenciones de esa persona: “Híjole, no creo que se pueda”. “¡Ay! Va a estar cabrón lograr eso”. “Oh no, no estoy seguro que eso sea factible”. La negación inmediata de estas respuestas devela un problema serio de actitud en esta gente. Las cosas no se construyen ni se resuelven con negaciones. Estoy harto y cansado de que la gente haya perdido la capacidad de salir adelante, de ver sus propios sueños y proyectos quedar truncos solo porque no poseen ya el interés de cambiar de actitud.

Sigan así, pues, y empinen más al país, que cada día empeora.


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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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