Durante el siglo XXI, los diferentes gobiernos de México han enfrentado retos y tensiones en la política exterior. La manera en que se han sorteado las crisis han dependido de los intereses de los mandatarios mexicanos en tiempos específicos, de sus ideologías, de su intención de mantener estabilidad política interna o de su campo de acción ante presiones extranjeras.
En MILENIO, rememoramos conflictos que México ha tenido en las relaciones diplomáticas con Cuba, Estados Unidos, España y Ecuador, desde la administración de Vicente Fox hasta la de Andrés Manuel López Obrador.
Los cambios
Empezaba un nuevo siglo, después de más de 70 años, un candidato priista ya no ocupó la silla presidencial. Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), se convirtió en el nuevo presidente de la República, con lo que surgieron algunos cambios en la política exterior mexicana respecto a administraciones precedentes.
Antes, en el contexto de la Guerra Fría, los gobiernos priistas se desenvolvieron en el escenario internacional con un doble discurso:"uno nacionalista y otro que cedía ante las presiones de Estados Unidos", refirió, en entrevista para MILENIO, Rafael Velázquez, doctor en Estudios Internacionales y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
"El PRI no llegaba al poder con procesos claramente democráticos. Entonces, tenía que recurrir a mecanismos tanto internos como externos para ganar esa legitimidad que no obtenía en las urnas. Usaba una política exterior de solidaridad y acercamiento a los países latinoamericanos. En particular, le interesaba mostrar autonomía frente a Estados Unidos en el caso de Cuba, pero solamente en el discurso, porque en los hechos no era así".
"Esto le ayudaba al PRI a tener mayores mecanismos de control, por lo menos no se incrementaba el descontento social por la posición internacional de México. Entonces, esa política exterior era, más bien, para consumo interno. No había independencia frente a Estados Unidos, pues México no tenía mucho margen de maniobra, y a veces tenía que ceder ante las presiones estadunidenses, que, al final, eso también le daba cierto grado de estabilidad política, así como apertura al mercado de Estados Unidos y a sus inversiones".
Posteriormente, señaló el académico, la manera en que se utilizó este doble discurso cambió con la llegada de "los gobiernos neoliberales, desde Miguel de la Madrid, Carlos Salinas (de Gortari), hasta Ernesto Zedillo, pues el acercamiento hacia Estados Unidos fue más abierto por razones de integración económica, y la defensa de Cuba fue más matizada, ya no fue tan abierta".
Luego, con Fox como presidente, vino un viraje más claro en la política exterior mexicana respecto a Cuba, el cual inició en abril de 2001, cuando México se abstuvo de votar sobre la condena del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas al gobierno cubano por no asegurar las libertades fundamentales en su territorio. Fue la primera vez que México no votó en contra de una resolución para condenar lo ocurrido en la isla caribeña.

El hecho generó el descontento del entonces ministro de relaciones exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, quien culpó a su homólogo mexicano, Jorge Castañeda, de “ceder ante las presiones de Estados Unidos” para cambiar el voto.
Tiempo después, en marzo de 2003, surgió otra controversia entre los dos gobiernos, durante la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo celebrada en Monterrey.
El evento estuvo marcado por la breve participación de Fidel Castro, quien apuntó antes de marcharse que esto se debía a “una situación especial” creada por su presencia.
Ante esto, el canciller Jorge Castañeda desmintió las versiones que afirmaron que la prematura retirada del mandatario cubano se debió a presiones que recibió el gobierno mexicano por parte de Estados Unidos.
Un mes después, México votó a favor, por primera vez, de condenar a Cuba en la resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Fue entonces que Fidel Castro dio a conocer la grabación de una conversación telefónica que mantuvo con Fox previo a la cumbre en Monterrey, en la que el mandatario mexicano le pidió que se retirara anticipadamente del evento, para evitar encontrarse con el entonces presidente estadunidense George. W. Bush.

