Anders Flügel, un pequeño empresario bávaro a quien acompaña su novia Roberta, una contadora, buscaban unas vacaciones inigualables y "ahora sienten que se metieron en una película de terror" provocada por la situación migratoria que acontece en Estados Unidos.
“Sí pensamos cancelar el viaje cuando supimos que varios alemanes con papeles en regla fueron encerrados al entrar a Estados Unidos, y lo que cuentan es horrible, pero después me dije: ‘tuvieron muy mala suerte’ y bastaba con mostrar confianza, poner buena cara y pasar el control migratorio”.
Es una tarde de agosto y la pareja camina por el National Mall, el largo parque central, con la intención de apresurarse para transitar de un museo a otro sin exponerse demasiado a una detención arbitraria.
“No tuvimos problemas para entrar”, prosigue la joven, “pero ahora nos enteramos de que también persiguen a la gente en las calles, y no solo a criminales irregulares, como dijo Trump, sino también a turistas europeos, anglosajones”, comentó Flügel.
Inicialmente, el presidente Donald Trump había asegurado que su campaña para expulsar a millones de inmigrantes sin documentos se enfocaría en los que tuvieran antecedentes delincuenciales.
La prensa, sin embargo, recoge numerosas historias de víctimas inocentes en asaltos de hombres encapuchados y armados que, sin identificarse, dicen ser agentes de Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), quienes esposan y trasladan a centros de detención sin darles tiempo de comprobar su estatus migratorio.
El riesgo de sufrir uno de estos ataques en las calles o en el Metro, de viajar a las fronteras estadunidenses sólo para ser rechazado sin explicación o, aún peor, la posibilidad de ser encerrado por varias semanas, están causando importantes caídas en las llegadas de visitantes y en las ventas de la industria turística.

Disminuye turismo en EU
De acuerdo con la Oficina Nacional de Viajes y Turismo, las llegadas internacionales a Estados Unidos comenzaron a registrar números negativos en febrero de 2025, hasta colocarse en una disminución del 9 por ciento.
Las proyecciones adelantaban que este sería un gran año para el turismo internacional, con un aumento de 16 mil 300 millones de dólares en los ingresos, pero ahora enfrenta una disminución de hasta 12 mil 500 millones, lo que resulta en una pérdida combinada de casi 29 mil millones de dólares.
Lo interesante para México, sin embargo, es que puede captar parte de lo que pierde Estados Unidos. Por ejemplo, mientras las reservaciones aéreas de Canadá a Estados Unidos han bajado en picada, en un rango de 36 a 43 por ciento menos, Tourism Economics señala que el interés de los canadienses en el país latinoamericano está aumentando, pues las reservas para el período de agosto a octubre crecieron entre un 11.8 y un 13.5 por ciento.
Turista: cuidado con Estados Unidos
A lo largo de las décadas, numerosas naciones se han quejado porque Estados Unidos las incluye en las advertencias de viaje que les hace a sus ciudadanos.
En 2025, esto se invirtió. En junio, Australia alertó sobre violencia armada, protestas civiles y la impredecible aplicación de las medidas migratorias en Estados Unidos.
Nueva Zelanda emitió una alerta nivel 2 por informes de compatriotas detenidos o retrasados por discrepancias en la documentación. Luego vino Canadá, con señalamientos sobre delitos violentos y tiroteos masivos en importantes ciudades.
También se pronunciaron países europeos como Alemania, Francia, Dinamarca y Finlandia, preocupados por las nuevas políticas de identificación de género establecidas por el gobierno de Trump, que afectan a los viajeros que usan "X" o identificadores no binarios.
Por su parte, el Reino Unido advirtió a los británicos que pequeños errores de entrada podrían terminar en arresto o deportación.

