Policía

¿Cómo funciona el algoritmo del miedo? Así se construye la inseguridad en redes

Parte 1: la narrativa de la violencia en redes sociales

La sensación de seguridad inseguridad puede incrementar ante la amplificación de hechos delictivos, el uso de términos ligados al narco y la viralización de contenido violento

No fue un crimen cercano. No ocurrió en tu colonia, ni conocías a la víctima. Aun así, sentiste un nudo en el estómago. Lo viste en un tuit, lo escuchaste en una nota de voz en WhatsApp, lo compartió un influencer con cara de alarma.

En el timeline no hay descanso. Videos de cámaras de seguridad, titulares con palabras como ejecutado o encobijado, audios filtrados, rumores sin confirmar, imágenes borrosas pero virales. En menos de un minuto, una misma plataforma puede mostrarte cómo reírte de un meme, llorar con una historia y temer salir a la calle.

La violencia no sólo ocurre, también se reproduce, se amplifica, se editorializa con imágenes, sonidos y palabras que forman parte del léxico digital cotidiano. ¿Qué pasa cuando en plataformas de información no solo se informa sobre la inseguridad, sino que se contribuyen a instalarla como una presencia permanente en la vida diaria?

El peligro de las redes sociales: cómo la violencia se convierte en contenido

Aunque las redes sociales ayudan a gran parte de la sociedad a mantenerse informada en tiempo actual, traen consigo un gran riesgo. La inmediatez y la viralidad funcionan como catalizadores emocionales: antes de procesar la información, la mayoría de los usuarios ya la están compartiendo.

En plataformas como TikTok, Facebook o X, los contenidos de violencia se convierten en clips que viajan rápido y se consumen aún más rápido.

En este ecosistema digital el algoritmo prioriza lo que genera reacción, y el miedo, como la risa o el escándalo, es una emoción rentable: lo que alguna vez fue terreno exclusivo del noticiero policial, hoy se cuela entre bailes virales y recetas de cocina.

Pero hay consecuencias. La repetición constante de imágenes violentas —sin contexto ni verificación— puede distorsionar la percepción de seguridad, generar ansiedad colectiva y hasta desensibilización.

Logo de Twitter
X, antes Twitter; una de las redes sociales donde más se construye la sensación de inseguridad | Especial

En 2015, Munmun De Choudhury, Andrés Monroy Hernández y Gloria Mark realizaron un estudio. La investigación tenía como objetivo estudiar las respuestas de los usuarios en redes sociales, específicamente durante la llamada guerra contra el narcotráfico.

Los resultados, expuestos en Narco Emotions: Affect and Desensitization in Social Media during the Mexican Drug Warrefieren que la exposición crónica a la violencia ​estaban asociada con respuestas afectivas disminuidas en publicaciones de X, antes Twitter.

"Nuestros hallazgos también pueden ayudar a los investigadores a construir teorías sobre las respuestas socio-psicológicas ante crisis, así como a comparar los pensamientos y sentimientos de los ciudadanos con sus estados habituales antes del conflicto", señalaron los autores del reporte.

El lenguaje del narco: cómo las redes normalizan palabras del crimen organizado

En las plataformas digitales, algunos términos se han convertido en parte del vocabulario cotidiano, incluso para quienes no están directamente vinculados con el crimen organizado.

Este lenguaje, originado en contextos de violencia y narcotráfico, se infiltra poco a poco en las redes sociales, medios y conversaciones diarias, normalizándolos.

En La violencia del narcotráfico en México: análisis lexicológico, de la Universidad de Colima, Coralie Pressacco de la Luz refiere que "es difícil determinar con precisión la fecha de aparición de la jerga sobre la delincuencia" en el país.

