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  • ¿Qué está en juego con el arranque de consultas del T-MEC?

Como parte de la revisión conjunta del T-MEC, Estados Unidos, Canadá o México pueden presentar recomendaciones. Foto: Pixabay

El centro de investigación comercial pionero de EU desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994, delineó cuatro escenarios posibles del curso de las negociaciones comerciales.

Con la notificación oficial del inicio de consultas sobre el T-MEC, Estados Unidos, México y Canadá ponen en marcha una “prueba definitoria” para Norteamérica que podría derivar en la profundización de la competitividad e integración regionales o el riesgo de regresar a un pasado de fragmentación y fricciones, en medio de una era de incertidumbre global, de acuerdo con especialistas y centros de pensamiento estadunidenses.

La Representación Comercial de Estados Unidos (USTR, por su sigla en inglés) anunció que los comentarios públicos deberán presentarse en los siguientes 45 días sobre cualquier aspecto relacionado con la operación o implementación del T-MEC, así como sobre posibles incumplimientos del acuerdo, en preparación a una audiencia pública el 17 de noviembre próximo.

​“La revisión del T-MEC no es solo un paso procedimental; es una prueba definitoria de si América del Norte puede seguir siendo competitiva, cohesionada y resiliente en una era de incertidumbre global”, advierte el ex embajador de Estados Unidos en México, Anthony Earl Waye en un análisis coescrito para el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS).
“Un fracaso en modernizar y preservar el T-MEC implicaría el riesgo de volver a la incertidumbre, la fragmentación y la menor competitividad que la región sencillamente no puede permitirse. Al abrazar la cooperación, Estados Unidos, México y Canadá pueden demostrar que América del Norte no sólo es más fuerte unida, sino que también está lista para liderar en una nueva era”, sostiene.

Como parte de la revisión conjunta del T-MEC, Estados Unidos, Canadá o México pueden presentar recomendaciones sobre acciones relacionadas con el tratado, incluyendo posibles modificaciones. Además, cada parte deberá confirmar por escrito si desea extender la vigencia del acuerdo más allá de su periodo inicial de 16 años. En caso de que alguno de los tres países no confirme su intención de prorrogarlo, se realizarán revisiones anuales hasta 2036.

Al final de su primer mandato, el presidente Donald Trump celebró el T-MEC como “un pacto comercial verdaderamente justo y recíproco que mantendrá empleos, riqueza y crecimiento aquí mismo en Estados Unidos”, pero en su segundo mandato desencadenó una guerra comercial que incluyó aranceles contra México y Canadá, por temas como fentanilo, acero, aluminio, automóviles y otros.

En opinión de los especialistas de comercio del Instituto Petersen de Economía Internacional (PIEE, por su sigla en inglés), Gary Clyde Hufbauer, Jeffrey J. Schott, Julieta Contreras y Ye Zhang, la imposición de aranceles de Estados Unidos a sus dos socios norteamericanos “violan su letra y su espíritu”, a pesar de lo cual sostienen que en T-MEC sigue siendo el núcleo más importante de cohesión entre los tres países y es posible que encuentren soluciones a los temas más “explosivos”.

Pedro Casas Alatriste, CEO de American Chamber, explicó que la medida resta competitividad a Norteamérica, lo que facilita que otros países como China avancen en el mercado internacional.
Cada parte deberá confirmar por escrito si desea extender la vigencia del acuerdo. Foto: Archivo

Cuatro escenarios posibles

El PIEE, el centro de investigación comercial pionero de Estados Unidos desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994, delineó cuatro escenarios posibles del curso de las negociaciones comerciales, al margen del curso de la imposición de aranceles de la administración Trump.

Primero, Estados Unidos podría retirarse del T-MEC e imponer definitivamente el arancel de 25 por ciento a México y Canadá si fracasan las conversaciones sobre drogas e inmigración. Si se adoptara tal enfoque, podría trasladar parte del déficit comercial bilateral de mercancías entre Estados Unidos y México hacia otros socios comerciales y, de forma similar, desplazar el déficit comercial de mercancías entre Estados Unidos y Canadá hacia otros países.

Segundo, Trump podría insistir en algún tipo de disposición de equilibrio comercial bilateral en la revisión del T-MEC. Por ejemplo, si el superávit bilateral de México excede los 120 mil millones de dólares en un periodo móvil de cuatro trimestres, México podría estar obligado a encontrar formas de estimular las importaciones desde Estados Unidos, preferentemente mediante medidas para liberalizar importaciones en sectores protegidos (por ejemplo, energía y agricultura) o una expansión fiscal focalizada (por ejemplo, una reducción del IVA a las importaciones).