Sin explicación ni advertencia
En varios de estos países, los horrores de lo sufrido por sus connacionales han llenado titulares de prensa. Por ejemplo, Anders y Roberta leyeron tres dramáticas pesadillas de alemanes, las de Lucas Sielaff, Jessica Brösche y Fabian Schmidt.
Sielaff venía con su prometida estadunidense, Lennon Tyler, cuando fue detenido en el cruce fronterizo de Tijuana a San Diego en febrero. Los agentes esposaron a la mujer, aunque es ciudadana de ese país y no había cometido falta alguna, y la encadenaron a un banco, mientras que el hombre, quien explicó que se dirigían a Las Vegas, fue acusado de vivir irregularmente en esa ciudad.
Fue esposado, encadenado y después lo encerraron 16 días en lo que describió como un “abarrotado” centro de detención de inmigrantes antes de que se le permitiera volar a su país.
En ese mismo mes, el Canal 10 de San Diego logró comunicarse con Brösche, quien por ser tatuadora fue detenida en el mismo cruce fronterizo, bajo la sospecha de que ejercía su profesión ilegalmente en Los Ángeles. La joven dijo que llevaba un mes en encierro, incluidos ocho días en confinamiento solitario, y que sólo quería regresar o ser deportada a Alemania.
En tanto que Schmidt, un residente regular desde 2008, fue detenido en el aeropuerto de Boston al regresar de Europa, en marzo. Fue interrogado violentamente por horas, lo desnudaron, lo pusieron bajo una ducha fría y fue privado de comida, agua y medicamentos para la ansiedad. Colapsó y fue hospitalizado.
No solo los alemanes han pasado por malos momentos. En junio, el noruego Mads Mikkelsen aseguró que un oficial de migración le negó la entrada después de haberle ordenado mostrarle su celular y de encontrar ahí un meme del vicepresidente J.D. Vance, en el que este aparece como un bebé.
A 21-year-old Norwegian tourist was refused entry into the US, detained, and deported back home after ICE officers found a JD Vance meme on his phone.
— AF Post (@AFpost) June 24, 2025
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El Departamento de Seguridad Interior negó la versión del joven y dijo que el rechazo se debió a que él admitió el uso de drogas. Pero las autoridades migratorias sí exigen a algunos viajeros que les den acceso a sus teléfonos para revisarlos, con casos de represalias por el contenido político hallado.
La Fundación para la Libertad de Prensa advierte que los funcionarios migratorios pueden:
“Revisar manualmente la información de un dispositivo por cualquier motivo o sin motivo alguno”, y si tienen sospechas, “pueden realizar una búsqueda avanzada” como “la conexión de equipos externos a su dispositivo, como una herramienta de análisis forense diseñada para realizar una copia de sus datos”.
El 22 de agosto, el Departamento de Estado anunció que revisará a los 55 millones de titulares de visas para verificar violaciones como exceder el período de tiempo asignado, ser una amenaza a la seguridad pública o brindar apoyo a una organización terrorista.
La interpretación holgada de estos dos últimos conceptos –ser una amenaza, apoyar terroristas– es la que abre paso a represalias políticas.

Varios viajeros denuncian que fueron rechazados por este motivo, el de su postura ante el actual gobierno. En marzo, el ministro francés de Educación Superior e Investigación, Philippe Baptiste, reveló que eso pasó con un científico francés en cuyo móvil encontraron mensajes críticos de la administración Trump.
Igualmente, el australiano Alistair Kitchen narró que, al volar de Melbourne a Los Ángeles, se sorprendió porque lo estaban esperando al bajar del avión y lo deportaron, según le dijo un oficial de nombre Adam Martínez, “por lo que escribiste en línea sobre las protestas en la Universidad de Columbia”, respecto de estudiantes que se manifestaban en apoyo a Palestina y fueron reprimidos.
Como este, se acumulan muchos más ejemplos. Uno muy grave fue el del turista irlandés identificado como Thomas, quien “no pudo volar por un breve período debido a un problema de salud, según consta en su historial médico”, dice el reporte del diario The Guardian
Pero cuando apenas faltaban tres días para que saliera del país, “fue detenido por el ICE [y retenido] en tres instalaciones diferentes, donde terminó pasando aproximadamente 100 días tras las rejas, con poca comprensión de por qué lo retenían o cuándo saldría”, narró el reportero.
O el de Jasmine Mooney, quien cuenta que:
“No hubo explicación ni advertencia. En un momento, estaba en una oficina de inmigración hablando con un oficial sobre mi visa de trabajo, que había sido aprobada meses antes y me permitía, siendo canadiense, trabajar en Estados Unidos. Al siguiente, me ordenaron que apoyara las manos contra la pared y me cachearon como a una delincuente antes de enviarme a un centro de detención de ICE, sin la oportunidad de hablar con un abogado”.
“No queremos estar aquí”
En el National Mall de Washington, D.C., Anders y Roberta comentan más casos que los turistas comparten en voz baja en restaurantes y hoteles, que a su vez resienten una aguda baja en ventas y estancias.
La empresa de reservaciones en línea, Open Table, reportó que en los primeros tres días desde el despliegue de tropas y agentes federales ordenado por Trump, 11, 12 y 13 de agosto, la clientela cayó en 16, 27 y 31 por ciento, respectivamente. STR, una consultora de la industria de la hostelería, estimó que por cada cinco por ciento de baja en las llegadas internacionales, se perderán 3.25 millones de noches de hotel.

La conversación con la pareja alemana, que se produce frente al Museo Smithsoniano, atrae a dos hombres con acento de la India, quienes vienen con sus familias. Tampoco es muy difícil identificar su origen: las mujeres lucen coloridos saris y llamativos adornos.
Sin ocultar que le parece divertido, uno de ellos les pregunta a los alemanes si creen que los agentes del ICE les están poniendo atención excesiva a los turistas rubios europeos como ellos, para después informarles que es mayor y más agresiva la que reciben los provenientes de otras regiones del mundo, “pero eso no lo cuenta el New York Times”.
“Comprendo totalmente, tienen razón”, repone Roberta.
“No imagino lo que es estar en sus zapatos. Pero no me sirve de consuelo, igual me dan miedo esos soldados con armas grandes patrullando, no quiero que nos encierren”. “La verdad es que ya no queremos estar en América”, confirma Anders.
MD