En el idioma castellano uno puede distinguir entre los verbos “mirar”, “ver”, “observar” y una variante de origen catalán como “aguaitar”. Ninguno de esos términos describe del todo lo que puede sucedernos desde el próximo martes cuando el famoso zar de la tecnología Mark Zuckerberg ofrezca a la venta sus espectaculares (en todo el sentido de la palabra) anteojos Meta Ray-Ban. La revolución que se avecina en el simple acto de ver es alucinante. Nadie estaba preparado para mirarse a uno mismo de un modo continuo y permanente.

El nuevo aparato que sale a la venta el martes 30 es el mayor aditamento al cuerpo humano que se haya hecho, producto de la inteligencia artificial. Los lentes tienen un espacio en el lado derecho donde aparecen apps, textos, traducciones, fotos y todo aquello que uno requiera. Cada par de anteojos viene con una banda que uno se pone en la muñeca. Desde allí, y con un movimiento mínimo de los dedos, uno le da órdenes a los lentes para que ofrezca cualquiera de sus funciones. Se acabó el intento por mirar el celular mientras uno conduce. Ahora los anteojos ofrecen todos los mensajes, imágenes, voces que uno requiera con un pulso de la mano. En la parrilla hay parlantes, traductores inmediatos, cámaras y otras posibilidades. Y la banda en la muñeca pone fin a los actos de tocar la pantalla o de apretar un botón. La banda está hecha de un material que se llama Vectran, dura y a la vez maleable. Tiene una batería que dura hasta dieciocho horas, es decir que pueden acompañar a sus usuarios durante todo un día sin recarga. Uno recuerda los anteojos que acompañaban al “Terminator” de Arnold Schwarznegger en la película de 1984. Por entonces su misión era ir al pasado para matar a alguien. La película tuvo muchas secuelas y sigue fascinando a sus seguidores.
Pronto, algunos se sentirán como el personaje de la película. Esa ficción estará a la venta en dos días con un precio de oferta: Setecientos noventa y nueve dólares.
Es evidente que se trata de un milagro de la tecnología que cambia nuestra idea de ver o de mirar. Si antes los anteojos se usaban para ver mejor el mundo, el nuevo invento nos hace mirar en realidad a nosotros mismos. Si uno puede caminar y a la vez leer y contestar correos electrónicos, WhatsApp, chats, es obvio que se trata de un milagro. Sin embargo, esa mirada hacia adentro y no hacia afuera, coincide en el efecto que está teniendo la tecnología moderna. Estamos más ensimismados, encerrados en el círculo de quienes somos y de los que nos rodean. Me imagino que, dentro de un año, una parte de las ciudades latinoamericanas estará poblada por personas con anteojos Meta Ray-Ban. Harán deporte, irán al cine, asistirán a reuniones, mientras revisan sus mensajes con un movimiento de los dedos. La tecnología ha reemplazado a nuestros ojos. Nos ha dado otros. Todo es más complicado y más rápido. Miramos más lejos pero solo hacia dentro de nosotros. Un poco como el Terminator, no faltaba más.
AQ