Cultura

Contenido

En los años ochenta salió el Discovery Channel. Fue un suceso. Un canal dedicado expresamente a mostrar temas de divulgación científica; historia, naturaleza, geografía. Claro, teníamos todo tipo de canales (como lo hay ahora) y cada quien decidía lo que quería ver. A la par del Discovery, veníamos ya con más de una década del programa espacial Apolo y las misiones a otros planetas. En mi casa crecí leyendo –y viendo– el programa Cosmos de Carl Sagan; El ascenso del hombre de Jacob Bronowski; La vida en la Tierra y El planeta viviente de David Attenborough; los libros de Isaac Asimov y los ensayos de Loren Eiseley, entre muchos otros.

Ahora que por fin estamos regresando a la Luna con el proyecto Artemis, me invade la misma emoción de cuando era niño, la de ver que nuestros anhelos y esfuerzos por conocer y expandir nuestras fronteras y conocimiento no se han disuelto en la ignorancia, la pereza mental, la mezquindad, la necedad y la falta de visión.

Pero, a la par de estos empujes, tenemos una crisis de contenido. Los medios, radio, televisión, series y digital, muestran una tendencia a eludir la ciencia, las artes, el pensamiento reflexivo y la discusión ordenada y provechosa de temas verdaderamente importantes.

Se trata a la audiencia como un montón de estúpidos cavernarios que lo único a lo cual reaccionan es a estímulos primarios, dramas baratos, acción y violencia sin sentido, romances premasticados y comedias crudas y simplonas. Pienso que hay que arriesgarse y dejar de pensar solo en el rating. Hay que apostar por propuestas inteligentes, equilibradas, que estimulen el intelecto a la par que otras funciones. La farándula no puede englobar la totalidad de los intereses de las personas. No es saludable. Hay que presentar programas inteligentes con lenguaje sencillo y con un acercamiento directo y, claro, con una producción fluida y correcta. En música, por ejemplo, vale más hoy un buen productor que un músico talentoso. En literatura ocurre lo mismo. Y en cine y televisión, bueno, qué le puedo decir, está para llorar. El argumento es que las personas tienen la libertad de elegir lo que quieran. Sí, pero al mostrar una mayor cantidad de programas basura catalizados por una campaña publicitaria exitosa, poco a poco redirigimos la opinión y los gustos hacia lo que les conviene. Lo que peleo es que se empuje otro tipo de contenido, con el mismo énfasis publicitario que se usa para otras programaciones menos provechosas. Digo, ¿no lo hace el gobierno con la comida chatarra imprimiendo sellos octagonales en tales productos?

Debemos empujar las cosas por encima del mero interés económico o la reacción masiva, porque la influencia que los medios ejercen sobre las personas es tremendo, y si los acostumbramos a ver, leer, comer y escuchar basura, pues eso precisamente será lo que terminen creyendo que es lo adecuado, lo bueno. Y usted bien sabe que no lo es.

Quiero que entienda el por qué estoy molesto. Bueno, que no molesto: emputado. Crecí en un tiempo muy distinto al de hoy, y hablo en términos mediáticos. Cabría esperar que, con todo este fenómeno digital y de redes sociales, nuestro nivel de interés por la cultura y la ciencia sería otro, pero nos hemos dejado encantar por banalidades. Hoy uno apuesta por ser famoso, notable por hacer y decir estupideces, no por mostrar algún talento, alguna habilidad. Es patético.

El punto es la educación. Los medios son solo catalizadores, no presuponen ningún mecanismo inherente para educar, que quede claro. El asunto de la educación es una batalla perdida, luego lo que hagan los medios queda en segundo plano. Y no es que sea pesimista, estoy siendo objetivo; intente educar a sus hijos en casa para luego toparse con las presiones de la escuela. ¿No me cree? Échele un ojo al nuevo programa de educación para que termine por desmayarse. Y yo emocionándome con libros de divulgación científica de hace 40 años. Qué ingenuo me vi.

Para qué le echo mentiras: no hay solución.

Adrián Herrera


Google news logo
Síguenos en
Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.