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  • El funeral del gato Matusalén: los duelos por las mascotas y sus rituales

El duelo por la muerte de una mascota es equiparable al que se sufre tras la pérdida de un familiar | Especial

Son duelos no reconocidos. Se popularizan rituales funerarios, joyas para las cenizas y ‘doulas’ para despedirlos. “A veces, lo que nos humaniza es un peludito de cuatro patas”.

DOMINGA.– Bajo el sol en el patio había puesto la camita de Capitán, mi viejo pastor inglés, y tendí una bolsa de dormir para acostarme junto. Tenía 13 años de haber llegado a casa y ahora estaba muy enfermo. Sin pensarlo, me mudé al piso para estar con mi perro cada minuto posible. De pronto, levantó su cabeza y me miró. Era una mirada casi humana, totalmente fija y sorpresiva, me estaba hablando:

–¿En serio vas a hacer esto por mí? –parecía preguntarme.

–Sí, Capitán. Vamos a estar juntos hasta el final.

Sí, en esta etapa final, haríamos cualquier cosa por nuestros animales de compañía, mascotas o como sea que les llamemos: preparar un funeral, elegir la mejor urna para sus cenizas, solicitar una joya que guarde un poco de su polvo de estrellas, imprimir su huella, enmarcar su mejor foto, solicitar una comunicación interespecie o tomar sesiones con un tanatólogo de duelo animal después de la partida.

Dueños y dueñas de mascotas organizan rituales para despedir a sus amigos peludos
Dueños y dueñas de mascotas organizan rituales para despedir a sus amigos peludos | Shutterstock

Había escuchado sobre la comunicación interespecie, pero nunca me atreví a pedir una. A la par, mi hermana me hablaba de Liliana Alonso, una compañera de la escuela que era veterinaria, hacía comunicación interespecie y también era ‘doula’ del alma animal, eso quiere decir que acompaña a los animalitos en su trayecto final.

Liliana tuvo una conversación con Sally, la gatita blanca de mi hermana, para saber cuáles eran sus deseos en el final de su vida. Liliana cuenta que los animales “no se quedan anclados a nada de lo que vivieron” y ven la muerte de manera distinta. No lo ven como el fin, sino como un paso más. Dice que lo que más piden es: “que sus humanos lo vivan en paz, que no le tengan miedo a la muerte y que no se queden con culpas”. Ante todo, “que honres el destino que les tocó”.

Su primera comunicación fue con Johan, un pastor alemán de orejas puntiagudas, había sido el perro que su padre más ha amado. Johan había muerto de forma misteriosa y la familia atribuía a una negligencia médica. Para su sorpresa, Johan le dijo: “Ya deja eso, porque ya pasó”. Recuerda hablar con Fender, un welsh corgi trascendido a los 16 años. Su primer humano fue un chico que murió en un trágico accidente. Los padres conservaron al pequeño, pero Liliana pudo ver que, aunque todos los vínculos entre el perro y los humanos eran esplendorosos y fuertes, el vínculo del perro con el joven se mantenía fuerte.

Así es el duelo por nuestros animales, ya no están, pero eso no significa que se vayan del todo. El vínculo se sostiene porque son seres que fueron amados sin limitaciones y son muestra del cariño más puro e incondicional, por eso duelen tanto. Algunos de nosotros pertenecemos a la generación en la que los perros dormían en los patios; pero ahora, perros y gatos duermen en la cama, son un vínculo y el corazón todavía no entiende por qué duran tan poco.

Si los videos de perritos y gatitos son un aliciente para un día pesado, también hay material en redes sociales donde los humanos se despiden y rinden tributo a aquellos que nos dejaron con pelo sobre la ropa. No faltan los videos con las ofrendas para el Día de Muertos. La gente se sorprende al escuchar de los funerales para mascotas; no son sólo para perros y gatos, también hay para conejos, hámsteres, tortugas o pájaros. Y es que ahora queremos saber dónde quedan y conservarlos.

