Las computadoras cuánticas, que algún día pueden superar los límites de las máquinas actuales, son un sueño lejano desde hace décadas. Los desafíos de aprovechar las extrañas propiedades de las partículas subatómicas las convirtieron más en un proyecto científico fascinante que en una tecnología práctica. Pero ¿y si finalmente las computadoras cuánticas funcionales estuvieran casi a nuestro alcance?
Los recientes avances técnicos llevaron a compañías como Google e IBM a predecir que podrán construir sistemas cuánticos a gran escala para finales de esta década. Ante la posibilidad de que la tecnología madure años antes de lo que se esperaba, el Pentágono comenzó un estudio para determinar si alguno de los esfuerzos comerciales pueden producir resultados para 2033.
Los sistemas cuánticos, cuando lleguen, seguirán siendo herramientas para especialistas más que para las masas. Sin embargo, en los campos donde tienen mayor impacto, podrían marcar el comienzo de un periodo de considerable discontinuidad. Las formas de cifrado más utilizadas serían vulnerables, lo que significa que cualquiera que desee proteger la información actual de futuras miradas indiscretas ya debería estar adoptando nuevas formas de encriptación a prueba de cuántica.
Esta tecnología pondrá nuevas herramientas en manos de científicos que podrían generar avances en materiales o productos farmacéuticos, abriendo nuevos procesos y mercados o condenando a la ruina a los antiguos. En el ámbito financiero, podría aportar una mejor comprensión de los riesgos complejos y una fijación de precios más eficiente en los mercados.
Sin embargo, ha sido difícil, incluso para las compañías que tienen más en juego, saber con qué seriedad prepararse para una tecnología que siempre ha parecido inalcanzable. Algunas la convirtieron en el foco de la atención de investigación avanzada durante años, sin ver resultados.
Como en cualquier tecnología nueva, la elección del momento oportuno es clave. Invertir demasiado pronto, además de ser un desperdicio de recursos, corre el riesgo de sufrir reacciones negativas. La historia de la inteligencia artificial ha estado marcada por los “inviernos de IA” o periodos de desilusión que siguieron a episodios de optimismo excesivo. La intensa competencia entre empresas que compiten por construir las primeras computadoras cuánticas viables convierte a este proceso en un caldo de cultivo natural para el bombo y platillo tecnológico, aumentando el riesgo de promesas excesivas y decepciones.
Los avances en la ciencia fundamental han dado lugar a los primeros prototipos de máquinas cuánticas, sentando las bases para intentar convertir estos diseños en sistemas a gran escala. Sin embargo, aún quedan considerables retos de ingeniería que se tienen que superar, lo que inyecta incertidumbre en los ambiciosos plazos de las empresas. Jensen Huang, CEO de Nvidia, echó agua fría a la industria a principios de este año al predecir que las máquinas prácticas probablemente aún se encuentran a 20 años de distancia, aunque después sugirió que tal vez fue demasiado pesimista.
La interacción entre la tecnología cuántica y la inteligencia artificial complica aún más las cosas. Los rápidos avances en IA pueden hacer que las computadoras actuales sean mucho más capaces, reduciendo la necesidad de máquinas cuánticas, como sugiere sir Demis Hassabis, director de IA en Google. Sin embargo, la mayoría en la industria predice una simbiosis entre ambas tecnologías que eventualmente impulsará su desarrollo.
A pesar de las incertidumbres, los recientes avances en computación cuántica deben ser un estímulo para la acción.
Esto incluye trabajar en las herramientas y las habilidades necesarias para aprovechar al máximo las máquinas cuánticas viables. En cuanto a las herramientas, se necesitarán nuevos algoritmos para aprovechar las propiedades particulares de las máquinas cuánticas y hacerlas útiles para abordar un conjunto más amplio de problemas.
También será esencial contar con una fuerza laboral más cualificada. Los expertos cuánticos ya han tenido una gran demanda, incluso antes de que la tecnología alcanzara la escala industrial. Si bien es difícil predecir con exactitud cuándo comenzará la era cuántica, todavía hay tiempo para empezar a prepararse.