"Las investigaciones realizadas por los especialistas en el tema revelan la existencia de un argot de la delincuencia mucho antes de la proliferación de los cárteles de droga en el territorio mexicano", se lee.
Al patrullar la zona de Elota, vieron hombres armados, los cuales escaparon y dejaron el arsenal abandonado; entre ellos había armas largas
La expansión del crimen organizado provocó a su vez el incremento del lenguaje cotidiano del narco | Especial

No obstante, De la Luz refiere que, a raíz de la popularización de las drogas, el lenguaje cotidiano se ha llenado de expresiones relacionadas con el narcotráfico que, actualmente, se leen en redes sociales y medios de comunicación.

"Por ejemplo: encobijado, encajuelado, encintado son términos que se utilizan para nombrar a personas asesinadas en hechos vinculados al narcotráfico, en función de cómo fue encontrado su cuerpo. Encintado se refiere a un cuerpo asfixiado con cinta adhesiva; encobijado, a uno envuelto en una cobija; y encajuelado, a aquel que fue dejado en la cajuela de un automóvil", detallan Choudhury y Monroy Hernández.

Palabras asociadas al crimen organizado

Otros términos inscritos en el lenguaje narco, son:

  • Ejecutado: persona asesinada de forma deliberada, generalmente por encargo, como parte de un ajuste de cuentas o castigo dentro del crimen organizado.
  • Mota: término coloquial para referirse a la mariguana.
  • Buchón: originalmente, persona vinculada al narcotráfico en regiones del norte de México, especialmente Sinaloa, que muestra una estética ostentosa; ropa de marca, cadenas, autos de lujo, etc.
  • Levantón y/o plagio: secuestro o privación de la libertad, usualmente realizado por un grupo criminal.
  • Calentar la plaza: generar violencia en una zona para alterar el control del territorio.
  • Halcón: persona que vigila y avisa los movimientos de autoridades o rivales.
  • Mula: individuo que transporta droga, muchas veces ingerida o escondida en su cuerpo o pertenencias.
  • Sicario: asesino a sueldo al servicio de un cártel o grupo criminal.
  • Jefe de plaza: líder regional de una organización delictiva.
  • Narcomanta: mensaje escrito en tela o lona, firmado por grupos del crimen organizado y dejado en escenas de crímenes.
  • Reventar: irrumpir violentamente en una propiedad o ataque armado.

Claves para no propagar el miedo en la era digital

En un entorno donde cualquier usuario puede convertirse en medio y cualquier video puede volverse viral, la frontera entre informar y alarmar se ha vuelto cada vez más delgada. Las redes sociales funcionan como altavoces de emociones: indignación, tristeza, miedo. Pero también son terreno fértil para la desinformación, el rumor y la manipulación.

Para no ser parte de ese ciclo, es importante adoptar prácticas conscientes al momento de consumir y compartir información:

1. Verificar la fuente

Antes de compartir cualquier contenido, revisa quién lo publica. ¿Es un medio reconocido? ¿Una cuenta confiable? ¿Alguien que suele propagar rumores o contenido sensacionalista?

2. Contextualizar los hechos

Un video puede ser real, pero no reciente. Verifica cuándo, dónde y cómo ocurrió antes de darle difusión. Las imágenes sin contexto suelen alimentar el miedo.

3. Dudar del lenguaje emocional

Frases como “esto ya no tiene solución”, “nadie está a salvo” o “esto pasó hace unos minutos” suelen usarse para dramatizar. El miedo compartido a través del lenguaje impacta más que los hechos mismos.

4. No compartir contenido gráfico sin propósito

Difundir imágenes de víctimas o escenas violentas no sólo es insensible, sino que puede revictimizar y desensibilizar. Pregúntate: ¿esto informa o solo impacta?

5. Contrastar con medios formales o fuentes locales

Incluso si desconfías de los grandes medios, busca reportes gubernamentales oficiales. Cruzar información es una forma de evitar caer en la trampa del pánico digital.

RMV.

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Rubi Martinez
  • Rubi Martinez
  • Comunicóloga egresada de la UNAM. Editora digital de Táctico Milenio, escribo sobre narcotráfico y seguridad.
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