Comunidad
  • Así es el cuartel donde Álvaro Obregón sangró y la iglesia floreció

  • En 1915, el general Álvaro Obregón ocupó una ex hacienda como cuartel en la comunidad de Santa Ana del Conde.
Álvaro Obregón: así es el cuartel donde floreció en Guanajuato | Daniela Béjar

En 1915, el general Álvaro Obregón ocupó una ex hacienda como cuartel en la comunidad de Santa Ana del Conde, en el suroriente de León, Guanajuato. Ahí fue atendido luego de que resultó herido y ahí mismo le amputaron el brazo derecho. Esa habitación, hoy, es un salón de clases donde estudian siete jóvenes del noviciado de la congregación de los Misioneros de la Natividad de María.

Como cuartel, la ex hacienda albergó a más de 40 mil soldados del ejército constitucionalista. Desde 1950, ese mismo lugar ha formado un “ejército” de 190 sacerdotes enviados a diferentes partes del país.


Ahí se han preparado jóvenes desde los 15 años de edad e incluso hombres de hasta 39. De esos 190 sacerdotes, cinco llegaron a ser obispos y han atendido zonas complejas en estados como Chihuahua, Jalisco, Estado de México y Oaxaca.

Santa Ana del Conde se ubica justo en los límites entre León y Silao. La comunidad tiene unos 7 mil 400 habitantes. En ella sobresale la hacienda con casi 500 años de historia: fue cuartel en la Revolución Mexicana y hoy es un espacio de formación católica.


Historia de 500 años

El rector del seminario, Gustavo Alonso Villalpando Ontiveros, llegó ahí hace 30 años. Recuerda con claridad que fue un 6 de agosto de 1995. Ahora es el encargado de preservar las instalaciones de esta finca histórica y, sobre todo, está al frente de la formación de nuevos sacerdotes.

Las paredes de esta finca tienen casi cinco siglos. Data de 1583 y en una de sus habitaciones se dieron los primeros auxilios al general Álvaro Obregón. Hoy esa habitación es un salón de clases.

En 1915, el general Álvaro Obregón ocupó una ex hacienda como cuartel en la comunidad de Santa Ana del Conde.
Huecos por donde asomaban los rifles para disparar | Daniela Béjar

La sala, de cinco metros de ancho por casi 15 de largo, se ubica tras pasar la entrada principal de lo que llaman “La casa vieja” —la hacienda cuenta con varias construcciones en su interior—.

Ahí se puede ver un gran reloj metálico dorado, colgado en la pared, que se cree es de la época de la Revolución. También hay pinturas religiosas y un pizarrón.

Esa habitación fue usada como lugar de paga para los trabajadores: la comunicación era a través de una ventana —ya inhabilitada— donde recogían sus centavos para después ir a la tienda de raya.

“Aquí fue donde curaron en un primer momento a Álvaro Obregón. A unos metros de la casa está el sitio donde se dice que él salió cuando estaba la batalla, aventaron unos cañonazos, había unas vigas y pues le dañaron su brazo. Lo traen aquí y lo atienden”, relata el rector Gustavo Alonso Villalpando Ontiveros.

Lugar de guerra

Con la llegada de la Revolución y el arribo de Obregón y sus tropas, a la ex hacienda se le hicieron algunas modificaciones que aún se aprecian.

“De ser hacienda se convierte en un cuartel y entonces se prepara como tal. Aquí, por ejemplo, se le añade a lo que ya había en la parte de arriba unas hendiduras por donde sacaban los rifles; se pusieron algunas torrecitas como de vigilancia que también están”, explica el rector.

Un ejemplo de estas torres es un fortín de aproximadamente 5 metros de altura que se construyó al fondo de la finca, en donde hoy llaman la zona de “La Cabañita”, un espacio de recreación con jardineras de pasto verde y una palapa donde estudiantes y maestros del seminario realizan reuniones.

Los escalones externos son de acero delgado, similar al de los castillos de construcción; en el interior de estas torres había escalones de madera que permitían subir hasta lo más alto, pero fueron quemados hace años y se desconoce quién lo hizo.

En 1915, el general Álvaro Obregón ocupó una ex hacienda como cuartel en la comunidad de Santa Ana del Conde.
Calle en plaza de la conquista | Daniela Béjar

Para llegar al fortín se debe cruzar el patio principal y los dormitorios de los estudiantes, que en este momento están de vacaciones.

Por cierto, esta ex hacienda, hoy seminario, tiene un “túnel secreto” ya inhabilitado. Se cree que fue una vía de escape, aunque se desconoce hasta dónde conectaba. Está en el patio principal, cubierto por una lápida rectangular de concreto incrustada en el piso que debe removerse para verlo y entrar.

Una finca llena de historias…

“De ser hacienda y después un lugar de enfrentamiento en la Revolución, ahora pues que de aquí salen nuevos pastores —iglesia—. De hecho, de esta congregación ya han salido cinco obispos, tres de ellos actualmente viven”, dice orgulloso el padre rector.

Explica que el seminario atiende a jóvenes de distintas partes del país y, de igual forma, sus sacerdotes se han enviado a diversas ciudades.

Los obispos que se formaron en Santa Ana del Conde son: Rafael Sandoval, obispo de Autlán, Jalisco; Juan Manuel González Sandoval, obispo de la Sierra Tarahumara; y Víctor Cárabes Chávez, obispo de Tenancingo, Estado de México.

Los otros dos ya fallecieron: Hilario Chávez Joya, quien fue obispo de Casas Grandes, Chihuahua, y Jesús Castillo Rentería, que tuvo su obispado en Tuxtepec, Oaxaca.