Para 2004, las tensiones aumentaron, cuando Cuba extraditó a México al empresario argentino Carlos Ahumada, quien había huido a la isla caribeña para evitar ser encarcelado por un caso de fraude y lavado de dinero, en el que también se vieron envueltos políticos mexicanos cercanos al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador.
Luego de la extradición de Ahumada, el gobierno de Cuba comentó que el empresario argentino había declarado a las autoridades cubanas que toda la controversia por fraude en México había sido planeada deliberadamente para "alcanzar objetivos políticos", lo que insinuaba acciones del gobierno mexicano para debilitar a López Obrador, quien era en ese tiempo un candidato fuerte a las elecciones presidenciales de 2006.
El 2 de mayo, Fox anunció la decisión de retirar a la embajadora de México en la Habana y de expulsar al representante de Cuba en México, lo que llevó a las tensiones a su máximo nivel.
Fue 77 días después, por intentos diplomáticos de normalizar la relación, que se restauró a los embajadores. Sin embargo, no hubo una solución formal a los conflictos entre Fox y Castro.
En su artículo Pragmatismo principista: la política exterior de México, Rafael Velázquez detalló que el gobierno de Fox intentó equilibrar intereses y principios en la política exterior sin mucho éxito. Por un lado, se alineó con las ideas de Estados Unidos, ante su interés de conseguir un acuerdo migratorio, el cual no se logró. Por otro lado, impulsó la promoción de los derechos humanos y la democracia, aunque no de forma acertada, pues generó la crisis diplomática con Cuba.
El muro
El 25 de enero de 2017, tan solo tres días después de asumir la presidencia de Estados Unidos por primera vez, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para autorizar la construcción de un muro en la frontera con México, con la intención de detener el flujo de inmigración ilegal, acción que había prometido durante su campaña.
Transcurridas unas horas de esto, el entonces presidente Enrique Peña Nieto señaló estar en contra de la iniciativa y aseguró que México no pagaría por el muro. Asimismo, enfatizó: "México exige y ofrece respeto, como nación soberana que somos".
En relación a esto, Rafael Velázquez, quien también es profesor de la Universidad Autónoma de Baja California, explicó que la política exterior no se trata de principios normativos o de soberanía, sino de los intereses que tiene cada país.
Aunque, "muchos países usan en el discurso los principios, pero más como una retórica discursiva o una estrategia para incrementar la apertura diplomática, con la intención de tener una mejor posición negociadora".
Así, ante la postura de Peña Nieto, Trump, por medio de sus redes sociales, amenazó con cancelar una mesa de trabajo en la Casa Blanca con el mandatario mexicano programada para el 31 de ese mes.
“Si México no quiere pagar por el tan necesario muro, entonces sería mejor cancelar la próxima reunión”, escribió.
Inmediatamente, Peña Nieto anunció que cancelaba su visita a Washington. Un día después, los dos presidentes sostuvieron una llamada telefónica en la que acordaron no discutir públicamente sobre la financiación del muro.
En agosto de ese año, el diario estadunidense The Washington Post hizo pública la transcripción de la llamada. En ella, Trump amagó con rechazar futuras reuniones entre los equipos de los dos gobiernos, si Peña Nieto continuaba diciendo que México no pagaría por el muro.
"Si dirás que México no pagará por el muro, entonces no quiero reunirme otra vez con ustedes porque no puedo vivir con eso", dijo al mandatario mexicano.
De igual forma, Trump aludió al problema de drogas en el país durante la conversación telefónica y expresó que las fuerzas militares estadunidenses no tenían miedo de enfrentar a los narcotraficantes mexicanos.
"Tenemos que trabajar juntos para combatirlos y sé que es un grupo difícil de personas y quizá tu ejército está asustado de ellos, pero nuestra milicia no".

