Un tesoro milenario del sureste mexicano se convierte en punto de encuentro para artesanos y público general. La vigésimo octava edición de la Expo Ámbar abre sus puertas en la explanada del Monumento a la Revolución en la Ciudad de México del 30 de julio al 4 de agosto, ofreciendo un recorrido por la historia, la economía y la técnica que rodea a esta resina fosilizada, considerada patrimonio cultural de Chiapas.
“El ámbar es más que una piedra semipreciosa. Para nosotros representa identidad, comunidad y la posibilidad de compartir con otros una historia que sigue viva”, expresó Marisol Urbina Matus, directora general del Instituto Casa de las Artesanías de Chiapas.
Desde la época prehispánica, esta resina fue valorada para elaborar ornamentos y realizar intercambios comerciales. Hoy, este material de origen vegetal —producido por árboles leguminosos del terciario— conserva fragmentos atrapados durante milenios, lo que le otorga un carácter único tanto en joyería como en piezas de arte y objetos religiosos.
Esta gema orgánica, con más de 22 millones de años de antigüedad, vuelve a contar su historia, no solo como materia prima, sino como vehículo de identidad, sustento económico y diálogo intercultural. El material chiapaneco, fosilizado de árboles leguminosos del terciario —según el Instituto de Geología de la UNAM—, conserva en ocasiones fragmentos de insectos atrapados desde hace millones de años.

Más de 170 expositores provenientes de municipios como Simojovel, San Cristóbal de Las Casas, Huitiupán, Chiapa de Corzo y Tuxtla Gutiérrez, presentan piezas talladas a mano que combinan técnicas tradicionales con nuevos lenguajes de diseño. El evento, organizado por el Instituto Casa de las Artesanías de Chiapas (Icadech), cuenta con 82 stands en un pabellón de 700 metros cuadrados. Además de las piezas en exhibición, se ha dispuesto una zona de cafetería con café de la región, un módulo de información turística y un espacio institucional con artesanías locales.

Una plataforma de valor cultural y económico
“Este evento no es solo una plataforma comercial; es un ejercicio de reconocimiento al trabajo colectivo de las comunidades artesanas y a la cadena de valor que hay detrás de cada pieza”, afirmó la directora. Y añadió: “Desde su primera edición en 1998, se ha buscado consolidar esta Expo como una plataforma clave para visibilizar la dimensión social e histórica que representa este material para el estado, promoviendo una economía sustentada en el oficio y destacando no solo la venta, sino también las cadenas productivas, los desafíos ambientales de la extracción responsable y el esfuerzo de las comunidades por conservar y proyectar su herencia cultural.”
El icónico espacio, al fungir nuevamente como sede, reafirma su papel como punto estratégico para la difusión del ámbar chiapaneco. Insertar esta muestra en uno de los espacios públicos más representativos del país activa una conversación entre territorios, permitiendo al público capitalino conocer no solo el producto final, sino el profundo contexto social y geológico del que proviene.
La Expo Ámbar se presenta, así, como una historia construida desde los hechos: una cadena de producción activa, un objeto con valor científico documentado y una práctica que conecta generaciones.
GCM