La calle Corregidora, en la colonia Revolución de Guadalajara, aún sufre por la violencia que aquel 27 de agosto rompió la tranquilidad del barrio con la llegada de varias camionetas frente al número 189, donde la fachada blanca con letras negras anunciaba “Casa Natalia”.
Detrás de ese muro, que alguna vez sirvió de refugio para la creatividad, el arte y la defensa de derechos humanos, desaparecieron la artista plástica Frany Arteaga Mendoza, Gustavo Torres Reyes y Rodrigo Vázquez.

Vecinos marcados por violencia
Los vecinos aún recuerdan la tensión de aquella noche: armas largas, órdenes a los transeúntes de refugiarse y la sensación de impotencia mientras la calle quedaba tomada por hombres que se movían con total impunidad. Nadie sabía exactamente cómo ni dónde fueron llevados, pero sí quedó marcado el recuerdo de la violencia y el miedo.
Ellos temieron por Frany, de 35 años, era el alma de la galería, enseñando dibujo a niños, pintando y conectando a la comunidad a través del arte. Gustavo, activista y defensor de derechos agrarios, era figura conocida en la colonia, alguien que luchaba por los que casi nunca son escuchados, así como Rodrigo.

Hoy, Casa Natalia permanece cerrada. Los talleres, las exposiciones, los encuentros con vecinos y artistas, los debates sobre derechos humanos… todo eso se apagó.
El milagro ocurrió cuando Frany, Gustavo y Rodrigo fueron liberados este domingo, pero, el espacio que un día fue refugio del arte y de la comunidad sigue desolado, como si el eco del miedo se hubiera impregnado en sus paredes.
La galería sigue siendo un recordatorio de que la violencia puede romper espacios de creación y confianza, y que la reconstrucción de la vida cultural y social de un barrio es un proceso lento, que quizá nunca será lo mismo.
SRN