Hoy cerramos los ojos al temer que alguno de nuestros animalitos haya terminado en un contenedor de basura o que sus cenizas no fueron entregadas o, tal vez mucho peor, que las cenizas no son las de nuestro animalito amado. Un funeral es un ritual humano, pero decidimos hacerlo para darles la despedida que se merecen.

Este año recordé a Capitán cuando hice un funeral para Gordolobo, el perro que llegó después de su partida, hace once años.​​

Certificado de defunción de Gordolobo
Certificado de cremación de Gordolobo | Cortesía: Alejandra del Castillo

¿Irías al funeral de un gato? Así fue la despedida de Matusalén

¿Vendrías al funeral de un gato? Appa Matusalén Tonatiuh Mefistófeles no es cualquier gato. Es color naranja con el pecho blanco. Llegó un día de San Patricio en 2010. Se quedaría poco tiempo porque lo habían dejado con arena y comida para cuatro o cinco días nada más y su humano prometía volver. Tazy, la humana que lo recibiría temporalmente, preguntó insistente si era sólo por unos días y la respuesta era afirmativa, sin embargo, la arena y las croquetas se terminaron en los días siguientes y aquella escasez tuvo una pregunta:

–¿Quieres que le compré más?

–Sí, cómprale porque ya es tuyo.

Ella, que siempre tuvo gatos, quería uno, pero sus compañeras de casa no. Así que pensó sin resignación:

–Ah, ¡ya es mío!

Aquel humano no volvería por su gato. Matu, un gato con el sol en el lomo, tardó dos semanas en acercarse a ella porque estaba muy triste por la ausencia de su amo. Merodeó antes de hacer su elección y un día se subió a la cama mientras Tazy trabajaba y comenzó a jugar. No hubo vuelta atrás.

Matusalem fue abandonado por su dueño inicial
Matusalem fue abandonado por su dueño inicial | Cortesía: Alejandra del Castillo

Si el gato fuera una persona, sería un crítico de textos muy refinado y le gustaría la música clásica y el jazz, igual que a su nueva humana. No sería ignorado en las decisiones diarias de la vida, tan es así que cuando Tazy buscó una nueva casa, sería pensada para ella, una amiga y los gatetes de la manada. Durante mucho tiempo a ese espacio le llamarían la cathouse.

Lo que pasaba entre Tazy y Matusalén probablemente son cosas comunes que pasan entre humanos y gatos, pero el felino se volvió todo para su nueva humana y mantenía una conversación constante con ella. Si el chico con el que salía no le gustaba, la volteaba a ver con cara de: “Consíguete algo mejor”. Si ella hacía algo que lo enfadaba, buscaba vomitar siempre cerca de sus cosas. Si iba a salir, un ratito o unos días, era forzoso que le avisara: “Matu, me voy a ir”. Si daban las dos de la mañana y Tazy seguía trabajando, venía con su patita a tocarle las manos o el pie: “Ya a dormir, te hace daño”. Si ella lloraba, él ocupaba un lugar en su hombro.

Cuando Tazy volvía a casa, salía a recibirla para ponerse a platicar –maullar– con ella de cómo fue el día y lo mucho que la extrañó. Como guardián, se subiría a la cama y se pondría erguido y elegante a seguirla con la mirada. Matu tendría también gustos selectos, además de la barbacoa, le gustaban las muchachas rubias y de ojos claros, era “súper mujeriego”; pero los gustos con los chicos también serían muy de categoría y, en más de una ocasión, seleccionó a los nuevos roomies.

Matu enfermó en 2023, todo empezó con una herida en la nariz y un resfriado que no se curaba, terminó en estudios y los resultados indicaron una enfermedad renal en su última fase. “Los gatos no muestran su enfermedad. Es muy difícil diagnosticar a un gato”, dice Tazy con un dolor infinito porque hubiera querido hacer muchas cosas por él, todo lo posible y lo imposible. La despedida vendría pronto, aunque ella no estaba lista. Recuerda que conversaba con la veterinaria cuando las lavandas trajeron un colibrí y aquello debió ser un mensaje.

