Leo en la tercera de forros uno de los tres encomios dedicados a Malas decisiones (Tusquets), de la poeta y ahora novelista Sabina Orozco: “Con un estilo audaz, intenso y cautivador”…, etcétera. Llego apenas a la segunda página y me encuentro con esta declaración de principios narrativos: “había ido con Tania a Salem, un café muy friki con motivos de brujas”. ¿Friki en lugar de raro o estrafalario o…? ¿Así se expresa “un estilo audaz, intenso y cautivador”? Lo que sigue, es decir, la novela entera, no es sino la multiplicación de ese momento aterrador (“Podría ser el inicio de una película de terror kinky”, “Sé que no hay un nosotros desde cierta perspectiva personal”, “Fuimos a un restaurante de la colonia de junto” —el subrayado es mío—, “solo sé que tienes un lugar muy especial en el lado izquierdo de mi pecho”, “ternura es tomarnos de la mano por debajo de la mesa”).

Malas decisiones toma la forma de un diario en el que tienen cabida los mensajes de texto y de voz, los correos electrónicos, las confesiones y los exabruptos líricos, enunciados mediante esa jerga indigente que inspira a las redes sociales (“Podría morir sin conocerlo, pero ando horny”) para dejar el registro de un enamoramiento de cinco semanas, y su irremediable corolario, el desamor, mientras el covid sigue despachando contagios. Y qué es el amor, según Sabina Orozco, o, en otras palabras, según Malas decisiones: una serie de insufribles y estériles descripciones de lugares y “eventos” al lado de amigos y desconocidos, de titubeos bajo el signo de una impostada sensibilidad “artística”, de quejidos tras la lectura en voz alta de algún poema ¡de Wislawa Szymborska! y de esa alcahueta pintarrajeada que es la cursilería. Los lectores podrían declarar con recelo que trazo una caricatura. Bienvenidos, les diría, al amor según los nuevos marchantes de la literatura.
Malas decisiones tiene los desdichados méritos de la vacuidad y la torpeza. Es uno de esos libros producidos, como muchos, demasiados en nuestros días, con la certeza de que la escritura de una novela solo requiere una enorme voluntad y, como establece Sabina Orozco, “ofrecerme a las hojas en blanco”. Dejémosle el “Sí se puede” a los candidatos a una sindicatura o a los malos aficionados al futbol.
Malas decisiones
Sabina Orozco | Tusquets | México | 2025
AQ