La ex hacienda se convirtió en seminario en 1950, cuando llegó el fundador Vicente Echarri Gil, originario de Navarra, España. El pasado 26 de julio se cumplieron 20 años de su muerte. El rector relata que lo conoció en persona, pues fue muy longevo: vivió 102 años.

Hoy, ese lugar atiende a 51 jóvenes: desde quienes ingresan al periodo de “aspirantado” desde los 15 años, con la posibilidad de cursar la preparatoria, hasta quienes estudian filosofía y teología.

El seminario recibe con frecuencia a estudiantes de distintas escuelas que buscan conocer la historia que guardan sus paredes y el pasaje de la Revolución Mexicana en el que Álvaro Obregón derrotó a Francisco Villa.


Las batallas revolucionarias en León

El director del Archivo Histórico de León, Rodolfo Herrera Pérez, explicó que se cumplieron 110 años de “Las batallas de la Trinidad”, una serie de enfrentamientos entre los ejércitos constitucionalistas y villistas, registrados de mayo al 5 de junio de 1915. En Santa Ana del Conde se resguardó Álvaro Obregón.

Previamente hubo combates en Celaya y Silao. De ellos salió victorioso Obregón, quien obligó a los villistas a replegarse en mayo hacia León, estableciéndose en San Juan de Otates.

En 1915, el general Álvaro Obregón ocupó una ex hacienda como cuartel en la comunidad de Santa Ana del Conde.
Lugar donde Álvaro Obregón perdió el brazo | Daniela Béjar

La línea de defensa de los villistas —que llegaron primero a León— se extendió desde San Juan de Otates hasta el centro y norte de la ciudad, unos 22 kilómetros. Francisco Villa se hospedó en “La Casa de las Monas”, en la actual zona peatonal del Centro Histórico, hoy ocupada por una pizzería.

“Cada uno establece un lugar de vigilancia. Pancho Villa se va al cerro del Mirador de Otates; desde ahí vigilaban los movimientos de las tropas de Álvaro Obregón. Mientras tanto, Obregón, a lo que pudo tener acceso, fue al torreón de la hacienda de Santa Ana del Conde”, explicó el historiador.

Se estima que se enfrentaron cerca de 38 mil soldados de Villa contra 40 mil del ejército de Obregón. El 3 de junio de 1915 quedó marcado en la historia de México como el día en que Álvaro Obregón fue herido y perdió el brazo.

Él mismo lo relató en su libro Ocho mil kilómetros en campaña, señala Herrera Pérez:

“Era de madrugada cuando recibió la noticia de que la hacienda estaba siendo atacada. Las tropas villistas lanzaron cañonazos sobre Santa Ana del Conde desde el rancho ‘Resplandor’. Aún quedan vestigios de los impactos.

Uno de esos cañonazos impactó la torre de la capilla de Santa Ana, aún se ve el daño que generó: un gran orificio en la torre”.

La bala de cañón impactó en una tranca de madera, que se partió en múltiples pedazos. Uno de esos fragmentos alcanzó el brazo derecho de Álvaro Obregón.

Ese lugar, hoy la privada Alonso de Ávila, muy cerca de la plaza principal de la comunidad, tuvo una base de piedra con una placa que relataba el hecho histórico. Ya no existe: fue robada.

Mientras tanto, en la plaza principal, llamada La Conquista, se colocó en 1959 un busto elevado en honor a Álvaro Obregón, sobre un gran pilar cuadrado de cuatro caras.

En una de ellas puede leerse: “Aquí el jueves 3 de junio de 1915 fue mutilado defendiendo los principios revolucionarios”.

Es “El Manco de Celaya”, pero perdió el brazo en León

Luego de recibir los primeros auxilios en su cuartel —hoy seminario—, Obregón tuvo que vestirse de mujer para pasar desapercibido, escapar de la batalla y trasladarse a Celaya. Coinciden en esta teoría el director del Archivo, el rector y habitantes de la zona.

En 1915, el general Álvaro Obregón ocupó una ex hacienda como cuartel en la comunidad de Santa Ana del Conde.
Ex estación donde Álvaro Obregón fue trasladado | Daniela Béjar

El general fue puesto en una camilla. Ya le habían amputado el brazo. Varios soldados, a paso veloz, recorrieron unos ocho kilómetros hasta la estación del tren, donde Obregón abordó un convoy rumbo a Celaya.

Hoy, en esa estación, solo queda una estructura vieja, grafiteada y vandalizada, a un costado de una fábrica de tejas, en Santa Ana del Conde.

En la ciudad de Celaya, el general fue atendido nuevamente ante la gravedad de la herida. Llegó sin brazo, aunque en la historia se le conoce como “El Manco de Celaya”.


“A mi papá le zumbaban las balas”

A sus 82 años, Juan Guerrero, quien vive frente a la plaza de La Conquista, recuerda con claridad que su padre, Miguel Guerrero, participó en aquella batalla en Santa Ana del Conde.

“Mi papá me platicaba que él anduvo en la Revolución, que se encargaba de llevarles agua (a los soldados), y decía que nomás le zumbaban las balas por los lados cuando se dieron el agarre (entre las tropas de Obregón y Villa)”, relata con nostalgia, aclarando que él nunca peleó.

Después de que Álvaro Obregón se fue y esa batalla concluyó, los conflictos armados cesaron, pero dejaron un panorama triste y desolador en la comunidad.

“Fue cuando decía mi papá que se había calmado algo la Revolución. Que aquí estaba todo lleno de animales, gente muerta aquí en el centro”, relata don Juan, señalando el lugar y después la ex hacienda.

Han pasado 110 años de la batalla entre Obregón y Villa. La ex hacienda, que fue cuartel y guarda la historia en sus pasillos, no murió: sigue viva, formando a quienes serán los nuevos soldados de Dios.


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