También apareció en su feed un anuncio para comprar un paquete funerario para animales. Eran 5 mil 800 pesos por un paquete para dos animales de compañía, incluía una carroza que recogiera a la mascota, la asignación de un guía, un salón para un funeral para diez personas, una infusión, la cremación y un ritual de despedida.

Las cosas no mejoraron así que llegó la hora de despedirse. Cuando un animal se va, duele la despedida y dolerá por mucho tiempo, pero ella lo dejó ir consciente del dolor que ya tenía el pequeño sol. Hubo funeral y fueron convocados las amigas y los compañeros de casa de Matusalén, fue también la chica rubia de los ojos azules de la que estaba enamorado.

Hubo una sala especial para despedirlo en una funeraria al sur de la Ciudad de México, con un jardín para decir los “tequieros” necesarios y despedirlo.

Es imposible tener un gato y no creer en las leyendas, como que los gatos te protegen de la muerte. Un mes antes de saber de su enfermedad renal, la madre de Tazy enfermó de manera grave y salió sin rozaduras de la situación. Ahora sabe: “Matu se ofreció en lugar de mi mamá”.

En varias culturas, los gatos son ligados a los sueños y la protección de las energías
En varias culturas, los gatos son ligados a los sueños y la protección de las energías | Cuartoscuro

El perrito terapeuta y los duelos no reconocidos

–Esperemos que se te pase rápido –le dijo una amiga a Paola, la humana de una border collie. Milo se había ido.

–No quiero que se me pase rápido, ni siquiera se me va a pasar, Milo es como mi cuarto hijo y le voy a dar el tiempo que le tenga que dar –respondió Paola contundente sobre la perra que la seguía como una sombra.

La humana de Milo le contó esta conversación a Mary Carmen. Landaverde, su terapeuta y con la trabaja el tema del duelo animal.

Mary Carmen le expresó:

–Defendiste a Milo y tu lazo con ella, le diste un lugar.

– Sí, necesitaba hacerlo.

“Habemos muchos que tenemos un gran vínculo con nuestros animales, por lo tanto, sabemos lo que es la pérdida de alguno de ellos. Ya sabemos lo que va a implicar que ya no estén en nuestras vidas. Son seres significativos, incluso, yo diría, vitales para muchos de nosotros, nos dan tranquilidad, nos ayudan en nuestro día a día, hacemos familia con ellos, entonces: claro que vivimos un duelo cuando los perdemos”, dice Mary Carmen.

Ella no ha sido la única que ha recibido frases como: “Pero no es igual que con un humano” y para ella hay una respuesta: “No decimos que tenga que ser igual, pero duele, hay un duelo, es importantísimo hablar de ello y sobre todo abrir los espacios para acompañarnos”.

El duelo animal no le es ajeno a Mary Carmen. Ella es una humana de varios animales, tres en casa: Kimba, Macario y Mezcal; además, en casa de sus papás hay seis: Amélie, Lucky, Laika, Lucy, Chata y Güera; y tres gatos a los que el vecino no les da de comer y su familia los trata como propios: Wilson, Lucifer y Belcebú.

Ella dice que el amor a los animales lo aprendió desde casa y toda la vida vivió entre rescates, dando hogar temporal y luego colocando a los animales. En casa llegaron a tener hasta 20 al mismo tiempo y en las filas de esas adopciones pasaron conejos, cuyos y hasta una rata de laboratorio con la que trabajó Mary Carmen en la escuela y luego hizo la gestión para llevársela a casa después de que se encariñó con ella.