En tanto, Peña Nieto enfatizó la disposición de su gobierno para que se realizara un trabajo conjunto entre las dos administraciones en materia de seguridad y comercio.
"La postura de mi administración es que las cosas vayan bien para Estados Unidos y que las cosas vayan bien para su gobierno, porque es la única manera en que podremos continuar trabajando juntos, y esa es mi posición honesta".
El 25 de febrero de 2018, hubo otro inconveniente, pues el gobierno de México anunció que cancelaba su reunión programada para marzo de ese año en Washington para tratar asuntos relacionados con el TLCAN, después de otra llamada telefónica entre los dos mandatarios, en la que, de acuerdo con The Washington Post, se volvió a tocar el tema del muro fronterizo.
Fue hasta la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México en diciembre de 2018 que las tensiones entre la administración de Peña Nieto y la de Trump terminaron.
Acerca de las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, Velázquez indicó que en los estudios sobre relaciones internacionales se habla de dos tipos de poder: "el poder duro, que es el uso de la fuerza militar, y el poder blando, que es el uso de los principios, de la cultura, de la imagen, etcétera, para tratar de negociar con un país que es más poderoso militarmente".
Expresó que Estados Unidos recurre principalmente al poder duro; mientras que México, al poder blando, pues "no tiene otra opción", por ello, habla de principios. Así, "México no va a mandar soldados a Estados Unidos, va a mandar negociadores, diplomáticos, cartas, propuestas para la solución de los problemas comunes".

Las disculpas
En marzo de 2019, a través de un video en sus redes sociales, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador daba a conocer que le había enviado una carta al rey Felipe VI de España, en la que le pedía que se pidiera perdón a los pueblos originarios “por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos” durante la Conquista española.
Ante las declaraciones del mandatario mexicano, el gobierno español, por medio de un comunicado, lamentaba que el envío de la carta se hubiera hecho de dominio público y rechazaba con “toda firmeza” su contenido, argumentando que "la llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no (podía) juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.

En julio de 2021, durante una de sus conferencias de prensa matutinas, López Obrador señaló que la carta que envió en 2019 al rey Felipe VI nunca fue respondida de manera formal por el gobierno español, el cual —acusó— difundió la carta, lo que generó ataques hacía él y su gobierno de parte de “autoridades y de intelectuales promonárquicos”.
De igual forma, Obrador agregó que el abuso no solo se remontaba a la Conquista, sino también al periodo neoliberal, en el que —afirmó— “se cometieron actos de corrupción por parte de empresas españolas, que nos vieron como tierra de conquista y se dedicaron a saquear y a robar con el apoyo de las autoridades mexicanas”.
Un año después, el mandatario volvió a señalar “una promiscuidad económica-política en la cúpula de los gobiernos de México y de España” en sexenios anteriores, en la que “México llevaba la peor parte, (pues) lo saqueaban”. Fue entonces que habló de hacer una pausa en las relaciones entre ambos países.
“Vale más darnos un tiempo, una pausa. A lo mejor ya cuando cambie el gobierno ya se restablecen las relaciones y yo desearía, ya cuando no esté yo aquí, que no fuesen igual como eran antes”, declaró en una de sus conferencias matutinas.

En respuesta, el gobierno español enfatizó la importancia de las relaciones económicas, sociales y políticas entre ambos países, las cuales —pedía— estuvieran “basadas en el mutuo respeto, sin este tipo de manifestaciones”.
Si bien estas tensiones en la relación entre México y España surgieron a raíz de la petición de disculpas por la Conquista española, Rafael Velázquez no consideró que López Obrador hubiera tenido durante su administración "a la historia como principal motivación de la política exterior".
"Obrador hacía referencias a la historia, se refería a Benito Juárez, a Lázaro Cárdenas, por una política exterior independiente, de soberanía, de defensa de los principios, pero yo veo en esa administración (la de Obrador) que la política exterior estaba en función de los intereses que tenía el país en un momento determinado, como hay intereses políticos internos, se usa ese discurso de política exterior nacionalista y de independencia".

