Platicar más lento, elevar nuestro volumen de voz o decir “cariño” o “mi chiquito” a los adultos mayores podría interpretarse como una muestra de amor; pero para ellos, no es más que un acto de discriminación.
“La infantilización no es buena intención. Es violencia simbólica que deteriora la salud, los derechos y el sentido de vida”, subrayó el psicogerontólogo, Elizeth Altamirano.
Ante ello, MILENIO conversó con el especialista para identificar aquellos comportamientos o frases que, inconscientemente, infantilizan a nuestros abuelos, padres o cualquier adulto mayor.

Usar diminutivos: “Juanito”, “Paquita”, “Marquito”...
La infantilización despersonaliza a los adultos mayores. Como si su estatus social les fuera arrebatado tan pronto cruzan la línea de los 60 años.
Automáticamente, explica el especialista, las personas suelen dirigirse a ellos con el diminutivo de su nombre sin antes preguntarles cómo quisieran ser llamados. Algo que sí hacemos, por ejemplo, cuando un amigo tiene dos nombres o nos dirigimos a alguien por su profesión.
“Durante toda la ‘vida productiva’ fue el licenciado González, el doctor Martínez, el ingeniero, el arquitecto, Don Carlos o el señor Simón. Pero cuando cruzan el umbral de los 60 años, pierden ese estatus social y terminan siendo Juanito, Lolita o ‘n’ cantidad de diminutivos. (...) ‘mi viejito’, ‘mi reinita’, ‘mi chiquito’ o ‘mi corazoncito’. No le damos el valor como persona que se merece”.

Esta costumbre también deviene del prejuicio de que la vejez es una etapa negativa, de enfermedades y abandono. Tal y como explicó Altamirano, utilizar diminutivos sin previo consentimiento es un mecanismo para que esa perspectiva sea “menos dolorosa”.
“Creemos que hablando en diminutivo es menos doloroso. La vejez no duele. La vejez es simplemente una etapa del ser humano”.
“No son tus abuelitos”
El envejecimiento es tan complejo como la adultez o la infancia, pues tiene sus propias etapas y características que van más allá de sólo la edad.
Pese a ello, en el lenguaje se mete a todos en una misma canasta al llamarlos “abuelitos” o “abuelitas” sin que haya un vínculo familiar de por medio o conocimiento de que, efectivamente, ya tengan nietos.
“No todas las personas mayores de 60 años son abuelos. Y hay personas que no tienen esa edad y son abuelos. No son tus abuelitos. A la persona mayor se le trata con respeto y dignidad”.
EL DATO‘Elderspeak’: discriminación disfrazada
Acuñado en 1969 por Robert Butler, el término ‘elderspeak’ refiere al habla aniñada empleada en la comunicación con adultos mayores. Se caracteriza por emplear tonos agudos, diminutivos, plurales, exclusivos y reiteraciones innecesarias.
“No se levante, yo hago todo”
Aunque la vejez implica cierto deterioro de la salud física y cognitiva, eso no significa que los adultos mayores se vuelvan incapaces de realizar sus actividades, tomar decisiones y valerse por ellos mismos. Sin embargo, los estigmas sociales nos han dictado lo contrario: “los creemos inútiles y propiamente los ‘inutilizamos’”, explicó Altamirano.
Dicha creencia nos mueve a asumir que toda persona mayor requiere auxilio o cuidado, incluso si su memoria y sus funciones ejecutivas se encuentran en perfecto estado. Esto se observa en actos como acercarles cualquier objeto para que no se levanten, hasta no tomarlos en cuenta en las decisiones familiares, hacer un trámite en su lugar o contestar por ellos durante una consulta médica.
Normalmente estas conductas son bien intencionadas y se realizan pensándose como un acto para “cuidar su bienestar”. Tanto así que, incluso, los propios adultos lo llegan a aceptar como “un acto de amor e interés” de sus familiares.
Pero si el adulto no solicita expresamente esa ayuda, estas pseudo-demostraciones de cariño les genera dependencia aprendida (cuando ellos mismos dejan de hacer las cosas), los fragilizan mucho más rápido y favorece el desarrollo de la iatrogenia (la disfunción de órganos y sistemas funcionales o primarios).
“Tomamos la decisión por ellos y poco a poco los vamos inutilizando y los vamos incapacitando”.
Este efecto también surge con lenguaje plural, es decir, utilizar la conjugación de “nosotros”: “Es hora de bañarnos” en lugar de “¿Quiere bañarse?” o “Vamos con el doctor” en lugar de “Te toca ir con el doctor”. Mismo caso con el exclusivo, que es hablar en tercera persona (“no come”, “no coopera” o “no quiere caminar”) cuando la o el adulto está presente— lo cual ocurre con frecuencia durante las consultas médicas—.
¿Cómo sustituir las frases estigmatizantes?
- 1 En lugar de “abuelito”: “Sra. Ramírez/ Sr. López/ Profesora/ Don + apellido o nombre”
- 2 En vez de “vamos a bañarnos”: “¿Desea bañarse ahora o después de desayunar?”
- 3 En vez de “no puede firmar”: “Podemos valorar su decisión. Si requiere apoyo, le explico opciones”.
- 4 En vez de “a su edad ya no”: “Si es importante para usted, buscamos cómo hacerlo con seguridad”
¿Por qué se ha normalizado la infantilización?
“La infantilización del adulto mayor en México se ha normalizado por factores culturales, familiares y sociales”, explicó Elizeth Altamirano, destacando cinco principales causantes.
- La cultura del cuidado paternalista, heredada de modelos jerárquicos y con una visión asistencialista del envejecimiento. Ejemplo de ello, el apoyo del INAPAM.
- Lenguaje cotidiano y mediático con diminutivos y clichés. Algunos de los más comunes: "los adultos mayores son achacosos", "son enojones" o "ya no pueden hacer nada".
- Falta de un sistema nacional de cuidados con estándares de autonomía y decisión apoyada. “La familia suple al Estado y el control sustituye el apoyo”.
- Edadismo institucional con protocolos que priorizan la rapidez sobre el consentimiento. Es decir, “no se permite a la persona mayor razonar y tomar decisiones acerca del trámite o de la situación en la que se encuentra”.
- Desigualdad estructural que va desde la escolaridad incompleta, la brecha digital y precariedad laboral, hasta la priorización de la juventud sobre la vejez.
“Se le ha dado mucha oportunidad, mucha visión a las personas jóvenes porque son el futuro, pero se ha relegado al último lugar a las personas adultas mayores”.
ASG