Su vínculo más importante fue con Vago, Vaguito, como le dice de cariño. Vago era un chihuahua-con-quién-sabe-qué, un perrito maltratado que salió de la calle con su patita rota y era cojo. Estaba chistoso: llegó con la mandíbula hacia delante, dientes feitos y el pelo crespo, pero el amor lo puso guapísimo. Él también era un perrito terapeuta, acompañaba a su humana en sus sesiones y Vaguito era tan sensible que, si alguno de sus pacientes se alteraba, se bajaba de las piernas de Mary Carmen para subirse a las piernas de la persona en el diván. Había personas que preferían cambiar de día si el perrito no estaba presente.

Con todas las mascotas que han pasado por su vida, Mary Carmen sabe lo que significa su pérdida y los duelos no reconocidos: “Hay duelos que parece la sociedad ve como no tan dignos de que duela, y uno de esos son los duelos por los animales, porque justo viene esa visión bien antropocentrista de que lo que vale más es lo humano y lo animal no tanto,”, explica la terapeuta.

Antes no era tan común que las personas llegaran a su consultorio para trabajar el duelo animal y ahora es más frecuente que se acerquen al espacio a trabajar por la pérdida de su perrito o su gatito. Hoy las personas van asumiendo que despedirse de sus mascotas es una pérdida significativa y así, dejan de lado la vergüenza. Se va diluyendo esta idea de: “¿Cómo voy a pedir ayuda para decir que no puedo más porque se murió mi gatito?, y es que ya pasó un año y me sigue doliendo como el primer día”.

¿Cuánto puede tomar el duelo por un animal? Mary Carmen responde que puede tomar lo mismo que el duelo por un ser humano, “dependiendo del vínculo y lo que se construyó en esa historia” y los costos para trabajar el duelo animal salen en lo mismo que una sesión de terapia, entre 500 y 900 pesos, calcula Mary Carmen.

Es común escuchar frases como “no humanicemos a los animales”. Y a Mary Carmen le encanta responder: “Yo no sé si lo humanizo a él, pero él sí me humaniza a mí, me hace pensar no sólo en mí misma, me hace tener un cuidado hacia los otros, me hace ser más responsable, me hace pensar más en mis espacios y cómo cuidarlos”.

El bienestar animal genera un aspecto positivo para quienes tienen mascotas
Se entiende por "humanización de las mascotas" cuando se les atribuye emociones y comportamientos de las personas / Especial

Las mascotas son seres sintientes. Un festín por Tomasa

Estefanía adquirió los servicios funerarios para su Tomasa cuando hizo el trámite para pagar su propio funeral. Ella no sabía que existían esta clase de servicios, pero en la funeraria de humanos le explicaron y le gustó la idea. En el pasado habían pagado 3 mil pesos por la cremación de un perrito, así que le pareció que el precio del servicio era un buen trato, compró un paquete para tres mascotas y lo pagó a meses sin intereses: 180 pesos mensuales durante tres años.

Tomasa, una rottweiler negra, era la perra de Jesús, su novio, pero al vivir juntos –y en la época de pandemia, donde estuvieron juntas todo el tiempo– establecieron una gran conexión. La Tomasa y Estefanía tuvieron una conversación: “Sí eres mía, eres de mi familia y eres mi perra”. Recuerda que cuando ella era pequeña decían que “los perros no sentían” y ahora se alegra que existe “un gran paso en la conciencia animal, no sólo en las personas, sino incluso en las leyes: ya hay una ley de protección animal y ya se reconocen como seres sintientes”.

LGBTQ+
Las mascotas llegan a ocupar un papel muy importante dentro de las familias.

Ahora, Estefanía y Jesús tienen cinco gatos y una perrita. Está Mía, la gatita que fue de su mamá; Hansel y Gretel, dos gatitos bebés que habían tirado a la basura; Bruna, una gatita rescatada de una santera; Memo, un gatito chato que vivía arrumbado en un cuarto, y Tasha, una perrita schnauzer-maltés que rescataron frente a un puesto de tacos.