La irrupción
En diciembre de 2017, el entonces vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas Espinel, fue condenado a ocho años de prisión por haber recibido sobornos de la constructora brasileña Odebrecht; pero, en noviembre de 2022, a la mitad de su condena, fue liberado y continuó su proceso con medidas cautelares.
No obstante, tiempo después, se abrió una segunda investigación en su contra, esta vez por la malversación de los fondos destinados a la reconstrucción de las zonas que fueron afectadas durante un terremoto que ocurrió en la costa ecuatoriana en el 2016.
Fue entonces que, en diciembre de 2023, Glas solicitó asilo en la embajada de México en Quito, “expresando temor por su seguridad y libertad personal”, como apuntó la cancillería mexicana en un comunicado, en el que también expresó que estudiaría la posibilidad de ofrecer asilo político al funcionario ecuatoriano.
En febrero de 2004, el gobierno de Ecuador solicitó a la embajada de México que le permitiera el ingreso a sus instalaciones para cumplir con la captura de Glas, "dispuesta por la Corte Nacional de Justicia del Ecuador". El gobierno mexicano no accedió.

El tres de abril de 2024, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, durante una de sus conferencias matutinas, habló sobre el asesinato del candidato presidencial de Ecuador Fernando Villavicencio, ocurrido en agosto de 2023. El mandatario dio a entender que el suceso había ayudado a que la candidata progresista, Luisa González, cayera en las preferencias electorales en Ecuador de manera "extraña".
Como respuesta a las declaraciones del mandatario mexicano, el gobierno de Ecuador de Daniel Noboa declaró persona non grata a la embajadora de México.
Dos días después, el cinco de abril, miembros de la policía ecuatoriana irrumpieron en la embajada de México en Quito, y detuvieron a Jorge Glass. Inmediatamente, el presidente López Obrador ordenó romper relaciones diplomáticas con Ecuador, y pidió que todo el personal diplomático en dicho país volviera a territorio nacional.

La canciller ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, en un comunicado, justificó la irrupción en la embajada mexicana al señalar que el asilo diplomático que se pretendía otorgar a Glas no podía proceder porque no es lícito concederlo a personas procesadas. Asimismo, expresó que las declaraciones de López Obrador sobre el candidato Fernando Villavicencio habían puesto en duda las elecciones de 2023 en Ecuador.
Acerca de la resolución de las diferencias entre la administración de López Obrador y la de Noboa por la controversia de Jorge Glas, Rafael Velázquez aseveró que "ambos gobiernos podían recurrir a instancias internacionales, una posible era la OEA (Organización de los Estados Americanos) o también la Corte Internacional de Justicia de la ONU, pero no había interés de ninguno de los dos por recurrir a ellas, y Ecuador prefirió irse por el lado unilateral, por el lado independiente, sin recurrir a las instancias".

El académico dijo que luego de la irrupción en la embajada mexicana, ya fue cuando México demandó a Ecuador en la Corte Internacional, aunque advirtió que eso puede ser un proceso que tarde algunos años. "Ya lleva más de un año y medio que ocurrió el incidente en la embajada de México en Ecuador y, hasta ahorita, no hemos visto un resultado tangible", comentó.
De igual forma, el especialista en Estudios Internacionales consideró que la política exterior de López Obrador fue "bastante ideologizada" hacía Ecuador y otros países latinoamericanos, pues era contradictoria con los principios de no intervención que decía defender.
“Es una base ideológica, si el gobierno en turno en un país es afín a la ideología de Morena; entonces, la relación es estrecha, amigable, cercana, pero, si no lo es, empiezan a criticar. Estos casos fueron cuando antes había un gobierno de izquierda y luego vino un gobierno de derecha (en otros países)".
"Ocurrió en Bolivia en el 2019, en Perú en el 2022 y en Ecuador previamente, es decir, habían gobiernos de tendencia de izquierda y, luego, llegaron de derecha. Eso motivó la crítica de López Obrador, y era una intervención en los asuntos internos en otro país, o sea, era una contradicción con el discurso, pero López Obrador tuvo una política exterior bastante ideologizada, bastante cargada de ideología”.
Finalmente, el académico enfatizó que, en las relaciones diplomáticas, México ha tenido que recurrir a una dualidad de principios y pragmatismo, es decir, entre normas e intereses, esto, especialmente con Estados Unidos, que "presiona a México". Velázquez explicó que "los principios le dan (al país) la capacidad de negociación frente a Estados Unidos, pero también tiene que adoptar medidas pragmáticas y ceder, principalmente por razones económicas".
IYC