Desde hace nueve años, Óscar Padilla realiza la peregrinación hacia Talpa de Allende con un mismo propósito: agradecer, el hombre, originario de Lagunillas, forma parte de un grupo de aproximadamente 60 personas que año con año se organizan para recorrer durante tres o cuatro días el camino hacia la Virgen del Rosario.

Con profunda fe, Padilla repite la misma promesa cada año: caminar descalzo desde la Cruz de Romero hasta el altar principal de la basílica.
“Sí, siempre de la Cruz de Romero hacia la Virgencita es caminar así, por dar gracias a todo lo que nos da en la vida y en el camino de lo que le pedimos”, afirmó el peregrino.
La tradición, cuenta, nació como una expresión de gratitud por los favores recibidos, y con el tiempo se convirtió en una práctica que comparte con familiares y amigos.
“Ya tengo nueve años viniendo, venimos desde Lagunillas, una peregrinación de 60 gentes más o menos, todos por la fe y por la familia”, agregó Padilla.
A quienes aún no han vivido esta experiencia, Óscar les dejó un mensaje:
“El corazón les da para venir, y la fe es grande. La Virgencita los ayuda mucho, siempre nos bendice y nos protege, están invitados para que vengan, es algo bien bonito, una experiencia inolvidable de la cual no se van a arrepentir”, expresó.
Por otro lado, para la familia Barragán Ramos, la peregrinación de este año tuvo un significado especial, desde Zacoalco de Torres, se dirigieron al Cerro del Espinazo del Diablo para colocar una cruz en memoria de Ana María Ramos Esquivel, madre, hermana y devota de la Virgen del Rosario, quien falleció el 28 de diciembre de 2024.
“Traemos un recuerdo de mi madre que, como cada año, venía a acompañar aquí a mi tía en su viaje, queremos recordarla con una cruz”, explicó su hijo, Luis Fernando Barragán Ramos.
Ana María realizó esta peregrinación durante ocho años consecutivos, en su honor, su familia decidió continuar con la tradición. Para Luis Fernando, la promesa no solo es un acto de fe, sino también un homenaje.
“Significa mucho para mí porque fue una persona que quise mucho, que siempre estuvo conmigo, y que toda mi vida voy a recordar”, expresó conmovido.
¿Cómo ha crecido esta tradición familiar?
La hermana de Ana María, María Eugenia Ramos Esquivel, relató que la tradición tiene más de tres décadas, y que con los años se han ido sumando hijos, nietos y vecinos del municipio.
“Tenemos 30 años viniendo a peregrinar con nuestra Madre Santísima, al principio veníamos en vehículos, después con un camión, y ahora somos aproximadamente 80 personas, entre niños y adultos.”
Ana María no solo fue peregrina; también fue un pilar en la organización del grupo familiar.
“Desde que empezamos este trayecto, ella nos venía preparando los sagrados alimentos, es una satisfacción venir con esa fe y ese entusiasmo para poner aquí la cruz de mi hermana”, concluyó María Eugenia.
MG