Tomasa llegó a la vida de Jesús cuando era bebé y aunque creció mucho y su aspecto era feroz, era la más tierna del mundo y además, protectora. Fue una perra tan importante, que Jesús lleva tatuado su nombre y una de sus patitas. Hansel, un gato güero de diez kilos era su cómplice y mejor amigo, siempre estuvieron juntos y era al único al que le permitía hurgar en su plato de comida antes de darle un trompazo.

Tomasa tuvo varias misiones en la vida además de ser compañera. Después del terremoto de 2017, la casa donde habitaban la mamá y la abuelita de Estefanía, se derrumbó y fueron a vivir con ellos. Tomasa cuidaba a la abuelita de 98 años y, cuando salían a tomar el sol al jardín, la rottweiler la acompañaba como si la estuviera sosteniendo.

Además, ayudó a rescatar a muchos perritos, sus humanos usaban la estrategia de sacarla en celo, así que cuando otros se acercaban, ahí comenzaba el rescate. A los gatitos rescatados, también los aceptó y fue amigable con ellos. Tomasa era compartida de su espacio y del amor de sus humanos. Para Estefanía, ella “era una perra de otro mundo”.

Jesús y Estefanía habían acordado que no querían que sufriera ni un momento, estaba mal del hígado y, cuando tuvo problemas con las articulaciones de la cadera y ya no se pudo levantar, la dejaron partir. Hubo un festín el día de su partida, comió mucho pollo y aunque la despedida fue dolorosa, también fue bonita. Hansel, su gato mejor amigo, estuvo haciendo guardia hasta que llegaron por ella. Tomasa era parte de la familia y desde el corazón viviría su final, rodeada de amor y de significado.

Por ella vinieron en una carroza funeraria para mascotas. Antes de partir, les dieron la oportunidad de despedirse nuevamente y después vendría un homenaje en un santuario, un ritual para ir al arcoíris y la entrega de las cenizas. Estefanía dice sobre los compañeros animales: “Los perros y los gatos tienen algo específico que hace que embone y que nos curemos… te dan ese amor que entre humanos todavía nos falta muchísimo”.

Pese a su aspecto feroz, Tomasa fue una dulce compañera
Pese a su aspecto feroz, Tomasa fue una dulce compañera | Cortesía: Alejandra del Castillo

Las cenizas del perro Canelo que van rotando por la colonia

Para Estefanía la vida es diferente desde que comparte su mesa, su sillón y su día a día con los animales.

Estefanía y Jesús, además de tener las cenizas de Tomasa, tienen las de Canelo, un perro del vecindario que adoptaron entre tres vecinos del negocio de Jesús. El perro llegó enfermo y entre varios lo atendieron, así se convirtió en un perro comunitario. Se intentó varias veces dar en adopción, pero el perro quería tener varios humanos que lo cuidaran y consintieran.

Cuando fue su momento de partir, llegó toda la colonia a despedirse de él y le aplaudieron. Ahora sus cenizas rotan de casa en casa para que cada uno de sus humanos tenga un poquito de él. A los 12 días de partir, los humanos de Canelo hicieron una comunicación interespecie y cada uno de ellos tuvo un mensaje del perrito labrador café.

Los duelos con los animales son muy importantes para personas como Estefanía y dice: “Yo te juro que he perdido a las dos personas que más amo en la vida, que fue mi mamá y mi abuelita, y la sensación es muy parecida. Mi duelo con Tomasa me hizo revivir lo de mi mamá y mi abuelita y a la fecha mucha gente se sigue ofendiendo, pero para mí no: era mi familia, mi compañera”.


GSC/ASG


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Alejandra del Castillo
  • Alejandra del Castillo
  • Periodista independiente. Ha publicado historias en impreso y pódcast, colaborando para 'Así como suena', 'Gatopardo', 'Esquire', 'Chilango' y 'Quién'. Su persona favorita en el mundo es su perro.
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