Cultura

Crédulos

Pues sí, eso somos. No hay otra manera de decirlo. La culpa de tal estado se lo debemos a la falta de interés por educarnos y a las redes sociales. Mire, la ignorancia en sí no es el problema, el asunto son las estadísticas, los volúmenes. Es igual que el crimen y la corrupción, siempre estarán ahí, solo hay que controlar sus índices. El tema de fondo es la educación y la situación tiende a empeorar con el efecto de la realidad digital. Mire, una cosa es ser ignorante y otra es ser estúpido. Cuando se combinan ambas facciones la cosa estalla, porque entonces cualquiera con un gramo de inteligencia se aprovechará de esa mezcla perfecta, un rico abono para manipular a las personas. La ignorancia se cura, pero la estupidez no tiene solución. Volvamos al tema de la credulidad. La fórmula es sencilla: si uno es ignorante, es fácil caer en la trampa de la información falsa, dudosa o sospechosa. De esa forma aceptamos casi de manera tácita lo que nos pongan enfrente. Especialmente si estas informaciones se presentan de manera creíble, seria, confeccionadas de forma cuidadosa. Ahí el problema central de toda esta exposición.

Y no es un asunto de tener cultura (eso ayuda y mucho), sino de sentido común. Y éste se despierta y cataliza colocando la obviedad en la mesa. ¡Observación! Antes que la interpretación, el análisis o la filosofía, uno debe observar. Lo que viene después es un proceso a veces complejo, otras enredado, pero supone, casi siempre, estructurar lo observado en un método que nos lleve a sacar conclusiones más o menos confiables.

La maraña de información a la que estamos sometidos constantemente no viene desordenada, se encuentra preformada en un cuerpo bien pensado y con intención. Y una buena parte de esta información está elaborada a partir de las reglas de la mercadotecnia. Y ahí precisamente se encuentra el punto central de todo esto: lograr discernir lo que vale de lo que no. Hay que elaborar una metodología específica para las redes sociales. No es fácil, pues este medio virtual ya se ha transformado en un monstruo imparable.

Siempre he defendido que la lectura de los clásicos, la divulgación científica, la filosofía y el arte siempre serán nuestra única garantía para evitar el cataclismo que genera la ignorancia, la misma que genera los fértiles campos para el desarrollo del fascismo, de las dictaduras, los sistemas totalitarios y de todas las vejaciones y abusos en contra de todo lo bueno que hemos construido. El problema es que no hemos logrado establecer una conjetura práctica, real, entre estas manifestaciones y nuestra situación actual y, peor, con nuestro futuro. Dejamos que las cosas ocurran y un día despertamos no sabiendo cómo carajo fuimos a terminar dominados, jodidos y sin esperanza. Lo de las redes sociales y el mundo virtual en general posee una fuerza e importancia que muchos no acreditan ni reconocen. Son más poderosas de lo que se imaginan. Eso: tienen la capacidad de terminar justamente con esa gran potencia que nos hace únicos: la imaginación. Porque de un tiempo acá lo único que hemos estado imaginando es nuestra destrucción y el fin de tantos siglos de construcción de cultura, de ciencia, de arte, de política, de dignidad.

No, no es chistoso ver a tarados bailando en TikTok, descerebrados pegándose los labios con pegamento o cretinos bebiéndose una botella entera de alcohol en el menor tiempo posible y todo para alcanzar likes y followers: no es ni inofensivo ni mucho menos inconsecuente. Demuestra el creciente y preocupante nivel de autodestrucción de nuestra civilización y de desestimación de todo lo que hemos logrado, de la profanación de la cultura y el desprecio por el conocimiento.

Hay que dejar de creer por creer y comenzar a cuestionar, aunque cueste trabajo. Porque más trabajo nos va a costar salir de esta apabullante morusa de estupidez que hemos construido, y que nos envuelve como una sombra perniciosa y sin futuro.


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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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