Policía

Ovidio Guzmán se rinde en Chicago, la ciudad que ayudó a inundar de cocaína con Los Chapitos

El Cártel de Sinaloa se alió con las pandillas que traficaban droga en Illinois, y el resultado fueron jugosas ganancias para los criminales que ahora enfrentan a la justicia.

Cuando El Ratón diga “culpable, su señoría”, estará parado en la corte federal de Chicago, la ciudad que junto con su padre, El Chapo Guzmán, sus hermanos Iván, Jesús y Joaquín, y otros famosos narcotraficantes de renombre como El Mayo Zambada, inundó con miles de kilos de cocaína.

Hace 20 años, en 2005, el Cártel de Sinaloa aterrizó en la Ciudad del Viento con un polvo blanco cuyo precio comenzaba a dispararse. Apenas en 2001 el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas, división Illinois, acababa de establecer que un kilo de cocaína costaba entre 18 mil y 25 mil dólares, y la demanda de la droga no paraba de aumentar.

Las pandillas locales, señaladas por la Administración para el Control de Drogas (DEA) como hispanas y afroamericanas, se encargaban de distribuir las drogas que llegaban a suelo estadunidense.

“Los grupos criminales mexicanos son los principales distribuidores al mayoreo de la cocaína en polvo. Pandillas callejeras afroamericanas e hispanas controlan la distribución a nivel de calle de la cocaína en piedra a lo largo de Illinois”, señala el informe de hace 25 años.

Ahí es donde El Chapo Guzmán, El Mayo Zambada y sus hijos vieron una oportunidad dorada, y decidieron afiliarse con pandilleros que operaban en territorio estadunidense.

Una de esas organizaciones era dirigida por unos hermanos gemelos que nacieron y se criaron en Little Village, en Chicago, un suburbio latino desde hace décadas. Pedro y Margarito nacieron en una familia marcada por el crimen. Su padre, Margarito Flores Marine, fue un traficante de heroína que eventualmente fue arrestado cuando intentaba escalar en el mundo del crimen.

El Ratón consigue acuerdo de culpabilidad:

Sus hijos comenzaron a traficar pequeñas cantidades de mariguana a los siete años, y cuando cumplieron la mayoría de edad, crecieron meteóricamente en el mundo del tráfico de drogas.

En 2005 cerraron uno de los acuerdos más grandes de su vida: se volvieron distribuidores de cocaína y heroína para los líderes del Cártel de Sinaloa: Ismael Zambada García y Joaquín Guzmán Loera, El Mayo y El Chapo, así como sus hijos, Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, e Iván y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, El Chapito y El Alfredillo, y Ovidio y Joaquín Guzmán López, El Ratón y El Güero.

El negocio duró hasta 2008, en octubre, cuando los jóvenes se dieron cuenta que, poco a poco, todos caían en manos de las autoridades. Aún así, su operación de tres años fue más que fructífera.

“Los trabajadores de los Flores fueron responsables de forma colectiva por la distribución de toneladas de cocaína y el lavado de más de mil millones de dólares a lo largo de la conspiración señalada”, detalla la acusación en contra del Cártel de Sinaloa en Chicago, que se aperturó en contra de El Mayo, del Chapo, de sus hijos y de sus operadores, incluyendo a los gemelos Flores. “Tomando en cuenta solamente la menor cantidad en promedio de cocaína distribuida por los hermanos Flores por mes, mil 500 kilos, resulta en un total de 64 mil 500 kilos a lo largo de la conspiración”, concluye.

Y es que los gemelos, negociadores natos, habían logrado convencer al Chapo Guzmán, que vendía su cocaína colombiana en 55 mil dólares por kilo, de venderla en 50 mil dólares el kilo. Aún así, el precio ya era el doble comparado a cinco años atrás.

Cronología del caso Ovidio Guzmán:

Para octubre de 2008 los Flores decidieron acercarse a la DEA y convertirse en informantes por poco más de un mes, hasta el 30 de noviembre, cuando ambos se entregaron a agentes del Servicio de Marshals de los Estados Unidos para que fueran acusados, sentenciados y, finalmente, pudieran cooperar como testigos.

Ambos se encuentran libres actualmente, y aunque Margarito no ha testificado en una corte, su hermano Pedro fue uno de los varios selectos testigos que utilizó Estados Unidos contra El Chapo Guzmán. Además, la información que ambos obtuvieron como infiltrados del Cártel de Sinaloa sirvió para construir el caso en Chicago, así como otros más contra narcotraficantes locales.

Entre la evidencia más firme que obtuvieron Pedro y Margarito se encuentran grabaciones de llamadas con El Chapo Guzmán, con El Alfredillo y con El Vicentillo, donde hablaban de tráfico de cocaína y de heroína.

Aunque los hermanos dejaron su vida criminal de forma oficial en 2008, la fiscalía estadunidense acusa a Los Chapitos, ya consolidados como una célula independiente dentro del Cártel de Sinaloa, de traficar drogas entre al menos 2008 y 2021, con información entregada por colaboradores como los gemelos y el propio Vicente Zambada Niebla, quien se volvió un soplón en cuanto fue extraditado a Estados Unidos, tras su arresto en 2015.

Ovidio Guzmán será el primero de los cuatro Chapitos que es doblegado por la fiscalía estadunidense. El 9 de julio se tiene previsto que se declare culpable de al menos uno de los cargos que hay en su contra, que incluyen tráfico de cocaína, heroína, metanfetamina y mariguana, crimen organizado, lavado de dinero y uso de armas de fuego.

Su arresto, ocurrido en enero de 2023 durante un operativo militar, así como su extradición el 15 de septiembre del mismo año, desencadenaron una serie de arrestos y abatimientos que han mermado a la estructura estilo militar que presumen los herederos del Chapo Guzmán.

De cerca le sigue su hermano Joaquín, El Güero, quien llegó a Estados Unidos por su voluntad en julio de 2024, pero con un presente para Estados Unidos: Ismael Zambada García, en bandeja de plata y sin tratado de extradición alguno que lo protegiera de la pena de muerte. 

Tiene agendada su próxima audiencia 6 días después de la declaratoria de culpabilidad de su hermano Ovidio, aunque es probable que sea pospuesta para que las negociaciones con la fiscalía sigan su curso.

SNGZ

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Ángel Hernández
  • Ángel Hernández
  • Reportero en Notivox desde hace seis años. Cuento historias sobre crimen organizado, narcotráfico, lavado de dinero, trata de personas y lo que quepa entremedio. Cubrí el juicio a Genaro García Luna y el Menchito; los casos contra El Mayo Zambada, Los Zetas, Rafael Caro Quintero, Naasón Joaquín García, y lo que falta. Estudié periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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