El diseño de interiores está evolucionando hacia un enfoque más humano e inclusivo. Cada vez más especialistas coinciden en que los espacios deben responder a las necesidades sensoriales de todas las personas, incluyendo a quienes presentan condiciones neurodivergentes, como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), la TDAH, la dislexia o la hipersensibilidad sensorial.
De acuerdo con datos de la UNAM, en México 1 de cada 115 niñas y niños presenta algún tipo de TEA, y muchas de las características relacionadas con la sensibilidad a la luz, el sonido y la densidad visual también acompañan a la población adulta. Esto ha puesto sobre la mesa la urgencia de repensar los espacios que habitamos.
Un estudio publicado en Building and Environment (2023) advierte que los estándares tradicionales de iluminación, color, acústica y materiales no contemplan plenamente a la población neurodivergente. Sin embargo, adaptar los espacios no solo es posible, sino que puede lograrse con estrategias prácticas, tecnología y una nueva mirada de diseño.

Guía de diseño de interiores inclusivo para personas neurodivergentes:
Paso 1. Prioriza la luz regulable y estable
La luz es uno de los factores más determinantes para la comodidad sensorial. Evita los deslumbramientos, los reflejos y los parpadeos perceptibles. Los especialistas de la Escuela Madrileña De Decoración (ESMADECO) recomiendan:
1. Usar escenas
diferenciadas de luzpara cada momento:
- Tarea: iluminación focalizada y clara.
- Transición: intensidad media que prepare el cambio de ambiente.
- Calma: luz cálida, baja y uniforme.
2. Incorporar sistemas regulables que permitan a cada persona ajustar la intensidad según su necesidad.
3. Apostar por fuentes LED de alta calidad para evitar flickers que pueden generar fatiga o estrés.
“Si un espacio está bien pensado en aspectos como la luz, el sonido, los colores y las señales para orientarse, la persona puede sentirse más tranquila, menos abrumada y moverse con mayor autonomía”, explica Sofía González, profesora de ESMADECO.
Paso 2. Diseña una acústica de inteligibilidad
Para muchas personas neurodivergentes, el ruido puede ser una fuente importante de estrés. Aquí es clave pensar más allá del volumen:
- Utiliza materiales absorbentes como paneles acústicos, alfombras o cortinas gruesas.
- Coloca sellos antivibración en puertas, ventanas y electrodomésticos.
- Diseña una zonificación acústica: áreas tranquilas alejadas de fuentes de ruido como cafeterías, pasillos o ascensores.
- Favorece el uso de sonidos predecibles y evita los entornos con ruidos imprevisibles.
Paso 3. Mantén paletas de colores y texturas simples
El exceso de estímulos visuales puede generar sobrecarga sensorial. Para evitarlo:
- Prefiere colores mate en lugar de acabados brillantes.
- Usa patrones sobrios y evita contrastes abruptos.
- Selecciona texturas uniformes y predecibles, sobre todo en pisos y paredes.
- Opta por materiales que transmitan sensación de calidez y seguridad.
Paso 4. Facilita la orientación cognitiva
Los espacios inclusivos ayudan a que las personas se ubiquen con mayor facilidad. Algunas estrategias:
- Instalar señalética clara y con alto contraste visual.
- Incorporar puntos de referencia para facilitar la orientación espacial.
- Diseñar transiciones graduales entre diferentes áreas, evitando cambios bruscos de iluminación o color.
- Integrar mapas visuales y pictogramas en lugares públicos como hospitales, oficinas y escuelas.
Paso 5. Crea refugios sensoriales
Las microzonas de autorregulación son clave para quienes necesitan desconectarse por unos minutos:
- Espacios pequeños con iluminación tenue y controlada.
- Mobiliario cómodo, materiales cálidos y texturas suaves.
- Estímulos mínimos: sin pantallas, sin ruidos y con ventilación natural.
- Ideales para oficinas, escuelas y hospitales, donde el flujo constante de personas puede ser abrumador.

La tecnología como aliada:
La integración de herramientas como el modelado 3D y la inteligencia artificial ha abierto nuevas posibilidades para crear espacios inclusivos desde la planeación. Ahora es posible:
- Simular escenas de luz para anticipar reflejos y sombras.
- Crear mapas acústicos para medir y reducir la reverberación.
- Evaluar flujos de circulación para evitar aglomeraciones.
- Predecir el impacto sensorial antes de colocar un solo ladrillo.
“La neuroinclusión no complica los proyectos, los hace medibles y predecibles. Cuando modelamos luz, color, sonido y organización del entorno con un gemelo digital e IA, minimizamos la sobrecarga sensorial y elevamos la autonomía de uso”, detalla González.
El futuro del diseño interior inclusivo
El diseño neuroinclusivo propone pasar de corregir problemas a anticipar necesidades. No se trata de adaptar espacios después de construidos, sino de pensarlos desde el inicio para que sean funcionales, sostenibles y respetuosos con la diversidad sensorial.
Escuelas, viviendas, oficinas y hospitales pueden convertirse en entornos más accesibles y humanos. Cada metro cuadrado puede contribuir al bienestar y la autonomía de quienes lo habitan.