Internacional
  • Fritz Haber: el Nobel que alimentó al mundo… y liberó la muerte en la guerra

Fritz Haber: Nobel que alimentó al mundo y dejó sombra en la guerra. |  Epecial

Un químico que revolucionó la ciencia con su genio y cuyas decisiones siguen generando debate más de un siglo después.

Huele a tierra mojada, a trigo que se mece bajo un sol generoso, a promesas de pan para millones. Pero al mismo tiempo, huele a muerte: un gas invisible que atraviesa el barro, que se desliza por las trincheras y mata sin advertencia. Esa es la paradoja de Fritz Haber, el químico alemán que cambió el mundo, tanto para bien como para mal.

En los libros de historia, Haber aparece como un héroe de la ciencia: premio Nobel de Química, inventor de fertilizantes que garantizaron alimento para generaciones enteras. Pero en los campos de batalla de Ypres, Bélgica, y en los laboratorios donde la ciencia se convirtió en arma, es recordado como el pionero de la guerra química.

Hoy, mientras la humanidad se enfrenta a dilemas éticos similares con biotecnología, inteligencia artificial y armas de destrucción masiva, su trayectoria cobra relevancia más que nunca: ¿cómo se mide el valor de un científico cuando su genio salva vidas y, al mismo tiempo, las destruye?

El trigo es un cereal esencial que sustenta la alimentación mundial y es clave en la producción de alimentos básicos.
Fritz Haber y el fertilizante que revolucionó la agricultura mundial. | Especial

La revolución que salvó a millones

Por aquellos días, a comienzos del siglo XX, el mundo se encontraba al borde de una crisis alimentaria. El nitrógeno, vital para el crecimiento de los cultivos, era escaso. Dependíamos de abonos naturales como el guano o el salitre, cuya disponibilidad disminuía rápidamente.

Fritz Haber encontró la solución: un método para extraer nitrógeno del aire y convertirlo en fertilizante. En 1907, lo logró. Los campos de trigo y maíz crecieron altos y robustos; los granjeros dejaron de temer por la hambruna; millones de vidas fueron salvadas. Su invento no solo transformó la agricultura: cambió el destino de la humanidad.

Sin embargo, esa misma innovación se convirtió en un arma de guerra. Alemania, bloqueada por los británicos durante la Primera Guerra Mundial, utilizó el proceso Haber-Bosch para producir explosivos. Lo que salvó a multitudes de personas de morir de hambre también fue responsable de la muerte de miles en el frente.

Fritz Haber y Carl Bosch desarrollaron el proceso de síntesis de amoníaco, revolucionando la producción de fertilizantes y la industria química.
Fritz Haber y Carl Bosch: pioneros del proceso de síntesis de amoníaco. | Especial

De Breslau a los laboratorios de Karlsruhe

Fritz Haber nació en 1868 en Breslau (hoy Wrocław, Polonia), en el seno de una familia judía acomodada. Desde joven, la ciencia lo fascinó: caminaba por calles empedradas soñando con fórmulas químicas y reacciones invisibles.

En 1886 comenzó sus estudios de química en Berlín y luego en Heidelberg. Conoció a Clara Immerwahr, una talentosa química que se convertiría en su esposa y que siempre se opuso a que su marido usara la ciencia como instrumento de guerra. La pareja tuvo un hijo, Hermann, y juntos vivieron una historia de amor entre retortas y matraces.

Entre 1894 y 1911, Haber colaboró con Carl Bosch en Karlsruhe para desarrollar el proceso que sintetizaba amoníaco a partir del hidrógeno y el nitrógeno atmosférico, usando altas presiones y temperaturas. Ese avance fue reconocido con el Premio Nobel de Química en 1918, un galardón que contrasta con el horror que causó en los campos de batalla.

Fritz Haber y Clara Immerwahr: su matrimonio unió la química innovadora y los dilemas éticos de principios del siglo XX
Fritz Haber y su esposa Clara Immerwahr, unidos en ciencia y controversia. | Especial

Ypres: la nube que cambió la historia

En 1914, Europa estalló en guerra. Alemania necesitaba nitrógeno para sus explosivos, y Fritz Haber dirigió el Servicio de Guerra Química. El 22 de abril de 1915, durante la Segunda Batalla de Ypres, liberó gas cloro contra tropas aliadas. Soldados murieron asfixiados en cuestión de minutos; la guerra química había nacido.

Imágenes de militares sufriendo, de cuerpos caídos en campos ennegrecidos por la toxicidad del gas, recorrieron Europa. Al mismo tiempo, los fertilizantes que él había inventado seguían alimentando una vasta población. Haber era un genio y un monstruo, un salvador y un destructor.

Fritz Haber dirigió el Servicio de Guerra Química en Alemania, contribuyendo al desarrollo de explosivos durante la Primera Guerra Mundial.
Fritz Haber al frente del Servicio de Guerra Química en Alemania. | Especial

El Nobel y la sombra del genocidio

Tras el armisticio de 1918, Haber fue declarado criminal de guerra por los Aliados. Pero ese mismo año, recibió el Premio Nobel de Química. La paradoja se acentuaba: un hombre reconocido por salvar vidas también había participado en la invención de la muerte masiva.

Su vida personal tampoco escapó a la tragedia. Clara, incapaz de aceptar la transformación de su marido en arquitecto de la guerra química, se suicidó. Haber continuó con sus investigaciones, incluso en Alemania, y su trabajo más tarde contribuiría indirectamente al desarrollo del Zyklon B, gas letal usado por los nazis en los campos de concentración.

En 1933, debido al ascenso del nazismo y a su origen judío, Haber tuvo que abandonar Alemania. Viajó a París, Suiza y Palestina, pero su salud, ya frágil, lo traicionó. Falleció de un paro cardíaco en Basilea el 29 de enero de 1934.

Según diversas investigaciones, actualmente cerca de la mitad de la humanidad depende de los fertilizantes generados por el proceso de Haber. Sin embargo, la ética de su trabajo sigue siendo un tema urgente.

Así, en pleno siglo XXI, cuando los avances científicos prometen tanto como amenazan, muchos expertos consideran que la figura de Haber sigue siendo una lección. Según ellos, alimentó al mundo y, al mismo tiempo, lo envenenó. Su vida revela con crudeza la ambigüedad del poder y de la ciencia: la misma fórmula que impulsa la vida puede, con igual fuerza, traer la destrucción.

Retrato en blanco y negro de Fritz Haber, el químico que revolucionó la agricultura y la guerra. Ideal para contenidos históricos, científicos o éticos.
Fritz Haber: vida y muerte en una sola fórmula. | Especial



Google news logo
Síguenos en
Claudia Islas
  • Claudia Islas
  • [email protected]
  • Periodista, guionista y editora egresada de la UNAM. Amante de la cultura underground, la música, el cine y la psicología. Apasionada por contar historias que merecen ser narradas, incluso aquellas que nadie se atreve a mirar de frente.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.