En Guanajuato, 14 mil personas de cinco años y más hablan alguna lengua indígena, lo que representa menos del 1% del total de la población de la entidad (6 millones 166 mil 934 habitantes), de acuerdo con el más reciente Censo de Población y Vivienda levantado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en el 2020.
El doctor e investigador Mario Fernández Zarza refirió que en la entidad persisten pueblos originarios con presencia histórica como los chichimecas, otomí-ñañú, jonaces y pames, concentrados principalmente en municipios del noreste del estado como San Luis de la Paz y Tierra Blanca.
Para el investigador, a lo largo del tiempo la invisibilización institucional y cultural de estos grupos ha provocado que Guanajuato no sea reconocido como un estado con raíces indígenas activas, a pesar de que se conservan huellas vivas de pueblos originarios. Aunado a ello, la baja visibilidad y la discriminación lingüística, ha puesto en riesgo la preservación de lenguas y saberes ancestrales.
“El estado de Guanajuato a pesar de que no se consideraría como una entidad con presencia indígena, sí cuenta con pueblos originarios. Los que tienen mayor presencia son los chichimecas, jonaces, otomí-ñañú y los pames, que están ubicados más en el noreste”, dijo el investigador.
Agregó que Guanajuato es destino de migración de población indígena proveniente de entidades como Oaxaca, Chiapas, Michoacán y el Estado de México; si bien estas personas no nacieron en la entidad, comentó que se integran a comunidades rurales donde continúan usando sus lenguas y prácticas culturales.
Mario Fernández Zarza, sostuvo que uno de los factores que amenazan la preservación de estas lenguas es la discriminación, ya que hay personas que evitan enseñar su lengua materna por miedo al rechazo social.
“Yo recuerdo una entrevista que tuve con un abuelo otomí, él me comentaba que cuando estudiaba le daba vergüenza hablar su lengua, y por eso cuando sus hijos crecieron no les enseñó; sin embargo, reconoció que con el tiempo cambió y que ahora poco a poco les enseña a sus nietos”, refirió.
En el plano institucional, el especialista destaca que en Guanajuato opera el Programa de Organización Productiva para Mujeres Indígenas, enfocado en apoyar proyectos productivos liderados por mujeres de origen indígena. Sin embargo, señala que las políticas públicas siguen siendo focalizadas y no alcanzan la magnitud del rezago histórico.

“La población indígena tiene una interrelación muy importante con su territorio, y esto ha detonado una serie de conocimientos y saberes que han permitido sobrevivir en condiciones muy extremas… a nivel de medicina tradicional, de gastronomía, de identificación de variedades de tunas, de nopales, de hierbas de recolección. Creo que es muy importante volver a ver y resignificar estos conocimientos”, concluyó.
Discriminación y pobreza, las batallas cotidianas de Martín, indígena otomí
Martín Cornejo dejó su comunidad en Santiago Mexquititlán, Querétaro, para migrar temporalmente a León. Habla únicamente otomí, no sabe leer ni escribir, y enfrenta barreras para vender sus artesanías. Su estancia en la ciudad es breve: viene durante las vacaciones para visitar a una de sus hijas mayores.
Explicó que cada año, durante las vacaciones escolares, viaja con parte de su familia a León. Vende artesanías y franelas para obtener ingresos que le permitan sostener a sus hijos, quienes viven en su mayoría en el rancho. Su lengua materna es el otomí, y aunque entiende algunas palabras en español, reconoce que no logra mantener conversaciones fluidas.
“Es que la verdad para nosotros está muy difícil porque nosotros no sabemos leer, no sabemos escribir, unas palabras estamos entendiendo, unas palabras que no entendemos casi. Como nosotros vamos, de allí de nuestro rancho, de nosotros somos de hablar puro otomí nada más”, comentó.
Martín mencionó que está casado con Felipa y es padre de nueve hijos. En esta ocasión, llegó a León con su esposa y con una de sus hijas menores para visitar a otra de sus hijas, quien ya radica de forma permanente en la ciudad.
“Salimos un rato de aquí, nada más de puros vacaciones, porque los niños van a la escuela allá en el rancho”, expresó.
Al preguntarle qué pediría como indígena otomí, a propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se conmemora el 9 de agosto, respondió: “queremos un apoyo porque allá en nuestro rancho no tenemos nada, por eso estamos echando unas luchas aquí en la ciudad, salimos un rato aquí, nada más de puro vacaciones porque los niños van a la escuela allá en el rancho y necesitan algo que van a llevar a la escuela y como allá no tenemos nada estamos pobres”.
Asegura que el idioma sigue siendo su principal barrera ya que le “es difícil hablar español porque hay algunas palabras que entiendo, a veces no quiero salir porque no sabemos hablar bien casi”.