Tercero, Trump podría insistir en elevar el arancel estadunidense de “nación más favorecida” (NMF) sobre los automóviles, que obliga a Estados Unidos a conceder a cualquier miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) el mismo arancel que impone a otros. Ese tipo arancelario es actualmente de 2.5 por ciento. Si el arancel NMF se eleva de forma significativa, podría incentivar a las automotrices con plantas en México y Canadá a cumplir las reglas de origen del T-MEC, en lugar de simplemente pagar el bajo arancel NMF vigente sobre sus exportaciones al mercado estadunidense.

Cuarto, Trump podría perseguir una devaluación del dólar como medio para recortar el déficit global de mercancías de Estados Unidos, que actualmente ronda el billón de dólares anuales. En este escenario drástico, los déficits bilaterales con México y Canadá pasarían a un segundo plano y podrían ser ignorados durante el segundo mandato del presidente republicano.

Entre la renovación y la prórroga dolorosa

Los especialistas del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales Wayne, Diego Marroquín y Christopher Hernandez-Roy aprecian, por su parte, otros escenarios, unos más probables que otros.

Renovación. Los tres países acuerdan extender el T-MEC por otros 16 años, hasta 2042, posiblemente con actualizaciones puntuales para modernizar el pacto sin alterar su arquitectura central. Sin embargo, los analistas creen que es el resultado menos probable dados el entorno arancelario y las señales desde la Casa Blanca de que quiere cambios significativos, potencialmente bajo la amenaza de retirarse.

Prórroga dolorosa. México y Canadá ofrecen concesiones importantes a la administración Trump para reducir los niveles arancelarios de Estados Unidos y obtener su apoyo para extender el acuerdo. El acuerdo se prorroga con éxito antes de su fecha de expiración en 2036, pero México y Canadá dejan de ser tratados como socios en igualdad de condiciones. Se endurecen las reglas de origen y se elevan los umbrales salariales mínimos para reducir el universo de bienes que reciben trato arancelario preferencial bajo el T-MEC. Aunque este escenario reduce la incertidumbre, probablemente elevará la inflación y el desempleo en los tres países dado el posible deterioro de la productividad y competitividad regionales.

Retiro. Cualquier parte puede invocar el artículo 34.6 del T-MEC y salir del acuerdo con seis meses de aviso anticipado. Aunque ni Canadá, Estados Unidos y México han señalado formalmente la intención de invocar esta disposición, podría utilizarse como ficha de negociación, recordando el enfoque de Trump en su primer mandato, que llevó a la renegociación del TLCAN en 2018. El retiro desencadenaría una disrupción comercial y probablemente medidas de represalia, multiplicando la incertidumbre económica, dañando industrias transfronterizas y elevando tensiones entre las partes.

Vuelta a acuerdos bilaterales. Si fracasa el sostenimiento del T-MEC, las partes pueden perseguir acuerdos bilaterales para preservar el acceso a mercados y los lazos de cadena de suministro. Esta ruta impone costos innecesarios al comercio y la inversión vitales para la seguridad, la competitividad y otras metas de largo plazo de América del Norte, incluidos estándares laborales y ambientales.

Revisiones anuales en serie. Si al menos uno de los tres gobiernos se niega a acordar una extensión durante la revisión de 2026, se activarán revisiones anuales a partir de 2027. En este escenario, el acuerdo permanece en vigor pero bajo una nube de incertidumbre que podría persistir hasta por una década. Es posible que México o Canadá, o ambos, consideren preferibles las revisiones anuales a acceder a demandas elevadas de la actual administración republicana, con la esperanza de que cuando un nuevo gobierno post Trump asuma en enero de 2029 tenga una visión más favorable.

Expiración en 2036. Si las partes no logran resolver sus diferencias mediante revisiones anuales en los próximos diez años, el T-MEC terminará el 1 de julio de 2036. La expiración desmantela el marco institucional que respalda el comercio e inversión norteamericanos y las relaciones comerciales regionales vuelven a los términos de la OMC o a arreglos previos al T-MEC. El regreso de aranceles y la fragmentación regulatoria dañarían la posición de América del Norte en las cadenas de suministro globales y reducirían su competitividad frente a China, Europa y otras economías asiáticas.

MRA

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