Desde hace más de 10 años el CDIL atiende a más de 110 menores indígenas
Desde hace más de una década, el Centro de Desarrollo Indígena Loyola (CDIL), brinda atención educativa y comunitaria a niñas y niños indígenas que habitan en León, Guanajuato. Cada ciclo escolar, entre 110 y 120 menores forman parte de sus programas, especialmente en la Escuela Intercultural Nenemi, así lo informó la directora de la institución, Fabiola Hernández Hernández.
Explicó que el trabajo del CDIL incluye acompañamiento a personas jornaleras agrícolas, atención a familias migrantes en contextos de desplazamiento y la organización de celebraciones culturales que integran las cosmovisiones de los pueblos originarios establecidos en la ciudad.
“La escuela tiene más de 10 años. Es un proyecto que se ha ido construyendo en el camino junto con las familias, reconociendo que hay una educación que no necesariamente responde a las necesidades de las niñas y los niños”, comentó.
Indicó que gran parte de las familias atendidas han migrado desde hace décadas desde diferentes regiones del país. La mayoría de los menores provienen de comunidades originarias que migraron de estados como Guerrero, Michoacán, Veracruz y Chiapas.
“Hay familias que han migrado desde hace años y que ya se asentaron aquí, hablamos de hace 40, 30 años, y son familias que vienen del estado de Guerrero, vienen de Michoacán, vienen de Veracruz”, aseguró la directora.
Uno de los ejes principales del centro es la Escuela Intercultural Nenemi, en la que conviven niñas y niños de diferentes pueblos indígenas. Aunque las clases no se imparten completamente en lengua originaria, dijo que se realizan actividades, talleres y celebraciones que rescatan y transmiten elementos culturales de sus comunidades.
“En esta escuela hay niñas y niños que hablan purépecha, wixárika, ñañú, y es una escuela multigrado, hay actividades, talleres, celebraciones a lo largo del año que retoman su cosmovisión”, dijo.
Además, el CDIL coordina dos programas adicionales: el primero es el Programa de Acompañamiento a Personas Jornaleras Agrícolas y el segundo es el Programa Casa de los Pueblos, enfocado en la atención de familias provenientes de Chiapas, quienes migran al municipio debido a contextos de inseguridad, presencia del crimen organizado y falta de oportunidades laborales.
“También tienen que salir, o todas estas migraciones responden a un contexto en donde la presencia del crimen organizado, la inseguridad en los territorios y también la falta de un trabajo remunerado”, añadió.
Agregó que, la matrícula del CDIL está conformada en su mayoría por infancias de origen indígena, ya que sólo entre un 10 y 20% de los estudiantes son niñas y niños nacidos en León.
En cuanto a los lugares de residencia, las familias jornaleras se ubican temporalmente en comunidades como La Sandía, La Arcina y Los Barretos, mientras que otras familias viven de forma permanente en colonias como El Guaje y Los Pinos.
Lanzó un llamado a visibilizar la presencia de estas comunidades y a reconocer su aportación dentro de la ciudad. señaló que aún no existen datos oficiales sobre la cantidad de población indígena que vive en León, lo que limita la posibilidad de diseñar políticas públicas específicas.
“Pienso que tener presente en el marco del Día de los Pueblos Indígenas que no son aparte y que no hay una cultura que es más que ellos, sino que somos una diversidad de culturas, creo que eso es lo importante también, el llamado a la no discriminación y el reconocer que también están acá”, resaltó.

Con escuelas, coros y traducción de himno preservan las lenguas originarias
En tanto, la preservación de las lenguas indígenas en Guanajuato enfrenta una transformación impulsada por la participación política, la educación comunitaria y el reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos originarios. La Misión de Chichimecas, ubicada en San Luis de la Paz, es uno de los principales núcleos donde esta diversidad cultural se manifiesta con acciones concretas.
La primera diputada local integrante de una comunidad indígena, Plácida Calzada Velázquez, explicó que el Día Internacional de los Pueblos Indígenas que se conmemora este 9 de agosto cobra especial relevancia debido al contexto de cambios en la vida pública nacional y estatal, particularmente tras el decreto del 30 de septiembre de 2024 que fortalece el marco legal de los derechos colectivos.
“Se ha iniciado un camino de lucha, de batalla también, por muchas personas que incluso ahorita ya no están, en el buscar que se implementaran y reconocieran los derechos en la Constitución federal. Se iba avanzando muy poco, y ya a través del decreto que se emite el año pasado se visibiliza más. Estamos como materializando esos derechos”, señaló.
Calzada Velázquez destacó que esta fecha adquiere un nuevo significado al tener representación indígena directa en el Congreso local. Afirmó que esta legislatura ha abierto espacios a sectores históricamente invisibilizados, como personas con discapacidad, la comunidad migrante, diversidad sexual y pueblos originarios.
La legisladora explicó que en Guanajuato se hablan diversas lenguas maternas. Entre ellas, mencionó la chichimeca con sus variantes, el otomí, así como otras lenguas traídas por personas migrantes de estados como Oaxaca y Guerrero, incluyendo el náhuatl, purépecha y wixárika.
Respecto a su experiencia personal, indicó que entiende y habla “muy poquitas palabras” en otomí, pero reconoció que la lengua chichimeca tiene un papel relevante en el estado.
“Hay una escuelita, una primaria, donde enseñan la lengua materna. De hecho, hay un coro que está interpretando diferentes canciones, diferentes letras. Tuvimos, por ejemplo, la participación de ellos cuando tradujeron el himno de Guanajuato”, comentó.
Sobre las acciones del gobierno estatal para conservar estas lenguas, la diputada refirió que corresponderá a las autoridades educativas y culturales detallar las estrategias. Sin embargo, precisó que desde el Congreso del Estado se busca reforzar la autonomía de las comunidades indígenas no solo con discursos, sino también con recursos públicos.
“El trabajo continúa. Hemos defendido siempre la autonomía de los pueblos y de las comunidades. El día de hoy que tenemos una participación en el Congreso del estado, pretendemos fortalecer esas herramientas en nuestra gente”, concluyó la legisladora.